Sentado, frente a mi escritorio, disfrutando de una rica taza de arroz con leche, escuchando una canción que hace dibujar una enorme sonrisa en mi rostro, imaginar el futuro basado en el presente, de repente, una mueca comienza a trasformar la sonrisa que con anterioridad viví­a en mi cara. Una duda ensombreció el panorama; una pregunta se formó en mi mente y la respuesta que vislumbré, me asustó sobremanera.
La efervescencia polí­tica que se vive en nuestro estado hizo que me preguntara ¿Hasta qué punto estamos preparados para una pluralidad polí­tica e ideológica? arribó a mi mente una palabra que, considero, es de suma importancia dentro del ambiente de competencia y de diferencia en las formas de pensar y encontrar soluciones: la tolerancia.
Una pregunta tras otra van naciendo en mi mente, las respuestas son variadas, pero siempre la duda con respecto al final del proceso polí­tico es lo que inquieta; ¿Son los actores polí­ticos que contienden, en este momento, gente consciente del compromiso que quieren asumir? ¿Están preparados para ser tolerantes ante las ideas de sus contrincantes y ante la posibilidad de no ser los elegidos por su partido? La duda que me asalta se convierte en pesadumbre al darme cuenta de las posibles respuestas, ¿Acaso veremos una lucha de egos que se antepondrán a las necesidades de un pueblo que requiere de una persona con capacidad para gobernar adecuadamente a una grey plural?
Si bien mi postura es, y ha sido siempre, la de promover nuestro derecho a elegir a nuestros representantes para los órganos de gobierno, no soy una persona imparcial en este proceso electoral que se avecina, tengo a mis candidatos y partido polí­tico ya definidos, creo firmemente en las propuestas de trabajo que abanderan, considero que cada uno de ellos tiene la llave para poder abrir los candados que limitan nuestro desarrollo económico, educativo y de convivencia. Sin embargo, también soy respetuoso ante los demás candidatos o partidos polí­ticos, soy respetuoso de sus ideas y de las propuestas que hacen, evito posicionar a la o las personas que apoyo mediante el desprestigio de los demás candidatos o partidos polí­ticos; prefiero hablar de las bondades antes que hablar sobre lo que los demás no hacen para poder justificar lo que la persona que apoyo dejó de hacer, a pesar de ser un compromiso asumido. Trato de llevar mi actuar con tolerancia, con una tolerancia real y no con la que actualmente parece ser la definición de dicha palabra: ”Acepta lo que digo y entiende que soy la única opción o no gozarás de los beneficios que te corresponden en dado caso de que yo gane».
No trato de hacer proselitismo polí­tico, para eso hay gente especializada, solo intento hacer un llamado a todas aquellas personas que participan en esa lucha por un escaí±o polí­tico; a esas personas que aspiran (o suspiran) con dirigir nuestros destinos desde una cúpula de poder para que, sea cual sea el resultado de los procesos internos de su partido o los resultados de las elecciones finales, se sumen al trabajo compartido y dejen a un lado el revanchismo que por muchos aí±os ha permeado en el ámbito de la polí­tica municipal, estatal y nacional.
Aprovechando las fechas de marzo, que tanto nos agradan a algunas personas (¡hermosa primavera!), retomaré las palabras que utilizó en uno de sus discursos un personaje de gran relevancia en nuestra nación (no digo polí­tico, porque a lo mejor no a muchos les agrade), Benito Juárez: ”Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz». La relación que tenemos uno con otros implica un respeto a las cosas de los demás, incluyendo las ideas que cada quien posee y, sobre todo, a la libertad de cada uno por elegir y decidir cómo actuar.
Aprovechemos estos tiempos para poder trabajar con nuestras áreas de oportunidad y desarrollar nuestra habilidad para escuchar a los demás y comenzar a practicar la tolerancia… comprometámonos con nuestros conciudadanos antes que con nuestro ego y aprovechemos para tomar nuestro cincel y martillo y darle forma a la piedra bruta del futuro prometedor hasta convertirla en un presente bello y real.
Comprometámonos con nuestro pueblo, con nuestra ciudad, con nuestro municipio, con nuestro estado, con nuestro paí­s, pero sobre todo con nosotros mismos… después de todo, quien no quiere ser respetado y aceptado.
¡Ah!, por cierto, la Real Academia Espaí±ola define a la tolerancia como el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias (RAE online, 2010). Por eso no olvidemos al benemérito de las Américas y vivamos, ¡A Lo Juárez!

Por Eduardo Ariel Herrera Avila

Graciela Machuca

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