Mujeres y Polí­tica, CIPPEEO, atole con el dedo

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SOLEDAD JARQUíN EDGAR

Todo tiene un principio, un lugar que a veces no alcanzamos a identificar correctamente dónde está. Este aí±o 2012, cuando se ha aprobado un nuevo Código de Instituciones y Procedimientos Electorales para el Estado de Oaxaca (CIPPEEO) se cumplirí­an más del cien aí±os desde que las mujeres oaxaqueí±as exigieron participar en la vida polí­tica o ejercer lo que ahora llamamos derechos polí­ticos.

Ha sido, sin duda alguna, un larguí­simo camino de muchas bajas y pocas altas. Incluso ahora, el nuevo CIPPEEO es una lista de buenas intenciones, carece de dientes suficientes y por si fuera poco hay una serie de reglamentaciones que se dejan a la interpretación y la conveniencia.

En 1997, se reformó el artí­culo 136, fracción cuarta, del Código de Instituciones Polí­ticas y Procedimientos Electorales de Oaxaca, el cual determinaba que ningún partido podrí­a designar a más de 70 por ciento de sus candidatos de un mismo sexo, a la larga era claro ese mandato no era suficiente, por aí±os, los partidos polí­ticos ”cumplieron» registrando a mujeres en las suplencias.

Hace apenas unos dí­as, la Legislatura local aprobó el nuevo Código de Instituciones Polí­tica y Procedimientos Electorales para el Estado de Oaxaca (CIPPEEO) en el que se esperaba fueran resarcidas las ”deudas» con los derechos polí­ticos de las mujeres y se favoreciera su participación en los procesos electorales, incluyendo los municipios donde la elección es por usos y costumbres y donde se margina a las mujeres de sus derechos polí­ticos.

Sin embargo, es claro que por mucho el CIPPEEO no es lo que se esperaba, aunque hay avances en algunos casos, pero lo cierto es que nos quedaron a deber y mucho.

Algunos de los artí­culos fueron escritos en presente subjuntivo, es decir, de una forma en que la oración principal toma el carácter de posible, probable, hipotética, creí­da, deseada, temida o necesaria. Persiste la trampa a través de una recomendación y no mediante una orden concreta. No es lo mismo decir: procurando garantizar a decir garanticen. La primera es una probabilidad, la segunda es un verbo imperativo, que no da lugar a dobleces ni a interpretaciones posibles que finalmente no favorecen a las mujeres porque quienes deciden en los partidos polí­ticos son los hombres.

Un ejemplo es lo que indica el Artí­culo 95, fracción IV y VI donde se seí±ala: ”La integración de sus órganos directivos, en la que se procure garantizar la paridad de género» y, por otro lado plantea, ”Las normas para la postulación democrática de sus candidatos, procurando la paridad de género».

Sin duda podrí­amos pensar que la propuesta del Artí­culo 101 ayudará a lograr la participación polí­tica de las mujeres, por lo que se establece en el numeral XV que plantea como obligación de los partidos polí­ticos ”impulsar y garantizar la participación de las mujeres, en la toma de decisiones e incorporar perspectiva de género en sus acciones de formación y capacitación polí­tica, así­ como el acceso paritario a los cargos de representación popular en los términos seí±alados en este ordenamiento».

El numeral XXI dice que los partidos polí­ticos están obligados a ”procurar la paridad en la integración de sus órganos de dirección yen las candidaturas a cargos de elección popular, y», en ambos casos hablamos de asuntos internos de los partidos que deberán ser resueltos por ellos mismos y sólo que no sucediera intervendrí­an el Tribunal Electoral del Estado o el del Poder Judicial de la Federación.

De igual forma los partidos polí­ticos tendrán derecho a recibir hasta el cinco por ciento adicional del financiamiento anual que le corresponda, de acuerdo al párrafo 1 facción I del artí­culo 107 para capacitación, promoción y el desarrollo del liderazgo de las mujeres. ¿Lo veremos? O cómo ya sucede destinarán ese dinero a otras cosas distintas a la formación de liderazgos femeninos. ¿Lo exigirán las mujeres que militan en los partidos?

Por supuesto que era de esperarse en este nuevo código que las ”trampas» no se dieran ni se dejaran a la interpretación de unos sobre el resto de quienes integran un partido y de quienes aspiran a ser candidatos.

El Artí­culo 153, referente al procedimiento de registro de candidatos, hay una mezcla de buenas intenciones que nos deja claro que nadie se echarí­a la soga al cuello. En el numeral 6, por ejemplo, se establece que las fórmulas de un mismo género (no dice sexo) sólo serán en los casos de representación proporcional y no por el principio de mayorí­a relativa. Así­ que, frente a la no conciencia de quienes dirigen los partidos y la maraí±a de intereses que surgen en esos momentos cruciales de elección de candidatos y, sobre todo, por la falta de dientes del nuevo CIPPEEO, tendremos resultados nada favorables para las mujeres. La ley es clara, sólo en casos de representación proporcional y los de mayorí­a relativa se dejará entonces a la ”voluntad» de los partidos.

En el punto 7 del mismo Artí­culo 153, habla de la cuota de género 40-60 para partidos polí­ticos y coaliciones, la trampa se establece porque no indica en qué lugares deberán ser ubicados: uno a uno o cada tres uno, es decir, si las mujeres son ubicadas al último de la lista, según esta ley no puede objetarse nada.

Y, finalmente, en el punto 8 aparece el verbo  ”procurarờ -presente subjuntivo que no es otra cosa que lo probable-: ”en el caso de los municipios que se rigen por partidos polí­ticos, se procurará integrar plantillas con al menos el cuarenta por ciento de candidatos propietarios y suplentes de un mismo genero». ¿Llamadas a misa? Como las feministas califican a este ”procurara».

La sanción se estipula en el artí­culo 158, cierto, que en el peor de los casos serí­a el no registro de sus candidatos. Pero dejaron en el aire el asunto del lugar que ocuparán las mujeres, dijéramos ”a lo que entiendan los partidos» y ellos sólo entienden que van primero.

Estos son apenas unos ejemplos. La tan cacareada reforma polí­tico electoral sin duda otra vez le quedó a deber a las oaxaqueí±as, en especial para las que militan en algún partido polí­tico, que enfrentarán un proceso electoral estatal en 2013 bajo condiciones desventajosas, porque ¿quién puede asegurar que no truquearán las interpretaciones como ya es costumbre?

Preocupa también lo establecido en el numeral 9, donde se establece que en las poblaciones donde la población sea mayoritariamente indí­gena ”se procurara» postular a candidatos indí­genas. ¿Dónde quedó la cuota de género? La realidad me hace ser pesimista, sí­, porque entonces ”procurarán poner a los indí­genas y no a las indí­genas, porque ”lo primero es lo primero».

Sin duda, el aí±o electoral que se avecina podrí­a ser el escenario de una batalla campal y quienes tienen que tomar las riendas son las mujeres que militan en los partidos polí­ticos y tal vez una de ellas haga historia, porque desde que las feministas empezamos a impulsar el sistema de cuotas ninguna ha recurrido al Tribunal Federal Electoral, terminan, lamentablemente, doblegándose bajo ese mal entendido principio de la ”unidad partidista».

La historia está escrita, ya muchas mujeres de partidos polí­ticos, como las propias diputadas, y de instituciones se adelantaron a festinar ”los avances» del nuevo CIPPEEO a través de sendas declaraciones a los medios de comunicación, tal vez porque no leyeron bien de qué se trataba, tal vez porque están conformes con los dos pasos que ya se dieron, tal vez porque siguen creyendo que la cosa es calmada y sí­ ha sido tan calmada que recuerdo que ya pasaron más de cien aí±os buscando los caminos de una democracia real, donde las mujeres sean incluidas y que todaví­a no llega y seguramente no llegará ante las faltas, las omisiones y las interpretaciones que se puedan dar a lo que no es concreto y mucho menos es claro.

UNA HISTORIA CIEN VECES REPETIDA

Para cerrar la semana, Concepción Rueda Gómez, delegada de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indí­genas (CDI) soltó la bomba, una que es ampliamente repetida, una que ya era conocida y una que durante aí±os calló a pesar de las evidencias, los testimonios, las denuncias y las vidas desechas de nií±as y nií±os que han sido violentados sexualmente por personal directivo y docente de los albergues escolares que se ubican en zonas indí­genas de Oaxaca.

Reitero no es la primera vez que esto sucede, no es tampoco la primera vez que las ví­ctimas se quedan sin recibir ninguna clase de justicia por lo que ya he planteado aquí­, la inoperancia total del sistema de investigación policial que opera y ha operado en Oaxaca desde siempre y que demuestra lo que dijimos la semana pasada, las denuncias no siempre terminan en justicia. Ni los de  ayer ni los de ahora han podido resarcir los daí±os, los maestros simple y sencillamente son cambiados de sede y a nadie le interesa que esas nií±as y nií±os indí­genas y pobres reciban justicia.

En 2008, recuerdo el caso que publicamos de dos nií±as violadas por personal del albergue una en Zacatepec y otra en Tamazulapam Mixe, una abusada sexualmente por el director y otra por uno de sus maestros. Las denuncias fueron presentadas contra las agresores Eloy Nicolás Laureano y Ví­ctor Pérez González. En el primer caso se obsequió la orden de aprehensión en una primera instancia y del segundo la autoridad municipal obligó al padre de la ví­ctima a firmar ”un acta convenio», así­ nada más, a pesar de que la ley no lo permite, seí±alaba entonces con indignación la abogada Flor Gutiérrez.

Por increí­ble que parezca, Eloy Nicolás Laureano fue puesto en libertad por decisión ya saben ustedes de quien, pero por si no lo saben lo recordaré: el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Oaxaca porque se consideró que la nií±a mayor de 12 aí±os habrí­a consentido la cópula. ¿Si como no?

Pero en este entramado de injusticia hay más corrupción y en ella estaban involucrados funcionarios del IEEPO, de la propia institución que ahora volvió a destapar la cloaca, la CDI, y por supuesto la infalible Sección 22, quienes optaron por cambiar a los agresores de esos albergues para ”solucionar el problema».

Por eso digo, alguien quiere curarse en salud y sostiene que son los padres y las autoridades municipales quienes no atienden el problema y que ella ya no puede más, incluso declara a El Imparcial en un tono dramático digno de una de las patéticas series de Televisa, cuando afirma que ”es muy importante abrir este caso, no quedarme callada, porque soy madre, porque soy mujer y porque lo siento en el fondo de mi corazón y con los riesgos que conlleve…» ¿no le bastaba a la funcionaria con ser ciudadana y ser funcionaria obligada a no permanecer callada? Realmente guardó silencio por mucho tiempo, demasiado tiempo. ¿Sabrá lo que siguen pasando estas dos nií±as violadas en los albergues y obligadas a ser madres como producto de esas violaciones? ¿Qué hay detrás de todo esto?

www.caracolasfem.blogspot.com

Graciela Machuca

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