PELIGRO para las mujeres en las elecciones 2011.

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Este aí±o, cuando comienza la segunda década del siglo XXI, habrá poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), antiguo par- elecciones locales en siete entidades del paí­s, donde se renovarán 338 tido de Estado. Y lo peor de todo es que no hay diferencia entre los puestos elegibles y vuelve a campear la idea de las alianzas entre las fuerzas progresistas y la derecha-, algo verdaderamente importante para la vida y la condición de las mujeres.

En este 2011 se elegirán seis gobernadores o gobernadoras, así­ 116 congresistas estatales y 224 presidentes municipales. Ello signifi- ca que en cuatro entidades se modificará el plantel congresista: Baja California Sur, Coahuila, Nayarit y Michoacán.

Al final de 2010 y contra toda la tradición despenalizadora del aborto en México, Tamaulipas se sumó a las entidades donde los congresos pusieron en la Constitución estatal la categorí­a de persona al feto. Y se sumó porque tení­a ya una iniciativa al respecto.

Hoy suman ya 17 los estados donde se consideran derechos al feto. Todo ello sucedió entre 2008 y 2010, y existe una iniciativa para reformar la Constitución general del paí­s. Además de la enviada por el Congreso de Veracruz, se sumó otra a la lista en el último periodo de sesiones, con lo que creció el peligro de perder las excepciones de aborto.

Importa el calendario electoral porque en Baja California Sur, donde habrá elecciones el 6 de febrero para renovar todos los órganos de gobierno, existe una iniciativa turnada a comisiones, cuyo objetivo es prohibir todas las formas de aborto y una salida aliancista con los partidos progresistas y el derechista (Acción Nacional), lo que nos pone un foco rojo. Y ahí­ donde gobierna el Partido de la Revolución Democrática (PRD) podrí­a haber un nuevo retroceso.

Importa porque en Nayarit ya existe esa modificación constitucio- nal contra el aborto legal, y una alianza serí­a desastrosa, aunque las opiniones se dividan y haya la certeza de pretender parar la llegada al partidos, pues los priistas han votado contra la interrupción legal del embarazo en numerosos congresos locales en los últimos dos aí±os.

Igualmente grave lo es para el Estado de México, donde habrá elec- ciones el 3 de julio próximo, porque en esa entidad, además de existir la iniciativa, se han registrado los peores retrocesos institucionales, ade- más de que no existe un Instituto de la Mujer y la concepción familista sólo es comparable con las ideas conservadoras del siglo XIX.

En Michoacán se logró parar el cambio constitucional, aunque ahí­, por la creciente violencia y las dificultades de gobernabilidad, el pronóstico es difí­cil. El gobierno del PRD tuvo serios intentos, en los últimos 11 aí±os, de establecer una buena polí­tica para las mujeres, pero hace cinco aí±os que todo parece imposible.

Las alianzas de los progresistas con la derecha son peligrosas. En Oaxaca, donde todo son bombos y platillos, porque el actual goberna- dor, Gabino Cué, es identificado con la socialdemocracia (donde mu- chas personas pusieron sus mejores instrumentos para ”colaborar»), el gobierno no se define respecto del aborto, a pesar de ser seí±alado o definido como un gobierno que imitará en sus acciones o polí­ticas al gobierno del Distrito Federal, que bajo el mandato del PRD y de Marcelo Ebrard ha avanzado como nunca imaginamos en polí­ticas y programas que reconocen el estatus y los derechos de las mujeres, los homosexuales y las lesbianas. El del DF es un gobierno que no esca- tima recursos para afrontar la violencia contra las mujeres, y existe el aborto legal hasta las 12 semanas de gestación.

Lo que se espera, según el marcaje histórico, es precisamente el establecimiento de gobiernos cada vez más ligados a los compromisos con entidades tan poderosas como la Iglesia católica, los Cuando se hacen las cuentas de lo sucedido en los últimos tres aí±os empresarios retrógrados y las fuerzas más atrasadas dentro del se le hiela a una el alma. Hay 17 entidades con prohibiciones de aborto, además de que hay un crecimiento exponencial de la violencia y el asesinato de mujeres, que sólo entre 2009 y 2010 cobró la vida de 469 de ellas en Ciudad Juárez, Chihuahua, cifra que superó en número a las 427 reconocidas oficialmente y asesinadas entre 1993 y 2007, según todas las investigaciones.

Algo adicional lo es la participación. Los 338 puestos a elegir significan una oportunidad y un reto para la incursión femenina, desde luego, y las campaí±as una ocasión privilegiada para difun- dir los derechos de las mujeres.

El proceso ya arrancó. El próximo 30 de enero se elegirá go- bernador en Guerrero, ahí­ donde nació la primera Secretarí­a de la Mujer, una región de gran injusticia donde un dí­a quedó claro que existe el mayor número de muertes maternas y donde la violencia contra las mujeres y el feminicidio es algo mayúsculo.

La alianza con militantes del PAN y de Nueva Alianza es preocupante, entre otras cosas porque el candidato de ”Guerrero Nos Une», íngel Aguirre, es además expriista y no ha manifesta- do opiniones claras sobre la condición de las guerrerenses. Este hombre tiene posibilidades de ganar.

Los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres son fun- damentales y no ha quedado más remedio que estar en la pelea en actitud de resistencia y sin avances en casi todo el paí­s. De seguir la tendencia de lavado de manos, como en el caso de Oaxaca, no existen muchas esperanzas.

En Guerrero, donde podrí­a haber un gobernante apoyado principalmente por las fuerzas progresistas, también podrí­a haber un gobierno con muchos compromisos con las fuerzas de la Iglesia y sectores retrógrados.

En Hidalgo, donde habrá elecciones en 84 ayuntamientos, la cuenta también habla de 31 mujeres encarceladas por aborto, y ello es grave porque la información oficial seí±ala que personal médico de muchos municipios es el que hace las denuncias y propicia el encarcelamiento.

En Coahuila, donde habrá elecciones para todo el gobierno el 3 de julio, no hay posibilidades de gran cambio. El gobernador saliente, Hum- berto Moreira, probablemente vaya a la dirección del PRI, mientras que su hermano pretende ser candidato y gobernador. Ellos son una pareja sui generis, entre progresistas, populistas y de mano dura. Tradicionales, en el tema de los derechos de las mujeres, cuyo progreso fue lento y ano- dino. Ahí­ se usa doble lenguaje y no existe ni por asomo un movimiento potente de mujeres, lo que dificulta mirar al futuro.

La tuerca polí­tica de quienes se van y quienes llegan tras los pro- cesos de elección resulta una tarea fundamental para el movimiento progresista de las mujeres, que pensando en un sólo compartimento del extenso mapa de intervenciones, todo se vendrí­a abajo. Es necesario ver más ampliamente, y un camino a seguir es el de la movilización, el seguimiento y la exigencia de rendición de cuentas a los gobiernos y no necesariamente de la participación polí­tica que agota energí­as y da pocos resultados.

Graciela Machuca

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