El espí­ritu de la sociedad resentida

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Hay un sentimiento  social que va creciendo en todos los ámbitos, la conducta de los individuos que componen los grupos, los colectivos, etc. denota actitudes con alta dosis de negatividad hacia los asuntos; no hay acuerdos entre las partes, hay mucha dificultad para construir lazos de comunicación para resolver los problemas en la sociedad. En la televisión, con frecuencia vemos y escuchamos noticias que demuestran actos de violencia, en los periódicos de igual manera, las páginas están plagadas de gran contenido reaccionario, lo mismo las declaraciones como los comportamientos, desde lo individual hasta los grupos, desde las clases sociales más bajas hasta las más altas, lo mismo desde el Congreso entre los legisladores como entre el gobierno, en la escuela, en la calle o en la familia; hay un resentimiento social que degrada la calidad de vida afectiva de los mexicanos.
El resentimiento, es una relación emocional con carga negativa que se manifiesta entre las personas, es una reacción que sobrevive y vuelve a revivir repetidamente, afectando las relaciones entre los hombres y mujeres, por supuesto con una afectación hacia las partes. Volver a sentir la misma  emoción, es un re-sentir, lo que lo hace doblemente negativo. Al expresar ese sentimiento de hostilidad hacia los demás, nos vuelve incapaces de construir puentes de comunicación que resuelvan nuestros problemas, con consecuencias sociales nefastas que se traducen en una falta de crecimiento. Pareciera que nos agrada auto intoxicarnos psí­quicamente,  al reprimir de manera sistemática esa carga de emociones y afectos que nos cuesta trabajo manifestar positivamente.
El hombre resentido tiene una gran insuficiencia que gira en torno a lo atormentado y angustioso en que se encuentra, por ello, tiene un juicio adverso sobre su misma persona.
El resentimiento, es la expresión del instinto de poder insatisfecho, es ese poder del débil,  al no disponer del poder suficiente para hacer frente a las cosas de la vida. La envidia, en ocasiones se enmascara y es fuente de resentimiento, pero también puede caer en el rencor, en la conducta hostil, agria y déspota. El resentimiento es ese sentimiento reactivo lleno de agresiones que se proyectan contra los demás y que últimamente se ha vuelto crónico. Ahora, hay resentimiento contra cualquier cosa, incluyendo la naturaleza, nos molestamos, contra el sol,  la lluvia, el frí­o,  y lo que se nos ponga enfrente, sin embargo, solo es muestra de una conducta que va en función de nuestras propias carencias y buscamos que los demás sufran por lo que nosotros sufrimos. Entonces encontramos individuos resentidos contra la vida y la naturaleza.
A pesar del avance de la ciencia y la tecnologí­a, el ser humano todaví­a siente resentimiento contra la naturaleza, porque ésta aún impone sus condiciones  a través de desastres naturales que arrasan contra la humanidad cada vez más con mayor furia, y el hombre impotente e incapaz nada puede hacer.
Los valores de la  sociedad son trastocados por el resentimiento de los individuos de la misma sociedad que la componen, deteriorando la estructura y las bases de la nación, donde hombres y mujeres demuestran una actitud de animadversión colectiva. Tan es así­, que las generaciones jóvenes tienen  que luchar con frecuencia contra el resentimiento de las generaciones viejas, traducidas en quejas ideológicas, queriendo demostrar que todo pasado fue mejor y los jóvenes no comprenden. De esta manera, el resentimiento, tiene efectos hacia dentro de la persona, envenenándolo y produciendo graves distorsiones de personalidad y formas de aprender y practicar los valores. Por ello, nos encontramos ante una sociedad compuesta de seres humanos con valores alejados de la verdad, la certeza, la tolerancia, la honestidad y el respeto.
La sospecha, la conducta hostil y la desconfianza, van carcomiendo lentamente los ví­nculos que atan la moral del civismo, empujando al hombre a actuar de una manera, que de otro modo serí­a más cortés y patriota.
En un panorama como el anterior, la justicia juega un papel importante para enderezar el rumbo, cuando hay voluntad para corregir y reorientar la civilidad social, la justicia que se imparta deberá ser lo más congruente posible ante los ciudadanos, así­ que, el problema de la justicia es también el problema del resentimiento, uno afecta al otro, no hay que caminar mucho para encontrar la solución. Si practicamos el principio de la solidaridad, nos sentiremos parte de la comunidad y juntos podremos resolver los problemas que se presentan, pero de manera aislada difí­cilmente lo lograremos.
La vida democrática también ha de ser otro de los factores que nos pueden conducir a la disminución del resentimiento social, pero ésta debe atender no sólo aspectos superficiales, como la promulgación de leyes que después no se respetan o ir a votar para luego ser cancelados por malos conteos, sino a profundidad, desde lo polí­tico, lo cultural, hasta lo económico como aspectos que tienen que ver con la mejorí­a del nivel de vida de los ciudadanos. Que los representantes de los ciudadanos sean realmente hombres y mujeres í­ntegros a cabalidad para defender los intereses de la ciudadaní­a, más que con palabras con acciones, que demuestren su compromiso ante la gente. Un diálogo serio donde se pueda expresar lo que uno siente aunque al otro no le parezca, donde se discutan los grandes problemas de la nación y la propuesta de acciones que resuelvan éstos problemas pero sobre todo, la puesta en práctica de las mismas en defensa de la sociedad, es entonces un antí­doto contra el resentimiento que embarga a unos y a otros, en esta gran nación; nuestro querido México.

Graciela Machuca

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