Miradas de reportero

Poca gente se enteró que este reportero quedó momentáneamente boquiabierto y con los ojos saltones al ver a Valentí­n Campa parado de cabeza una noche de junio de 1976.

-¡Vale…! ¿Qué estás haciendo? —pudo balbucear semi aturdido por la incredulidad.

Pero en lugar de explicación a su sorpresa le desatontejaron dos gritos de enojo simultáneos:

–¡Sálgase camarada! –tronó Valentí­n, que sin invertir su cuerpo en la cama del hotelucho, alcanzó los más altos decibeles de esa voz harto aguda –muy suya–, que le escuchábamos en los mí­tines.

–¡Salte cabrón y cierra la puerta! ¿¡Quién te dijo que entraras!? —regaí±aba, también estentóreamente desde el pasillo, Abel Alcántara Hidalgo, el entonces todaví­a joven comunista que lideraba una de las brigadas clandestinas de propaganda por la candidatura de Valentí­n.

–Todaví­a traigo esa imagen en mi retina —recordó el reportero este 25 de enero de 2019, cuando el ya no tan joven Francisco Rosas le invitó a participar en un chat de WhatsApp con el nombre de Centenario PCM

–Quiero organizar un acto por el natalicio de Valentí­n». ¿Ayudas?—preguntó Paco dudoso porque sabe que desde la desaparición del PCM el reportero se dedicó de lleno al periodismo y se distanció de los partidos. Su motivo era que Valentí­n Nació en Monterrey, Nuevo León, el 14 de febrero de 1904.

–Claro que sí­. Si es por Vale. —respondió sin dudar el reportero. Cooperó con el diseí±o de la invitación y se aprestó a acomodar su agenda para intentar acudir al acto de homenaje, el sábado 16 en la Casa de la Cultura Jesús Romero Flores, al que se anotaron rápidamente veteranas y viejitos de los que todaví­a respiran aquel oxí­geno de las convicciones que les contagiaron seres como Valentí­n, comunistas de los de antes. Ese mediodí­a se tomaron la foto colectiva una treintena delante de una pequeí±a bandera roja con el primer logo de su partido y la frase A Valentí­n Campa con amor.

Era tratamiento geriátrico

El reportero no pudo llegar a tiempo. Querí­a contarles aquella escena del hotel y su explicación.

En junio de 1976, tení­a 26 aí±os. Habí­a aceptado integrarse a una brigada de avanzada de la campaí±a por la presidencia de Valentí­n Campa Salazar. El jefe de esa brigada medio clandestina era Abel. Ellos contrataban sonidos para los mí­tines, hací­a reuniones con

sindicalistas, dirigentes campesinos y de colonias populares, repartí­an volantes, pegaban carteles en zonas de fábricas y vivienda obreras. El gobierno y la policí­a sabí­an de la campaí±a y la toleraban, no obstante si detení­an a brigadistas para maltratarlos de palabra y cachiporra, pero los soltaban. En ocasiones los llevaban con el jefe de los grupos que seguí­an al candidato y a sus brigadas. Abel y el entonces pre-reportero fueron llevados por segunda o tercera ocasión ante el coronel Rogelio Flores Curiel quien al verlos nuevamente sonrí­o socarrón y les dijo algo así­:

–¡Ya me están cansando cabrones, pa´qué chingaos andas pegando sus pinches papeles de noche y en esas zonas!–Y los soltó, otra vez. Seguramente se quedó con la misma sonrisa de personavidas.

Eso ocurrió—parece recordar el reportero— en Nayarit. Ambos brigadistas llegaron al pequeí±o hotel donde se alojaba Valentí­n. El pre-reportero oyó ruidos raros en la habitación del legendario comunista en campaí±a, la curiosidad le hizo abrir la puerta de su habitación simultáneamente al segundo toquido. Entonces vino el sobresalto del candidato, del curioso y de Abel, el regaí±ón.

Esa noche no tuvo respuestas a los que habí­a mirado, pero en dí­as fue hilando. Se enteró que el Partido Comunista de Rumaní­a, en el poder, tení­a un convenio con el mexicano para que algunos de sus dirigentes, los más aí±osos, fuesen a las famosas y eficaces clí­nicas de gerontologí­a rumanas. Allí­, después de tratamientos intensivos, los pacientes tienen que hacer terapia geriátrica regularmente, con ejercicios que les estimulen la circulación sanguí­nea a todo el cuerpo, por ejemplo pararse de cabeza una o dos veces al dí­a. Valentí­n en campaí±a electoral a los 72 aí±os tení­a que hacerlo. Esa era la explicación de la escena que impactó al ignorante, sobre todo porque desde que arrancaron la campaí±a le asombraba, la fuerza, el aguante fí­sico del veteraní­simo candidato.

El férreo

Por las elecciones de 1976 se amplió el conocimiento sobre Valentí­n Campa Salazar. Durante la campaí±a juntamos datos que, por lo menos a este reportero, parecí­an de pelí­cula. Era increí­ble que con tanto maltrato que padeció no desistiera. Sí­ era el prototipo de la gente de izquierda de-a-de-veras de aquellos aí±os.

Hoy se pueden leer su libro de memorias y decenas de ensayos entre los que destacan los de Abraham Nuncio, Ilán Semo, Dora Alicia Carmona y muchos otros.

Para los periodistas que saben poco del Vale, tomo algunas imágenes que articuló Dora Alicia:

Campa apenas alcanzó a terminar el primer aí±o de secundaria.

A los 12 aí±os intentó enrolarse para combatir a las fuerzas invasoras norteamericanas del general Pershing durante la llamada ”Expedición punitiva» en contra de Francisco Villa…

A los 16 se convirtió en obrero en La Corona, subsidiaria de la Royal Dutch Shell. A los 18 se convirtió en ”estibador en embarques de los Ferrocarriles Nacionales de México, en Ciudad Victoria y también entró a la Gran Logia Bolchevique de Nuevo León.

A los 23 aí±os ”participó en la agitación para realizar una gran huelga general ferrocarrilera, lo despidieron y reinstalaron» A esa edad ingresó al Partido Comunista Mexicano, exactamente un dí­a antes del inicio de la gran huelga ferrocarrilera. Como resultado del movimiento sindical fue apresado e incluso Plutarco Elí­as Calles ordenó su fusilamiento, lo que fue evitado por Emilio Portes Gil, gobernador de Tamaulipas que incluso lo llamó a colaborar con él. Valentí­n se negó».

A los 25 aí±os participó en la formación de la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM)» y suplió a David Alfaro Siqueiros cuando renunció como Secretario General.

Como dirigente sindical lo secuestraron más de tres veces, hizo huelgas de hambre para ser liberado. De todos modos siguió en el ambiente sindical, organizó huelgas y a los 30 aí±os (1934).fue candidato a gobernador de Nuevo León por el Bloque Obrero y Campesino y el PCM, en oposición a Plutarco Elí­as Calles,

Entre los 30 y 34 participó en el Comité de Defensa Proletaria y en la integración de la Confederación de Trabajadores de México, al lado de Vicente Lombardo Toledano.

A los 45 aí±os fue encarcelado nuevamente por presiones de otros lí­deres sindicales. A los 55 fue de los principales animadores del movimiento ferrocarrilero al lado de Demetrio Vallejo. Por eso estuvo en Lecumberri 11 aí±os, desde mayo de 1959 hasta 1970. Al salir contaba 66 de edad.

La deuda

Todo eso y más escuchábamos en 1976 durante su campaí±a presidencial sin registro, la que también fue factor para que su partido fuese legalizado poco tiempo después.

El brigadista que en 1976 lo vio parado de cabeza, se convirtió en periodista dos aí±os después, al recibir su primero salario como reportero-editor en el semanario Oposición (órgano del PCM) y desde entonces sigue en el medio reporteril.

En 41 aí±os como reportero ha conocido a cientos de polí­ticos, pero muy pocos como El Vale: férreo de verdad, de convicciones bien puestas, de esos que alimentaron, con su fuerza, como si fuesen cimiente, a un movimiento social de inconformes que fue extendiéndose y acumulando energí­a humana para el cambio que se expresó en las elecciones de 2018.

Valentí­n Campa falleció el 25 de noviembre de 1999. Aún no se hace efectiva la propuesta de la legislatura anterior de incorporar sus restos a la rotonda de las personas ilustres.

Graciela Machuca

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