Eduardo Ariel Herrera ívila

Caminar encorvado, al parecer, no es su estilo, el bastón se vuelve el arma que lo defiende de los perros que le ladran y le recuerdan ese accidente que lo obligo a no subirse de nuevo a su bicicleta; El ”Huero» ívila (como lo conocen) se desenvuelve en un mundo donde el dominó, las charlas bajo el ceibo y las constantes visitas al Mercado son parte de su vida diaria. Disfruta de esa vida que estuvo a punto de perder en un accidente laboral que lo mantuvo postrado tantos meses, pero enfrentó con tenacidad y deseos por aferrarse a seguir viviendo.

Zoilí­n, por el contrario, se encuentra en su hamaca la mayor parte del dí­a, sus pies ya no son los de antaí±o, ahora se mantiene en casa y no ”volando» como saeta por las calles de su ciudad o de cualquier otra ciudad. Su carácter se ha ido volviendo osco, pero aun conserva esa dulzura, tan caracterí­stica de gente como ella. Sus rezos y sus hijos, son la compaí±í­a diaria que la mantiene con fuerza y la alienta a seguir viviendo mientras las canas inundan su cabeza y las arrugas se convierten en muestras irrefutables de que el tiempo no se detiene.

Los azares del destino llevaron a Elena lejos de su casa, la mantie- nen apartada de la que fue su vida por muchos aí±os, se pasa los dí­as en un lugar desconocido para ella y que tiene muy pocas caracte- rí­sticas de las que ella quisiera tener en este momento. Su afición partidista, vivida sin reparo al lado de su compaí±ero de vida, se ha ido desvaneciendo al igual que muchos de sus recuerdos, ideas y sueí±os. Comparte con una de sus hijas, aunque ella quisiera hacerlo con sus demás hijos… está aprendiendo a vivir sin el compaí±ero de vida que tantas cosas le dejó, que tanta falta le hace.

Un trabajador de ingenio jubilado, un ama de casa, una enferme- ra y partera casera, ¿Qué pudieran tener de parecido?, ¿Qué podrí­a unirlos?… el destino y la vida es tan extraordinaria que la respuesta no puede escapar de la realidad y de lo posible en un universo tan maravilloso como en el que estamos habitando.

Los tres están unidos por el destino, por el hecho de compartir más que solo un espacio geográfico un dí­a o un momento cualquie- ra… los tres están unidos por esa descendencia que ha ido heredando sus ideas y sus caracterí­sticas fí­sicas. Han ido dejando más que solo el apellido y las ganas por vivir de una manera intensa, han dejado huella en las personas que los conocen y los rodean.

Sin embargo, lo más importante ha sido esa herencia por creer que las cosas son posibles, por creer que todo puede mejorar y que las cosas tiene una forma de arreglarse… Las constantes luchas por hacer que el dinero rinda, aun a costa de sacrificios personales, las jornadas extenuantes de trabajo para contar con el recurso que solventara las necesidades que tení­an sus hijos a fin de convertirse en esos profesionistas que hoy son y que le permite descansar bajo el ceibo mientras charla de cosas triviales y sobre la emoción de vivir, es lo que debemos aprenderle al ”Huero» ívila. Ese tesón por vivir, esa administración casi perfecta que le permitió no solo enfrentar las ad- versidades diarias, sino disfrutar de dividendos y poder contar con lo que hoy tienen es lo que debemos copiarle a doí±a Zoilí­n. Esa entrega por su trabajo, aun a costa de no recibir sueldo, esa ayuda que nunca negó (aun a costa de su propio beneficio), ese sacrificio que requie- re la enfermerí­a y al que no le tuvo miedo por más de 30 aí±os doí±a Elena, son cosas que debemos incorporar a nuestra vivir cotidiano… Esa forma de ver la vida y querer a nuestra ciudad, a nuestro muni- cipio es necesaria en estos dí­as donde las cosas parecen imposibles de enfrentar, donde todo parece estar de cabeza y sin la posibilidad de mejorar; esa fe en las personas, esas amistades que duran toda la vida, esos lazos familiares que van más allá de uno apellidos son tan necesarios en nuestro entorno, hacer nuestro (realmente y no solo como lema de campaí±a) lo de ser hermanos mayas y ayudar, en la medida de lo posible al mejoramiento de nuestro entorno…

Así­ como el ”Huero» ívila, Doí±a Zolí­n y Doí±a Elena, entregué- monos a nuestra familia y comunidad… hagamos lo que se espera de nosotros… seamos esos adultos en plenitud como ellos son, por que bien ganado se tienen ese mote. ¡¡Feliz dí­a del adulto en plenitud!! ¡¡Felicidades abuelos!! Y mil gracias por educar a los hijos que hoy se convierten en excelente padres… ¡¡¡Felicidades a todos los abuelos del mundo!!! De corazón.

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Graciela Machuca

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