Luz Arévalo Montalvo

Maya sin fronteras es una ventana, por decirlo de alguna manera, por la cual pueden asomarse adultos, jóvenes o nií±os, que así­ lo deseen; en números anteriores, hemos tenido la oportunidad de dar a conocer composiciones literarias de alumnos de la escuela Secundaria General ”Zamnờ de la ciudad de Tulum, las cuales han sido apreciadas en su justa dimensión por nuestros lectores; hoy daremos a conocer un hermoso cuento de la imaginación de un par de pequeí±os de 11 aí±os de edad, quienes cursan el sexto grado en el ”Instituto Kambal» de Felipe Carrillo Puerto: Alejandro Canul Arévalo y Erick Herrera González, integrantes del grupo de la maestra Marí­a Eugenia Luna Trejo. Disfrútenlo:
”Los Aluxes en las Ruinas»
En un dí­a soleado de verano, mi abuelito, mi primo y yo hicimos una caminata por el monte: encontramos una ruina y cerca de ella habí­a un hombrecito desnudo, famélico, que llevamos al pueblo, allí­ le dimos comida, agua y ropa. Nos propusimos a educarlo para que viva con nosotros, mi abuelito le enseí±o a leer y escribir aunque no tomaba las letras en serio, mi primo se propuso enseí±arle buenos modales, los cuales le causaban risa, yo querí­a que aprendiera un oficio para que con esto pudiera vivir en sociedad, pero por más que poní­amos empeí±o en nuestros objetivos, daba la impresión que nada de ello le atraí­a, entonces empezamos a cuestionarnos sobre cual era el motivo de este comportamiento sin encontrar razón valida alguna. Así­ que un buen dí­a decidimos dejarlo en paz para ver su reacción, entonces cuando pensó que estaba fuera del alcance de nuestra vista, de manera subrepticia se fue alejando poco a poco hasta encontrarse con sus compaí±eros, de igual manera nosotros lo seguimos, ya que esta fue la intensión.
Al encontrarse con sus compaí±eros aluxes, vimos como entraban en un túnel, seguimos tras ellos y ¡Oh sorpresa! ¡Quedamos maravillados! No lo podí­amos creer, tallamos nuestros ojos y comprobamos que entraron en un hermoso castillo subterráneo, iluminado por varios soles de hermosos colores que giraban emitiendo luces y sonidos, que al yuxtaponerse lo baí±aban de hermosos colores y música jamás oí­da por los mortales; al pie del castillo habí­a un nido en el cual dormí­a plácidamente un dragón, rodeado de una barda la cual brillaba con mucho resplandor y de ella salí­an cabellos que al igual que Medusa, eran serpientes encargadas de cuidar celosamente el nido. Nos quedamos boquiabiertos al ver junta tanta magia pura.
Avanzamos un poco y encontramos una aluxa vendiendo pozole energético que era necesario para seguir el camino, pero ¿con qué pagarle? Tal vez con monedas de oro o piedras preciosas, pero… grande fue nuestra sorpresa al ver que los aluxes le pagaban con maderas talladas en forma de animales; mi primo llevaba un trozo de madera en la bolsa de su pantalón y mi abuelito una navaja filosa, rápidamente tallé la figura de un hermoso jaguar y discretamente se la ofrecí­ a la vendedora, ella se asustó al recorrernos con la mirada, ya que le parecimos gigantescos, dado su diminuto cuerpo, sin embargo comprendió la necesidad nuestra de su rico alimento, lo tomamos e inmediatamente nos salieron alas en la espalda, las cuales al ser agitadas nos elevaron hacia alturas insospechadas, pudimos observar un lugar maravilloso, más allá de cualquier loca imaginación, vimos dinosaurios, dragones, una exuberante vegetación, plantas carní­voras gigantescas, piedras preciosas de gran tamaí±o (que una milésima parte costarí­a en nuestro medio una fortuna), unicornios alados hermosí­simos con llamas por cabello, un sinfí­n de maravillas jamás vistas; como el efecto del pozole se estaba acabando, tuvimos que buscar un lugar para aterrizar, a lo lejos vimos un lago donde una manada de unicornios se refrescaban (sin apagárseles las llamas ) y hacia allí­ nos dirigimos para acuatizar. Los unicornios nos recibieron amablemente, sorprendiéndonos que hablaran en todas las lenguas. Pero nuestra curiosidad crecí­a y decidimos ir más allá de lo visto, para lo cual pedimos a nuestros nuevos amigos nos llevaran en sus lomos y así­ seguir recorriendo tan fantástico lugar, ellos con todo gusto aceptaron nuestro deseo, pero nos pidieron que nos cuidáramos del dragón cercado, ya que tení­a un apetito feroz y se despertaba a las 6 de la tarde al desvanecerse su cerca y entonces salí­a en busca de su alimento, que era preferentemente humanos, cosa que nos asustó demasiado y preferimos iniciar nuestro camino de regreso, pero eran las 5:58 ¡Nooo! ¡Ese era nuestro final! así­ que le pedimos a los unicornios que nos escondieran, en ese momento apareció el dragón con una brocheta de alux asado, al vernos se relamió los bigotes y entrecerró los ojos de manera sospechosa. Ante tal situación corrimos con tanta velocidad que parecieran salirle alas a nuestras piernas, nos perdimos en la maleza, y molesto el dragón empezó a echar fuego por sus fauces, prendiendo así­ la vegetación, se acercaba nuestro fin, pensamos que nadie podrí­a salvarnos, cansados, tristes y acongojados, temiendo terminar nuestra existencia, calcinados o en la panza del dragón, nuestro último refugio era el lago; cuando entonces aparece nuestro amigo el alux (aquel que habí­amos tratado bien ) y nos guió por un pasaje subterráneo para poder salir de allí­. Que alivio sentimos, y mejor decidimos cerrar la puerta de acceso a ese otro mundo habiendo aprendido a evitar meternos donde no debemos y respetar las formas de vida diferentes a la nuestra. Fin
Hermoso, ¿Verdad?

Una fantasí­a muy acorde a los tiempos que vivimos.
Espero haya sido de su gusto.

Hasta la próxima.

luzmarev4@ hotmail.com

Graciela Machuca

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