La olvidada y miserable zona limí­trofe

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La denominada zona limí­trofe situada entre los estados de Campeche y Quintana Roo, como se sabe, es territorio en disputa, ambas entidades se encuentran aún en un embrollo legal que va para largo, y por lo que se ve, aunque sabemos que el gobierno de Quintana Roo tiene la razón. jamás tendrá solución. En esta extensión territorial se localizan decenas de comunidades, establecidas en su mayorí­a desde aí±os atrás cuando habí­a que reunir determinado número de habitantes para poder transformar el territorio en estado, con todos los beneficios que esto conlleva. Los pobladores provienen de la mayorí­a de los estados de la república, principalmente de Yucatán, Tabasco, Veracruz, Chiapas y Durango, aunque hay uno que otro hondureí±o, salvadoreí±o, guatemalteco o beliceí±o.
En un principio la fundación de todas estas poblaciones contaron con el apoyo tanto de autoridades federales como estatales y municipales, los asentamientos se conformaron en terrenos donde las autoridades estatales determinaron que deberí­an cubrirse esos vací­os territoriales. Con el devenir del tiempo la mayorí­a de ellas se fueron desarrollando, en tanto otras se quedaron estancadas, incluso varias desaparecieron. Existen comunidades dispersas en las que sus derechos ejidales les fueron otorgados por el gobierno de Campeche o por el de Quintana Roo.
Actualmente no en todas las poblaciones se ve el progreso, más bien se ve el retraso y el olvido. Casi todas cuentan con los principales servicios de manera incipiente, pero hacen falta otros. Ninguna población tiene drenaje, las calles carecen de banquetas. Las casas son de materiales perecederos, sus techos de palma de guano o de lámina de zinc, no cuentan con letrinas, los pisos son de tierra y se vive en acinamiento. Los servicios de salud por consiguiente, no en todos los pueblos hay clí­nicas ni médico permanente. Las brigadas de salud igual que la mayorí­a de los servicios han sido proporcionadas por el gobierno campechano.
La zona limí­trofe deberí­a ser llamada la ”zona doble», porque hay algunos pueblos con dos delegados municipales, escuelas con dos directores, con maestros de un estado y del otro. Los habitantes tienen dos credenciales de elector, pero sólo pueden votar en uno de los dos estados.
Con respecto a la educación no existen escuelas con la mayorí­a de grados en todos los pueblos, las que tienen suerte un solo maestro imparte clases a varios grupos dentro de una misma aula. Como en la mayorí­a de los servicios, las escuelas han sido construidas por Camapeche. Una seí±ora del poblado de Frontera comentó al autor de este artí­culo que los maestros de Quintana Roo son demasiado informales: ”llegan el martes y se van el jueves, a veces faltan, siempre están en juntas en Chetumal, en cambio los de Campeche cumplen con todas sus obligaciones, los nií±os aprenden más «.
De las escuelas secundarias ni se diga, son escasas y sólo existen en muy contados casos, y si las hay son tele secundarias generalmente. Preparatorias hay en Civalito y en Caobas, así­ como en otras cercanas a Campeche, en la modalidad de Bachilleres. Yo mismo fui testigo de haber visto estudiantes caminando por la carretera desde su pueblo de Ojo de Agua hasta Civalito, diez kilómetros de ida y diez de regreso, es decir veinte diarios. Si sus padres consiguieron dinero a veces pueden pagar el transporte de una camioneta que contratan entre varios estudiantes. Cuando hay lluvia caminan enlodados cubriéndose con plásticos o cartones de cal o de cemento. Casi siempre andan con zapatos desgastados o rotos, caminar tanto no les permite cuidar su calzado. Muchos de ellos faltan a clases porque no pueden cumplir con lo que les piden en la escuela, o simplemente no comen porque no hay dinero en su casa. Sólo unos cuantos muchachos terminan la escuela y muy pocos tienen la oportunidades de llegar a una universidad o de concluirla, es todo un reto.
En la comunidad de Tres Garantí­as como en todas se sufre en el sentido estricto del término, sin embargo con ese sufrimiento y carencia que caracteriza a casi todos los estudiantes de las comunidades quintanarroenses indí­genas y de la zona limí¬trofe, existen quienes han demostrado llegar muy alto, como es el caso de una pequeí±a nií±a de esta población, su nombre es lo que menos importa, aunque se cual es le llamaré Marí­a. Ella es hija de gente humilde que trabaja dí­a a dí­a bajo el ardiente sol para poder mantenerla igual que a sus demás hijos. Marí­a creció como crece una estudiante rural que desea triunfar en la vida a pesar de todas las adversidades imperantes en estos dí­as, con dificultades, con carencias. Pasó por la secundaria y la preparatoria. Ingresó a la Universidad de Quintana Roo sin esas becas que le da el gobierno estatal a los hijos de los polí­ticos o de los empresarios para estudiar en el Tecnológico de Monterrey o en la Universidad de las Américas, etc. Marí­a hoy está en una universidad francesa como maestra impartiendo clases de espaí±ol y de francés. Ojala y hubiera miles de Marí­as en Quintana Roo, en México y en todas partes donde no es fácil educarse como es el caso de nuestro paí­s. Marí­as hacen falta en la Secretrí­a de Educación de Quintana Roo, también hacen falta en la Secretarí­a de Salud, en la Casa de la Cultura, en el Congreso, en las demás secretarí­as de gobierno, hacen falta muchas Marí­as…no polí­ticos o funcionarios que desconocen una mesa donde no hay carne, donde no hay pollo, donde no hay pan. En la mesa de las Marí­as únicamente se come frijoles, salsa, tortillas, algunas veces raí­ces y plantas, corazón de corozo o retoí±os de guano, quelites o verdolagas si es temporada de lluvia y si es que se dan ahí­. La sal nunca falta, siempre acompaí±a una tortilla Cuando el abdomen se dobla por el dolor y los retortijones que producen el abre.
En todas partes donde pregunté quien los beneficiaba más contestaron: ”el gobierno de Campeche». También dijeron que cobran ”progresa» en los dos estados y a veces ”Procampo» y otros programas.
Un campesino de Frontera me dijo que los polí­ticos de Quintana Roo nunca regresan después de que ganan las elecciones y les pidieron el voto, también me contó que a su pueblo nunca lo ha visitado un candidato a gobernador o un gobernador de Quintana Roo, que en cambio los de Campeche sí­ van, regresan y llevan beneficios a la comunidad en agradecimiento. ”Los polí­ticos de Quintana Roo sólo nos reparten despensas, gorras y playeras, juegan con nuestra hambre, creen que somos animalitos del monte, que no nos damos cuenta como nos tratan», agregó.

Graciela Machuca

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