Golpe a un pacto climático que ya era insuficiente

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El Acuerdo de Parí­s, del que Trump se retira, contempla que los paí­ses aumenten sus esfuerzos de reducción de gases de efecto invernadero

MANUEL PLANELLES | EL PAíS

El Acuerdo de Parí­s, que se cerró en diciembre de 2015 y que se empezará a aplicar a partir de 2020, no necesitaba lí­deres dubitativos o escépticos ahora. Sino todo lo contrario. El pacto tení­a el gran mérito de haber involucrado a todos los paí­ses, a diferencia del Protocolo de Kioto, que, tras la salida de EE UU a principios de siglo, solo cubrió con objetivos de reducciones algo más del 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Pero los recortes de CO2 contemplados en el nuevo Acuerdo de Parí­s no bastaban. Por eso el pacto preveí­a que se aumentaran progresivamente. Donald Trump no solo no está dispuesto a incrementar los compromisos; ni siquiera quiere cumplir con lo que se acordó en 2015.

Los esfuerzos presentados de manera voluntaria por cada uno de los casi 200 paí­ses firmantes no eran suficientes para cumplir la meta del Acuerdo de Parí­s: impedir que el aumento medio de la temperatura del planeta supere un nivel de entre 1,5 y 2 grados a final de siglo respecto a los niveles preindustriales. La humanidad ya se ha comido la mitad de ese margen: en 2016 ese incremento ya estaba en más de un grado centí­grado con respecto a finales del Siglo XIX. Y como no bastaban los planes de recortes de gases de efecto invernadero que cada paí­s presentó, el propio acuerdo incluye que esos esfuerzos deben revisarse al alza periódicamente.

Esa era la hoja de ruta. Pero, para ir aumentando esos recortes periódicamente, era necesario que los lí­deres mundiales estuvieran implicados. Y, cuando en noviembre de 2016 Donald Trump ganó las elecciones, la inquietud se apoderó de los negociadores climáticos, que estaban reunidos en Marrakech (en la cumbre mundial del clima) en el momento en el que se conoció la victoria electoral del republicano. Esos temores se confirmaron el pasado jueves: EE UU no solo no está dispuesto a aumentar sus esfuerzos de recortes de emisiones, sino que pretende salir del Acuerdo de Parí­s.

El Acuerdo de Parí­s despeja las dudas, desde el punto de vista polí­tico, sobre la relación entre el aumento de la temperatura y el incremento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Hasta el inicio de la era industrial, existí­a un equilibrio en esa concentración de gases. Pero el avance de los paí­ses desarrollados, fundamentalmente, basado en la quema de combustibles fósiles lo ha roto. Por eso el pacto climático establece como fórmula para luchar contra el calentamiento global el recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero —principalmente, el CO2— a través de los planes voluntarios que cada paí­s presenta. Solo China, EE UU y Europa acumulan la mitad de las emisiones de todo el planeta.

Pero los planes de recorte voluntarios presentados no son suficientes. En el propio acuerdo —en la llamada «decisión»— se reconoce. Para lograr esa meta de quedarse «muy por debajo» de los 2 grados la humanidad deberí­a emitir en 2030 alrededor de 40 gigatoneladas —40.000 millones de toneladas— anuales de gases. Pero la proyección de los esfuerzos presentados cuando se firmó el pacto en 2015 seí±alaba que para esa fecha las emisiones globales estarí­an en las 55 gigatoneladas, 15 gigatoneladas más de lo necesario para estar en la senda correcta.

Un informe de la ONU de finales de 2016 incidí­a en esta lí­nea, al recordar que se necesita un esfuerzo adicional del 25%. Y recordaba que, con la aplicación de los compromisos actuales, a finales de siglo el aumento de la temperatura media podrí­a llegar hasta los 3,4 grados, muy por encima de los 2 grados, la barrera que los cientí­ficos han fijado para que los efectos del calentamiento global sean manejables.

Los Gobiernos firmantes del acuerdo eran conscientes del desfase cuando lo cerraron en diciembre de 2015 en la capital francesa. Por esa razón dentro del pacto de Parí­s se incluyeron cláusulas de revisión (al alza) de los planes nacionales de recortes de emisiones. La forma de presentarlos y el resto del desarrollo del Acuerdo de Parí­s se tendrán que cerrar de aquí­ a 2020, cuando las medidas se empezarán a aplicar.

Desarrollo del acuerdo

A principios de mayo se celebró en Bonn la reunión preparatoria de la próxima cumbre anual del clima, que será en la misma ciudad alemana en noviembre. Estas reuniones, al igual que las cumbres anuales, sirven para ir desarrollando el Acuerdo de Parí­s. El pacto ya está en vigor, pero no se empezará a aplicar hasta 2020. Hasta entonces, los paí­ses firmantes deben desarrollar la letra pequeí±a del acuerdo y los instrumentos para que funcione. Y también la forma en la que los Estados deben comprometerse a más esfuerzos.

La salida de EE UU se produce en ese momento crí­tico del desarrollo del pacto. Y no está claro cómo se hará. Si Trump opta por salir sin más del Acuerdo de Parí­s, eso no se consumarí­a hasta dentro de tres aí±os, ya que así­ lo fija el propio tratado en su articulado. Y la Administración de Trump seguirí­a presente en las negociaciones del desarrollo del acuerdo. Si Estados Unidos opta por salir de la convención marco de cambio climático, de 1992, sobre la que se sustenta el pacto de Parí­s, el plazo se reducirí­a a un aí±o.

En cualquier caso, parece que la Administración de Trump estará presente en las próximas negociaciones del desarrollo del Acuerdo de Parí­s. Y algunos negociadores temen que mantenga una aptitud de bloqueo. Fuentes presentes en la reunión de Bonn de principios de mayo seí±alan que la delegación de EE UU mantuvo una actitud «cautelosa y de bajo perfil», y que sus miembros admitieron que su Administración estaba ahora en pleno proceso de revisión de la polí­tica climática. Esa actitud contrasta con la mantenida por EE UU en la cumbre de Parí­s de 2015, donde fue muy activo para lograr que se cerrara el acuerdo.

En su discurso del jueves, en el que anunció su salida del Acuerdo de Parí­s, Trump sostuvo que su intención es renegociar el pacto. La secretarí­a de la convención marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, que dirige las negociaciones climáticas, se mostró dispuesta a sentarse a hablar con EE UU. Pero recordó que el acuerdo «no puede renegociarse», entre otras cosas porque fue firmado por 194 paí­ses y casi 150 ya lo han ratificado.

Cerrar el Acuerdo de Parí­s costó aí±os y varios fracasos. Reabrirlo serí­a casi impensable. La esperanza entre las naciones que siguen apoyándolo y entre los activistas es que, cuando Trump salga de la Casa Blanca, EE UU vuelva a implicarse en la lucha contra el cambio climático.

Graciela Machuca

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