Ayer conversando con mis hijos, me recordaron un obsequio que hace ya dí­as me hicieran ellos, audio libros, la nueva modalidad de conocer obras, y me preguntó mi hijo, ¿madre cual es tu favorito? Y le contes- te, LA MADRE,¿por qué? Por que no pasa de moda, pero se publico en 1907, si claro, la escribió Máximo Gorky uno de los mas grandes escritores del Realismo Socialista dice otra de mis hijas, con razón me encargaron en la escuela leer la obra, contesto mi hijo, por eso no siento tanto el esfuerzo de pagar tus estudios nií±o, le dije en tono de broma.

Cuéntanos lo que recuerdas Chapis, le dijo mi hijo a su hermana en la sobremesa: la narrativa describí­a una etapa del Zarismo, sus institu- ciones (gobierno, iglesia, policí­a, ejercito, judicatura etc.) obra que fue prohibida.

– Sí­, platí­canos mas má, me pidió mi hijo. Sí­, efectivamente Pelagia fue una mujer violentada (en términos actuales) toda su vida hasta que enviudó tubo un solo hijo Pavel, reservado de carácter, (no siempre el que habla mucho, es el que piensa dice mi hijo)así­ es, contesté a mis comensales, resultó que Pavel se involucro en reuniones clandestinas polí­ticas y de repente se vio como lí­der socialista de la fabrica en la que trabajaba, así­ Pelagia conoce a los amigos de su hijo, y no le gusta la actividad en un principio. Y rechazó por un miedo que Pelagia habí­a tenido toda su vida, pero aun así­, se involucra de tal forma que termi- na siendo la madre no solo de Pavel sino de todos los amigos y amigas de su hijo.

Sigue contando me pedí­an mis hijos, bueno como consecuencia de sus actividades polí­ticas, Pavel es detenido por la policí­a zarista. A partir de ese momento, Pelagia deja de comportarse como una mera espectadora, y comienza a colaborar activamente en las actividades del partido: llevando pasquines a la fábrica de su hijo, transportando periódicos ilegales a las zonas rurales o transmitiendo a campesinos y trabajadores la ideologí­a socialista aprendida de su hijo, a la que ella da un tinte religioso: desde su punto de vista, religión y socialismo defienden el reinado de las clases humildes.

Finalmente, Pavel y sus colaboradores son declarados culpables y enviados a Siberia en un juicio amaí±ado. Al poco tiempo, y cuando la madre se dispone a transportar de nuevo documentación polí­tica ilegal, comprende que ha sido seguida por un espí­a zarista, siendo detenida y duramente golpeada (al defender frente a aquellos que la rodean sus recién adquiridas posiciones polí­ticas en el momento de su detención).

– Y, ¿que pasó luego?- me dice mi Chapis, Gorki cierra en falso la novela al no aclarar al lector el destino final de la madre. ¿Cuál es tu conclusión de una obra no concluida? Que la madre vive, dije, que siempre que exista una causa social, existirán liderazgos concientes que ahora están adormilados como estuvo Pelagia y Pavel y de que la lucha por una sociedad mejor y mas justa valdrá la pena siempre.

-¿Qué fue lo que mas te gustó de la obra?- me preguntó mi hijo. La frase de Pelagia, donde dice al grupo, ”EL MIEDO LO UTILIZAN LOS PODEROSOS PARA SOMETER AL PUEBLO» ¿cómo? si, ese mie- do que sentimos los mexicanos por nuestra seguridad, por nuestra economí­a, por nuestra justicia, por nuestros valores, miedo a ir al infierno, ese miedo nos lo han metido como estrategia para tener- nos sometidos con los gobiernos que les convenga a los poderosos y dejarnos igual que en la época de los Zares. En los que la clandesti- nidad fue la única forma de vivir y de luchar de muchos Rusos en ese sistema de opresion de su noble pueblo. -¿Y el miedo a perder la libertad?- me dijeron mis hijos, igual de gran- de al de perder la salud por que también mata hijos. -Y tu Ma ¿tienes miedo?- me pregunto mi hijo. Ese no es el tema, por lo menos de esta sobremesa, y tu chiquito busca tu libro y ponte a leer, dije a mi hijo. Te prometemos má, que cuando sea yo abogado y la Chapis arqui- tecto, te llevaremos a canocer donde vivió «Maximo Gorki» en Rusia para que sueí±es e imagines a Pelagia y a Pavel. Aceptado que no se diga mas ponte a estudiar, por que con NINIS me quedarí­a con mis audiolibros.

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Graciela Machuca

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