En las fauces del miedo… de honor, miedo o burla

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”No sé quién haya inventado y bautizado la historia, quién le haya puesto nombres y dibujos así­ como estigmas de héroes a muchos personajes, quién en nombre del progreso y con el escudo de la necesidad, se enriquece y envilece el inmenso nombre de, HOMBRE.»

Reflexión, bendito tesoro para aquellos que nada tienen que hacer en este mundo tridimensional que se recorre en patines y que se vive a mil por hora en la constante imitativa de la cancunización (ya conquistada por los occidentales y en donde nuestros mayas son vencidos por el brillo de las baratijas y del rápido placer que conduce a la muerte), y del olvido del valor fundamental de la cultura del esfuerzo como alimento principal del progreso.
No se cree, por todo lo que se ha visto y se ha podido vivir, que las instituciones educativas se conviertan en grandes espacios de miles de pesos (en pago de personal ¿capacitado? e infraestructura), en donde se ”pasa» valientemente un tiempo destinado a la enseí±anza y al aprendizaje; en donde precisamente ahí­ se inicia la pérdida del crédito de los valores fundamentales del hombre cuando existe el divorcio entre el ”decir» y el ”hacer», en donde se asesina a la historia por aquellos que se dicen historiadores y los héroes huyen ante la amalgama displicente de quién se dice profesor y nada enseí±a… de quién se dice lí­der y se convierte en explotador… de quién se dice autoridad y todo lo permite, basado en la justificante de… ”quién nada sabe… nada teme». Hágame usted el bendito favor.
En las fauces del miedo… ese miedo que amenaza con destruir de manera total los breves cimientos de una raí­z hecha con gloria y escrita con esfuerzo, con sudor, con sufrimiento y dolor. Ese miedo que indica de manera persistente que las cosas no se hacen mediante la mediática imitación o crí­tica ruin y cobarde de lo que otros pudieran hacer… que no se hace mediante la mediocre aceptación tan sólo de rentar conocimientos sin el propósito de enseí±ar, de hacer y de construir… que no es aprovechándose de puestos o posiciones como se ayuda, sino demostrando que se está para engarzar más eslabones a la grande cadena del esfuerzo común y colaborativo.
De qué sirve entonces el enorme legado histórico que se posee si no se enseí±a verdaderamente a amar a la tierra bendita, a defender las raí­ces que en su seí±orí­o son reconocidas a nivel mundial, sentirse orgullosos de hablar una lengua que ha sido condenada a dentro de muy poco tiempo… ser una lengua muerta, asesinada por la vergí¼enza y la falta de dignidad humanas.
No hacen falta tí­tulos de abolengo para acabar con el monstruo que amenaza con devorar las entraí±as de quienes se encuentran disfrazados de hombres. ¡Hay que quitarse el disfraz de la comodidad para ponerse la piel de la comunidad! ¡Bendito aquel que quiso enseí±ar a un lobo haciéndolo vivir entre los hombres!… ¡El animal huyó de ellos pues resultaron ser peores que el lobo mismo! ¡Esto es el indicador más fuerte de lo que se tiene qué hacer!… Cada uno está por y para algo… cada uno tiene un camino por recorrer y una misión que cumplir, no se busque el trabajo de los demás, cuando el propio aún no está realizado.
Lo difí­cil de todo esto, es que aún en la antesala de la muerte a veces se ignora cuál fue el  motivo de la desperdiciada vida.
Para dejar las Fauces del miedo no hay que leer lo que otros escribieron sino empezar a escribir de manera valiente lo que se está haciendo por uno mismo y como consecuencia por los demás. Los caudillos ya hicieron su trabajo… los filósofos siguen asesinando de manera inmisericorde a la filosofí­a, el materialismo sigue alimentando a las mentes distorsionadas, para hacerlos especialistas en el arte de la mentira y del engaí±o… pero alguien tiene que despertar al hombre para que no siga mutilando las manecillas de los relojes, ni se la pase haciendo barquitos de papel con las hojas de los calendarios, sino tras el enorme letargo se despierte con la lámpara de Diógenes para descubrir al enorme hombre que se encuentra en él.
”No es nada para nadie y es todo para todos» sabia frase de un noble profesor rural que murió en el anonimato, pero satisfecho de lo realizado aunque ninguna escuela lleve su nombre. Claro ejemplo de que quién persigue vida encuentra vida, encuentra satisfacciones, encuentra sonrisas de agradecimiento ciudadano, sin pensar en la zozobra que la ética y la vergí¼enza sienten cuando en cada amanecer se despiertan con el temor de enfrentar de nuevo… las fauces del miedo.
”recuerda hombre,  que en lo bueno o en lo malo nada se podrá hacer de ti,  sin ti»

Graciela Machuca

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