La educación hace libre al hombre

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Estimados lectores, en esta ocasión retomaré el tema de la educación, tema que a mi parecer nunca perderá vigencia porque la educación promueve la libertad del hombre.

Es importante recordar que los ideales de la Revolución Mexicana son los preceptos que se contienen en la Constitución Polí­tica de nuestro paí­s. Uno de los principales propósitos está contenido en el Artí­culo Tercero, que seí±ala el derecho de todo mexicano a tener una educación laica y gratuita que promueva el desarrollo integral y armónico del individuo. Para ello, el Estado se encargará de proveer los recursos necesarios para garantizar tal educación. Resulta que para garantizar la educación del pueblo mexicano se creó la Secretarí­a de Educación Pública como la estructura gubernamental responsable de planearla, financiarla e impartirla desde el aí±o de 1921. En este aí±o, a casi 78 aí±os, nos percatamos de lo grande, compleja y desviada que se encuentra la misión para lo que fue creada pues, si bien, todo proyecto educativo inicia con la identificación de las necesidades de la comunidad a la que se atiende, ahora tenemos una institución que antepone las necesidades de manejo tecnológico a las necesidades del desarrollo humano. Ante esta moderna realidad, nos toca ver que los habitantes de comunidades pequeí±as y grandes deben incorporarse al uso de la tecnologí­a pasando por alto el fenómeno de transculturación que están viviendo y que, en muchos de los casos, está confundiendo a nuestros nií±os, descontrolando y desarraigando a nuestros jóvenes y angustiando a la ciudadaní­a en general, debido a la violencia que se observa en todos los contextos y que provoca, al mismo tiempo, una creciente inseguridad.
Tal situación, pone en jaque hasta al más hábil. Y no es asunto solamente de que los papás atiendan a sus hijos o de que los maestros enseí±en bien. Es asunto de entender con quién tratamos y de cómo atenderlo. Esta frase que parece tan simple encierra un gran contenido pues se trata de escarbar en el cómo educamos. En este punto quedarí­a el ejercicio individual para pensar en cómo nos conducimos como padres, como maestros, como empresarios, como gobernantes, etc.
La nueva propuesta de la Alianza por la Calidad Educativa presentada por el gobierno federal despertó gran inquietud en el magisterio y la sociedad quintanarroense. Las discusiones se enfrascaron en defender los intereses individuales como el derecho a heredar una plaza, por un lado, y por otro el cuestionamiento al por qué  suspender las clases ”¡Y ahora a dónde llevaré a mis hijos¡». Pocos observaron la necesidad de  defender los preceptos de gratuidad y laicismo de la educación pública. Nadie argumentó la importancia de mantener el desarrollo integral y armónico de nuestros nií±os. Por lo tanto, la discusión, a mi parecer, quedó inconclusa o sin planteamiento serio. Es necesario, desde donde estemos, retomar la reflexión y acordarnos de que somos maestros con pedagogí­a y que al Estado le corresponde financiar la educación y a los maestros impartirla, discutiendo y seleccionando los mejores métodos y técnicas. Eso de la transparencia y el rendimiento de cuentas viene de la mano con la ética de los gobernantes y del ejemplo que pongan.

Graciela Machuca

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