Proliferan construciones contra el medio ambiente

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La proliferación de construcciones ”ecológicas» a lo largo del estado de Quintana Roo es un fenómeno que podrí­a interpretarse como progresista, hace pensar como si en realidad los empresarios, los prestadores de servicio y algunas instancias gubernamentales finalmente lograron concientizarse sobre el daí±o que se le está haciendo al planeta. Sin embargo esto no es así­. A lo largo de la costa se han venido daí±ando las lagunas, los manglares, los rí­os e incluso los cenotes sin que verdaderamente nadie haga algo al respecto para detener su avance. Existen casos aislados en que ciertas instancias han venido interviniendo pero no es general.
Lamentablemente el sur de la entidad se habí­a salvado de estos verdaderos desastres, hoy en dí­a se han estado construyendo áreas protegidas, reservas, restaurantes y hoteles ecológicos que en verdad no tienen nada de este término. Hay quien llama ecológico a un hotel por el simple hecho de estar metido dentro del monte o a la orilla de la laguna o  de un rí­o, y para su construcción se arrasó la vegetación y se modificó la topografí­a. Hace algunos meses se anunciaba a la orilla de la carretera llegando de Chetumal a Bacalar, apareció un letrero enorme en el que se anunciaba ”Restaurante ecológico Cenote Azul». Para levantar dicho anuncio se cortaron varios árboles que yací­an tirados a la orilla, actitud con la que se demeritaba una falsa apreciación de la realidad. Al llegar al Cenote Azul, pudimos comprobar las aberraciones que se pueden hacer en Quintana Roo, un restaurante en plena orilla del cenote, uno de los cuerpos de agua más bellos del mundo controlado de alguna manera por un restaurantero que por supuesto demerita la preservación de la naturaleza. Para ver el cenote es necesario entrar por el complejo comercial, y aunque no se cobra por verlo se le ha restringido el paso natural al público.  ¿Cómo puede ser que un cenote tan importante que podrí­a ser declarado patrimonio de la humanidad esté en manos de un particular? Pero no solo eso, sino que de ecológico no tiene absolutamente nada con toda esta mole de concreto de diversos niveles de mal gusto.
A la orilla de la laguna de Bacalar y de la carretera misma entre esta población y la capital del estado también han proliferado pequeí±os hoteles ”ecológicos» o simples espacios de esparcimiento campirano que demerita mucho con tantas construcciones, en su mayorí­a de mal gusto. ¿Qué no hay quien rija este tipo de construcciones que contribuyen a destruir a la naturaleza? ¿Qué tan difí­cil es orientar a sus propietarios para evitar la destrucción de los árboles y la ruptura del paisaje visual? No es que se esté en contra del turismo, al contrario, es necesario ofrecer a los visitantes espacios más apegados a la naturaleza, pero no a instancia de la deforestación y de la destrucción de los manglares.
Frente al fuerte de Bacalar, al otro lado de la laguna hay una construcción de concreto y block que agrede al bello paisaje natural de la laguna, y hasta ahora nadie ha intervenido.
No obstante de ser un área protegida, la Isla de Tamalcab está siendo depredada, mediante una visita reciente se comprobó que importantes extensiones de selva han sido abiertas a manera de brechas y que personas sin escrúpulos que llegan al lugar han dejado la basura en cantidades importantes. Hasta hace algún tiempo esta isla se habí­a salvado de agresiones, sin embargo todo parece indicar que su transformación es inminente.
La situación que estamos viviendo con respecto al calentamiento global es un problema que concierne a todos, no sólo al gobierno, sin embargo éste es el que debe poner el ejemplo. Hay que vigilar más a los empresarios, porque en su mayorí­a lo que únicamente les importa es el dinero sin preveer el daí±o que le hacen a la naturaleza.  ¿Acaso es imposible entender que las futuras generaciones están en peligro? Si esto hasta un nií±o de primaria lo sabe.

Graciela Machuca

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