LA MILPA MAYA: ESPERANZA Y HERENCIA NEGADA A LA JUVENTUD

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Bernardo Caamal Itza

Jóvenes son conducidos siste- máticamente a un espejismo y que al final su energí­a y sus conocimientos terminan por no aportarle al desarrollo de su fami- lia y mucho menos a su región, y los únicos beneficiarios de esta forma de vida, es la delincuen- cia organizada y los dueí±os del capital.

· Aun así­ el sistema polí­tico mexicano presume de 5 millones de jóvenes ninis.
Nuevamente en el mayab de hoy así­ como el de ayer… desde los cuatro puntos cardinales se pudieron escuchar el timbre de las voces de los sacerdotes mayas -aj meenoob- formados muchos de ellos por los mismos seí±ores del monte, e invocaron en palabras humildes pero dulces al nohoch yuuntzil – Seí±or Dios, dueí±o de la vida-.

En el fondo de sus voces también se escuchaba al coro de sapos, sapos verdaderos y sapos viento, bajo la dirección de rayos luminosos del relámpago de los yuum chaak, o seí±ores de la llu- via. En este ambiente sonoro, co- bró vida la palabra, rebosaron las sartenejas, se llenaron de nuevo los akales o agudas, los cenotes y los pozos subieron de nivel y la sangre del corazón maya, subió al corazón del cielo.

Como un péndulo buscando restablecer el equilibrio de la naturaleza con lo humano y lo sobrenatural, el hombre maya respira profundo cuando puede aspirar el aroma del maizal y mirar a la vez cómo se mese la mazorca de maí­z en la caí±a del elote y el viento acariciando su cabello, y sentir al fin, que ésta es su Iglesia, su gran Templo, porque ahí­ está la presencia divi- na, la sagrada gracia, la kilí­ich — santa- gracia, el regalo de la vida, el maí­z nuevo.

Para vigorizar la energí­a de esta rueda cí­clica, el hombre maya se prepara para seleccio- nar las mazorcas más hermosas y grandes para ofrendarla en el sagrado JO’OCHE ́, nuevamente a los yuumtziles para que vean, reciban y compartan la esencia del fruto, del trabajo conjunto.

Así­, nos dimos cuenta que no estamos vací­os, porque el vigor de nuestras plantas de maí­z, es nuestro vigor… ,si nuestros nií±os y la juventud no encuentran es- peranzas en otro lado, en el tren moderno, aquí­ los convocamos a recibir esta esperanza como patrimonio.

Aquí­ descansa nuestra raí­z …, nos hemos ido con penachos y hemos regresado sin plumas. No hemos desaparecido, a menos que crean que también somos del viento.

Los más mayores, los cons- tructores de Chichen Itzá, Uxmal, Tulúm entre otros Centros Cere- moniales, aunque no los veamos fí­sicamente, están regresando en el espí­ritu-espiga de los nií±os» u yool palaloob» serán los iniciado- res del nuevo sol, próximo ciclo calendárico maya del 2012.

Nuestras ceremonias, no son del pasado, y que a pesar de su folklorización, los que lo conocen, saben que en el Mayab, corren por sus praderas, vientos de esperanza.

En cada invocación que hagan los sacerdotes mayas, re- cuerdan a las actuales generacio- nes de mayas, que sus orí­genes están en el sagrado maí­z. Eso significa que hay que cuidarlo, como el más preciado tesoro, que no sólo dignifica a quienes lo cultivan, sino que es signo de esperanza para los nií±os y jóvenes que les toca conducir los destinos de esta tierra heredada por nuestros ancestros.

De tal forma que en esta ocasión, la Asociación de Silvicultores del Sur de Yucatán ”U Kanaantaal Sihnal, A.C., al realizar su tercer foro de análi- sis sobre la situación actual del maí­z ”U nalil Kuxtal» – el maí­z de nuestra vida-, y la ceremonia” U jo’o che’il naal»-ofrenda del maí­z-, será para recordar, que sin alimentos, no es posible avanzar, y si no conocemos el significado del maí­z en nuestra cultura, es como estar viviendo con los ”ojos vendados», sin saber porque estamos viviendo así­.

El evento se realizará en el local de la misma agrupación, y de acuerdo al programa cultural, iniciará a las 8.30 de la maí±a- na con la ceremonia maya y posteriormente los campesinos mayas participaran en un foro de análisis sobre el grano.
La ceremonia, será presidida por el sacerdote maya, Fernando Caamal y al terminó, los partici- pantes degustarán elote sanco- chado y atole nuevo.

Graciela Machuca

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