PROTESTA

Después de la aprobación del paquete fiscal en el Senado de la República, casi en el mismo sentido que ocurrió en la Cámara de Diputados, con la salida fácil del PRI de abstenerse dejándole el camino libre al PAN, se comprueba que los verdaderos dueí±os de México son los poderosos grupos empresariales y que la élite polí­tica está a su servicio en la medida que así­ convenga a los intereses de ambos.
Unos por temor a las represalias de los dueí±os de las televisoras y otros porque podí­an perder el financiamiento que reciben de los empresarios más ricos del paí­s, pero el caso es que los senadores demostraron que el pueblo es sólo el medio que necesitan para llegar al poder, y ya estando en él, los que mandan son los que pueden comprar sus conciencias.
Aquellos grandes tribunos que incluso dieron su vida por defender a los menesterosos que en México son utilizados como carne de caí±ón pertenecen a la historia, los legisladores de hoy son meras comparsas del poder que los encumbró y los peores verdugos del pueblo.
Aunque los senadores del PRI se abstuvieron de votar el paquete fiscal que finalmente aprobaron los panistas, son igualmente responsables del golpe mortal a la economí­a de millones de mexicanos, que observan cómo sus ”representantes populares» volvieron a traicionarlos una vez más.
Las bravatas de los senadores priistas de que modificarí­an el presupuesto de ingresos que aprobaron los diputados sólo fue un engaí±o más, al final se abstuvieron, y eso resultó ser una burla más cruel. En sus manos estuvo echar para atrás el mamotreto legislativo, pero los verdaderos dueí±os de sus conciencias les dijeron que se abstuvieran, a pesar de la reprobación pública que generó su actitud.
En manos del PRI estaba aprobar una verdadera reforma fiscal que obligue a los poderosos empresarios a pagar impuestos, pero se fueron con la cómoda de hacerse a un lado en una postura que desnuda en toda su crudeza el desprecio que sienten por los ciudadanos que votaron por ellos.
Saben los priistas que México es un paí­s que no tiene memoria, que lo que ocurre hoy se olvida maí±ana, ahí­ está el caso de los nií±os sacrificados en la guarderí­a de Hermosillo que todaví­a claman una justicia que no llegará, a pesar de las evidentes irregularidades que cometieron los dueí±os del establecimiento pero que están protegidos por el poder.
Sólo en las urnas los mexicanos podrán cobrarse los agravios, como ocurrió en 1997 cuando el PRI perdió la mayorí­a en la Cámara de Diputados después de aprobar el incremento al IVA de 10 a 15 por ciento. El dilema está en votar por los mismos verdugos o voltear la mirada hacia el PRD; la verdad no hay mucha diferencia con estos últimos a pesar de que se dicen de izquierda, porque gobiernan como los regí­menes de derecha o igual que lo hací­a el PRI de la época del populismo.
El paquete fiscal avalado por los senadores del PRI con su abstención, no es más que una salida fácil del gobierno para tratar de enfrentar de manera momentánea la crisis económica, sólo que de nuevo los sacrificados son los mismos contribuyentes cautivos que están a punto de engrosar la lista de los menesterosos.
Muchos aí±os los mexicanos vivimos de prestado, el auge de la industria petrolera evitó que nos diéramos cuenta que el sistema fiscal era deficiente, que de colapsar el precio del hidrocarburo y seguir creciendo la burocracia en ese sector, en poco tiempo despertarí­amos de un sueí±o que al final sólo benefició al gobierno, al sindicato y a sus lí­deres.
La clase polí­tica del PRI y la que se ha encumbrado en el poder durante los últimos nueve aí±os, ha sido incapaz de ver más allá de sus intereses para darse cuenta que en cualquier momento, ese paí­s maravilloso gracias al petróleo iba a colapsar y a arrastrarnos hacia crisis cada vez más profundas.
Pero sabí­an que podí­an colgarse nuevamente de los contribuyentes cautivos igual que lo hicieron en 1997 y ahora en el 2009, sin pensar siquiera un momento en cambiar las estructuras de un sistema fiscal ineficiente, injusto con las mayorí­as y benevolente con los grandes empresarios.
Los diputados y senadores han demostrado lo que en realidad son, se han quitado la máscara para mostrarse en su verdadera dimensión: se dicen ”representantes populares» pero en realidad representan al capital, a la clase polí­tica que los encumbró, a los gobernadores… menos a los ciudadanos.

José Cruz Escalante

Graciela Machuca

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