Polémica en México tras culpar la Fiscalí­a a una joven de su propia muerte

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Las primeras investigaciones definen a la ví­ctima como «alcohólica y mala estudiante»

ELENA REINA | EL PAíS

Este miércoles, el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México amaneció con una joven muerta. El cuerpo sin vida de Lesby Berlí­n Osorio, de 22 aí±os, yací­a junto a una cabina frente a la facultad de Ingenierí­a. Habí­a sido estrangulada con el cable del teléfono. Cuando la encontraron, su mano todaví­a sujetaba una cadena de perro. Dos dí­as después, las autoridades no han encontrado a un culpable. Sobre la mesa hay dos sospechosos: su novio y ella misma. «Era alcohólica y mala estudiante», «Estaba drogándose con unos amigos», «Se habí­a ido de casa y viví­a en concubinato con su novio», comunicó este jueves la Fiscalí­a. Las declaraciones han provocado la cólera de un paí­s azotado por la violencia machista.

«Si me matan, ¿qué dirán de mí­?», se preguntan miles de tuiteras mexicanas indignadas con la primera versión de la Fiscalí­a. Y el hashtag #SiMeMatan, con testimonios personales de mujeres que especulan con las diferentes maneras por las que podrí­an ser juzgadas, se ha convertido en un sí­mbolo, como lo fuera aquel de #MiPrimerAcoso. La comunidad universitaria ha convocado una manifestación para pedir justicia contra la violencia de género este viernes, en un paí­s donde mueren asesinadas siete mujeres al dí­a. Y de la manera más cruel: a la mayorí­a las ahorcaron, las estrangularon, las ahogaron, las quemaron o las apuí±alaron, según los datos del Instituto Nacional de Estadí­stica.

Los últimos minutos de Lesby se conocen, de momento, por el testimonio de su novio, José Luis González. Se encontraban juntos esa noche en el campus de la UNAM con unos amigos. Cuando él decidió irse, ella lo siguió. Eran las cuatro de la madrugada. Entonces, según le confesó González a la Policí­a, discutieron y cada uno se fue por su lado. Horas después, se enteró de que su novia habí­a fallecido.

La joven se habí­a ido a vivir con González, porque según declaró su madre, «ya no sabí­a qué hacer con ella». Los dos tení­an trabajos temporales, ella paseaba perros y él ayudaba en el área de intendencia de una preparatoria pública. La gente cercana a la ví­ctima ha seí±alado que los dos tení­an una relación conflictiva, «discutí­an mucho», y tení­an problemas con el alcohol y las drogas. González seguí­a borracho cuando lo detuvieron y no pudo prestar declaración hasta unas horas más tarde, según explican a este diario fuentes de la Fiscalí­a.

Los jardines de Ciudad Universitaria representan un oasis para muchos jóvenes dentro de la capital. La autonomí­a del centro —el más grande de América Latina, con 300.000 alumnos— impide que la Policí­a local patrulle por sus calles y las explanadas se encuentran abiertas, sin muros, como una manera de integrar a la ciudad en la vida universitaria. Se trata de un lugar donde muchos jóvenes saben que pueden estar a salvo. Lesby y José Luis viví­an por la zona, pero ninguno de ellos era estudiante de la UNAM.

En uno de los lugares más emblemáticos del paí­s, el misterio sobre la muerte de Lesby recorre los pasillos. Aunque las primeras investigaciones apuntan a González como el principal sospechoso de un probable asesinato, las autoridades se resisten a descartar la hipótesis del suicidio o de que alguien la atacara cuando ella decidió enfadarse con su novio, alejarse, caminar sola. Porque en México, muchas no se imaginan lo que dirán de ellas si les matan.

Graciela Machuca

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