Lo que vio el vecino judí­o de Hitler

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Mick Krever | CNN

(CNN) – «Lo sabí­a muy bien, incluso a los 8 aí±os: sabí­a que era una mala cosa para nosotros».

Edgar Feuchtwanger vio por primera vez a Adolf Hitler en la plaza Prinzregentenplatz de Múnich en 1932, un aí±o antes de que Hitler fuera designado canciller.

 «Mi nií±era me sacó a caminar», recuerda. «Pasé por su puerta frontal cuando salió. Lo vi y él me vio de forma benévola».

«Hubo gente que, desde luego, de inmediato gritaron en la calle ‘Heil Hitler'».

«Si él hubiera sabido quién era yo, no estarí­a aquí­ hablando contigo», le dijo Feuchtwanger, ahora con 91 aí±os, a Christiane Amanpour de CNN en una entrevista. Escribió un libro de memorias de su experiencia, Yo fui el vecino de Hitler que fue publicado el aí±o pasado en Reino Unido.

Feuchtwanger no solo era judí­o, pero además su tí­o, Lion Feuchtwanger, era un reconocido novelista que se convirtió en una suerte de «enemigo personal» de Hitler, como él lo describí­a. Uno de los libros de Lion, Success, incluí­a un personaje similar a Hitler llamado Rupert Kutzner.

«Si hubieran sabido que éramos parientes cercanos de Lion, no estarí­amos aquí­, seguro».

Hitler se mudó al vecindario en 1929 «en medio de su ascenso».

Fueron vecinos durante nueve aí±os mientras Alemania se transformaba en una dictadura.

Desde luego, no habí­a forma de saber lo que se vení­a en ese entonces, pero era claro algo profundo estaba pasando, dijo Feuchtwanger.

«Todo el mundo hablaba de eso».

Siendo un judí­o, Feuchtwanger no quiso inscribirse en la Juventudes de Hitler. Pero en la escuela, la ideologí­a nazi era ineludible.

«Tuve una maestra que se volvió 150% nazi inmediatamente».

«Desde luego, me decí­an que uno debí­a hacer lo que la maestra ordenaba». Así­ que cuando tení­a que dibujar propaganda nazi, el joven Edgar no podí­a tener reparos.

¿Sabí­a lo que hací­a cuando era pequeí±o?, preguntó Amanpour.

«Creo que sí­. Sabí­a que era algo malo para nosotros. Pero, al mismo tiempo, tení­a que hacer lo que el maestro me decí­a. Y la maestra era una mujer carismática que impulsaba todo eso y que estaba loca con eso».

Los cambios que estaban surgiendo se materializaron en noviembre de 1938: la Noche de los Cristales Rotos. A lo largo del paí­s, los judí­os fueron atacados y sus negocios destruidos.

Y el padre de Feuchtwanger, un reconocido editor, fue llevado a Dachau, el primer campo de concentración nazi. Las autoridades confiscaron gran parte de la extensa colección de libros de la familia: para resguardarlos, les dijeron.

«We didn’t know would we ever see him again,» Feuchtwanger told Amanpour about his father.

Sorprendentemente, Feuchtwanger padre fue liberado tras seis semanas.

«Creo que todo estaba diseí±ado no para mantener a la gente ahí­ sino para asustarla para que se fuera» de Alemania.

«Después de todo, cosas como Auschwitz no existí­an aún. Que llegara a ese extremo era algo que uno no anticipaba. Pero era lo suficientemente malo, hay que decirlo».

Y de hecho se fueron de Alemania: a Inglaterra, en donde Edgar Feuchtwanger se convertirí­a en un respetado profesor de historia. Vive en Inglaterra hasta hoy en dí­a.

Lo «sorprendente», dijo, es que —en lo que a él respecta— las autoridades nunca supieron que su familia estaba emparentada con el despreciado Lion Feuchtwanger.

«Si se hubieran dado cuenta, incluso mientras viví­amos allí­, hubiéramos sido desahuciados, sin duda».

Graciela Machuca

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