Javier Chávez | Novedades Chetumal

Los poderes Ejecutivo y Legislativo tienen su asignatura pendiente con una ley prioritaria para periodistas y defensores de derechos humanos en Quintana Roo. Las bondades de esta ley son contundentes, aunque no ha estado a salvo de dardos de la descalificación con prejuicios, tomando en cuenta que la moda es oponerse a todo lo que huela al gobernador Roberto Borge.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió a fines de junio pasado la Acción de Inconstitucionalidad presentada por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, enmendando artí­culos cuestionados de la Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas del estado de Quintana Roo. Así­ de kilométrico el nombre.

Ahora corresponde al gobernador Roberto Borge dar el paso culminante para que el Congreso local modifique esa ley tal como orientó y solicitó la rigurosa la Suprema Corte, y la oportunidad más inmediata se presenta en el cuarto perí­odo extraordinario convocado para este martes 26 de julio.

Borge tendrá así­ la oportunidad de culminar un proceso en el que participamos dirigentes de agrupaciones periodí­sticas con nobles fines, para proteger —hablando en concreto de nuestro gremio— a los compaí±eros de oficio, muchos en la más dolorosa de las orfandades.

Leer a detalle y conciencia esta ley es indispensable para fijar una postura con todos los elementos de juicio, sin rechazar por consigna el fruto de muchas voluntades que hicieron posible una ley que fue analizada con microscopio en la Suprema Corte, quedando lista para la labor de parto definitiva.

Si nuestra ley no es enmendada en este perí­odo extraordinario con olor a despedida legislativa, corresponderá al nuevo gobernador Carlos Joaquí­n González tomar la decisión con el debutante Congreso. Pero será saludable que en esta administración sea concluida una tarea de largo alcance impulsada por periodistas magistralmente asesorados y que fue certeramente avalada por Roberto Borge.

Gobierno del estado y periodistas seguiremos conviviendo, y nuestra relación es inevitable y con momentos crí­ticos. Tan sólo los protagonistas somos relevados en esta danza contemplada e incluso condenada por la sociedad cada vez más exigente y participativa.

Graciela Machuca

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