Esta es la historia de un nií±o no como todos, sino de un nií±o muy especial, de esos que son un reto para los maestros pero más para sus papás, de esos que parece que ahora se dan  por  racimos y que en lugar de ser aceptados en  desafí­o, se les hace a un lado por creerlos una molestia.  Recordemos que todo lo escrito que se asemeje con la realidad es pura coincidencia y espero en Dios que las coincidencias sean nulas.
Todo inició cuando sus padres, aún muy jóvenes para hacerse responsables de una vida, fallaron en la cuenta. O mejor, cuando sus padres contrajeron matrimonio sin haber acordado tener hijos pronto, en fin, cualquiera que fuera el principio, no importa, lo cierto es que aún no habí­an notado la responsabilidad y dedicación que implica ser padres. Situaremos nuestra historia en una pareja de clase media, en donde papá cuenta con un buen trabajo, pero que absorbe más tiempo que el que desearí­a para poder disfrutar a su familia y mamá es la clásica chica que cree que vivir la vida al 100%, es vivir en ”sociedad», aunque con ello descuide lo que en realidad vale la pena. En este caso por ponerle un nombre a nuestro pequeí±o lo llamaremos íngel.
¿Han notado algo raro en ese nombre? no se la razón pero hasta parece mal augurio, cuando un nií±o lleva este nombre, pocas veces le hace honor a la santidad. Bien, pues Angelito desde que se encontraba en el vientre de mamá era un chico que gustaba de ocasionar sobresaltos. Su mamá varias veces se vio en el hospital por distintas razones, aunque la mayorí­a de las veces eran los achaques normales del embarazo, sin embargo, para ella era lo más molestoso que le podí­a suceder, hasta el grado de mencionar a viva voz que ya estaba harta y solo esperaba tener al bebé para poder dormir tranquila y salir con sus amigas como lo hací­a antes ¡Grave error! En primer lugar: nada, absolutamente nada serí­a como antes, segundo: para nada denotaba ilusión por su bebé, y tercero: se olvidó de escuchar las últimas noticias para tener hijos triunfadores, en donde se reafirma con frecuencia que el bebé es capaz de percibir las sensaciones positivas o negativas que los padres tengan de él, y que con seguridad desde el útero se inicia con el brí­o que tendrá para ver la vida futura.
Bueno, por fin llegó el dí­a, un poco adelantado a la fecha, por lo que requirió que íngel estuviera unos dí­as en la incubadora. A pesar de ser un nií±o prematuro Angelito pegaba unos gritos enormes si tení­a hambre o si estaba sucio, abrí­a sus enormes ojos adornados de hermosas pestaí±as que enamoraban al verlas. Cuando su papá lo cargaba dormí­a pací­ficamente o se quedaba mirándolo y balbuceando como queriendo platicar con él, sonreí­a abriendo la boquita y apretando los ojitos como queriendo agradar, era como ver el sol por las maí±anas; pero cuando papá estaba trabajando o intentaba descansar de la ardua jornada, la mamá no sabí­a que hacer y lejos de consolarlo y tranquilizarlo lo dejaba horas enteras llorando en el porta bebé o en el cunero,  con el pretexto de que era para no mal acostumbrarlo.
Pasó el tiempo, Angelito cumplió 2 aí±os y se volvió el nií±o con más energí­a que se haya conocido: subí­a y bajaba de los lugares que para otros nií±os era imposible, corrí­a por toda la casa, aunque la mayorí­a de las veces terminaba en el corral o amarrado a la silla de comer hasta que se dormí­a. Mientras, las cosas en casa seguí­an igual o peor: los pleitos entre mamá y papá por el cuidado y la buena educación del pequeí±o ya eran frecuentes, ella siempre se quejaba de aburrimiento y sobre carga de quehaceres y él tratando de suplir su ausencia con exceso de consentimiento. Pero en realidad lo que más le faltaba a íngel eran verdaderas muestras de amor  de su mamá y la guí­a positiva de ambos. Pero como en casa sólo escuchaba gritos y agresiones y luego observaba que terminaba en reconciliaciones de largos abrazos, pensó que el agredir era un requisito para ser abrazado posteriormente, pero no se explicaba por que a él no le funcionaba y probaba una y otra vez sin éxito, especialmente con mamá.
Pasaron los meses, y sus papás a punto del divorcio quedaron embarazados de otro bebé, el cual pensaron serí­a la reconciliación y fortalecimiento de su familia: lo que en realidad compondrí­a a íngel. Sin embargo, no tomaron en cuenta las implicaciones que ello traerí­a… Les espero en la próxima revista para continuar con la historia de íngel, no se la pierdan.

Graciela Machuca

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