Chichén Itzá ciudad sagrada de la civilización maya I

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Chichén Itzá por J.E.S.

Chichen Itzá es una ciudad de origen maya, conocida en casi todo el mundo y visitada por miles de personas a través de los aí±os desde su descubrimiento y reconstrucción. Ha sido admirada por su colosales monumentos, pero muy pocos han comprendido el significado de sus enigmáticas figuras grabadas en piedra, y a las que se le han adjudicado significados usando métodos simplistas, con analogí­as actuales y menos conocidas que su profunda religión, filosofí­a, arte, etc. Su origen es poco conocido; su nombre traducido significa: Chí­: boca, Cheen: pozo, Itz: rocí­o, Ha: agua (Rocí­o de agua que se posa sobre la boca del pozo sagrado)

”No se sabe de donde vinieron, solamente sabemos que aquí­ se reunieron, bajo la excelsa potestad de aquel cuyo nombre se dice suspirando…» reza el Chilan-Balam; Antonio Mediz Bolio  escribe sobre los Mayas: ” Ellos hicieron los templos altos y resplandecientes en los que hombres de cerca y de lejos, iban a adorar al que no tení­a nombre y estaba arriba…levantaron las grandes casas blancas en las que los Maestros enseí±aban sabidurí­a, edificaron con piedras santas las ciudades antiguas en las que los Dioses habitaron con los hombres». Afortunadamente, en nuestros dí­as hay personas que se han dedicado a investigar en base a conocimientos transcendentales, a esas grandes y profundas enseí±anzas que nos legaron desde hace ya miles de aí±os, y que aún están vigentes.

Así­ ha pasado con todas las grandes civilizaciones conocidas: egipcios, griegos, aztecas, incas, tibetanos, etc., quienes también fueron incomprendidas, adulteradas, dejadas en el olvido. Chichen Itza es considerada ciudad Sagrada, porque en ella se enseí±aba una sabidurí­a superior sobre: los misterios de la vida y de la muerte, el origen del hombre, del universo, de sus defectos psicológicos, de su degeneración y hasta su degradación inhumana y como superarla a base de esfuerzo, voluntad y ayuda divina. A esta ciudad sagrada llegaban peregrinaciones que provení­an de diferentes lugares e inclusive paí­ses de ésa época. En esta ciudad se enseí±aban conocimientos para lograr un nivel espiritual, muy elevado, prueba de esto fueron los Halach Huinic: verdaderos hombres de conocimiento y no la interpretación vulgar de un dirigente polí­tico de escasos conocimientos. Todos los aspirantes a éste tipo de escuela, tení­an que pasar varias pruebas, antes de ser aceptados como ”iniciados».

La llamada gruta de ”Balamkanch黝 (El trono del Jaguar-Serpiente), era el lugar del inicio de las pruebas que habí­an de pasar antes de llegar a la ciudad sagrada de Chichen Itzá. El estudiante descendí­a a la gruta de Balamkanché, introduciéndose de cabeza por el estrecho agujero de entrada; se arrastraba como una serpiente entre la oscuridad, sometido a la prueba del temor, a la prueba de vencerse a sí­ mismo, al miedo a la muerte que le asaltarí­a por un desplome o la mordedura de un reptil, estremeciendo así­ su ser. Bajar a la caverna , simbolizaba penetrar dentro de su psiqué, para descubrir su contenido mental, es decir, sus defectos psicológicos, egos escondidos dentro de la oscuridad mental, sus figuras animalescas, (que no son mas que creaciones de nosotros mismos, deshechos psicológicos). El aspirante a los misterios, sufrí­a en carne propia los horribles vicios de su egoí­smo y así­ continuaba arrastrándose, cual vil gusano del lodo de la tierra por entre las piedras, las estalactitas y estalagmitas que se encuentran en todos lados de la gruta.

Posteriormente llegarí­a al lugar sagrado: la gran Ceiba Madre: ”Imix-Yaxch黝, lugar ceremonial donde simbólicamente se unen el Cielo y el infra-mundo. Es ahí­ en donde serí­a instruido en los misterios de Bolontikú (mundos Infiernos) y el Ox-Lahun-Tikú (los 13 Cielos). En el tronco de la gran Ceiba Madre, aparecen grabadas ”las manos negras» que nos indican que para subir hay que bajar primero. Alrededor de la Ceiba hay varias ofrendas de barro y piedra, de las cuales hay una de significado especial: un corazón vací­o hecho de barro, que simboliza el desprendimiento del aspirante a toda ilusión del mundo material, su corazón no debí­a guardar apegos, ni ilusiones para consigo mismo o para los demás, ya que debí­a perder su antigua personalidad y solo desear morir así­ mismo. Finalmente debí­a llegar al rí­o subterráneo, en donde serí­a bautizado y enseí±ado por una sacerdotisa en los misterios del Gran Arcano; una vez lavado y purificado serí­a llevado a la ciudad ceremonial de Chichen Itzá, en donde comenzarí­a su aprendizaje en el Templo de los Falos, lugar donde se venera a la Diosa Madre-Ixchel, patrona y seí±ora de los nacimientos y del adepto. Poco a poco irí­a avanzando entre los diferentes templos o pirámides, en donde recibirí­a en cada uno de ellos la dialéctica del conocimiento Gnóstico-Maya, hasta llegar a alcanzar el grado de Halach Uinik o Quetzalcaan. Y aun habrí­a grados más elevados espiritualmente.

Al caminar por el interior de la zona arqueológica, podemos imaginarnos la época de su grandeza, en el espí­ritu profundo y grande de estos iniciados gnosticos-mayas, en esta extraordinaria ciudad ceremonial, donde aún se percibe en su templos y pirámides, la vibración preciosa de su sabidurí­a labrada en piedra. Chichen-Itzá, ciudad santa de las siete puertas de oro (sí­mbolo de los siete cuerpos levantados y revestidos de oro purí­simo del Espí­ritu Santo) que ya habí­a visto levantarse a la Serpiente con plumas de oro del pájaro Quetzal (representación de la sabidurí­a del universo, fusionada con el espí­ritu divino del ser: el Quetzal sagrado). Por mencionar algunos edificios y la importancia de sus conocimientos ocultos, encontramos al Templo de los Tigres, que en la pared exterior se aprecia grabada la figura de un anciano, quién es Itzamna, que significa: el Anciano de los dí­as, el corazón del cielo, la bondad de bondades, el rocí­o del cielo, nuestro padre intimo; en legua maya su nombre sagrado reza: ”Itzen Kaan»,» Itzen Muyal» (soy la sustancia del cielo, soy la sustancia de las Nubes), su barba, representa la sabidurí­a de la Creación Universal, a la altura del pecho aparece el sí­mbolo del cero Maya en forma de ojo. Este sí­mbolo representa también el nivel macro-cósmico (el sol, los planetas) y el nivel micro-cósmico (la tierra, el hombre)… continuará


Graciela Machuca

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