La Fiscalí­a mexicana concluye que Lesvy se suicidó en una cabina telefónica frente a su novio

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La familia y la defensa de la joven que apareció muerta en la UNAM rechazan «rotundamente» la conclusión de la Procuradurí­a y la tachan de «poco creí­ble»

ELENA REINA | EL PAíS

La cabina donde encontraron a Lesvy en la UNAM.

El 3 de mayo el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México amaneció con una joven muerta. Era Lesvy Berlí­n Osorio, de 22 aí±os, la que yací­a junto a la cabina que hay frente a la facultad de Ingenierí­a. Habí­a sido estrangulada con el cable telefónico. Desde el primer momento, habí­a dos sospechosos: su novio y ella misma. «Era alcohólica y mala estudiante», «Estaba drogándose con unos amigos», llegó a seí±alar la Procuradurí­a (fiscalí­a) de la capital, algo que se saldó con la dimisión a la jefa de prensa del organismo. Dos meses más tarde, la joven sigue siendo la culpable de su muerte, según la última conclusión de la Fiscalí­a: Lesvy se suicidó y lo hizo frente a su novio, quien está acusado de homicidio doloso (por omisión). Algo que la familia tacha de «poco creí­ble» y su defensa pretende recurrir.

«No aceptamos las conclusiones de la Procuradurí­a, porque además de que es poco creí­ble, existen anomalí­as en la propia investigación», explican a este diario desde el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, los encargados de la defensa particular de la ví­ctima. «La familia conoció la decisión de la Fiscalí­a sólo cuatro horas antes de que se diera a conocer y este dictamen está basado en unos ví­deos que no ha podido ver la defensa con tiempo», aí±aden.

En el comunicado que ha hecho público este jueves la Procuradurí­a de la capital mexicana, se resume que a las cuatro de la maí±ana de ese 3 de mayo, Lesvy y su novio se habí­an separado de un grupo de amigos con los que estaban en los jardines de la UNAM. Y, según unos ví­deos que menciona el organismo, «pudo apreciarse una discusión entre ellos, suscitada momentos antes de que la ví­ctima se colocara alrededor de su cuello el cable de la bocina de la caseta telefónica y se deslizara dejándose caer; de tal modo que la gravedad y su peso, provocaron la asfixia y como consecuencia, la pérdida de su vida, hechos que sucedieron en presencia de su acompaí±ante, quien no lo evitó cuando le fue posible hacerlo». Es por eso que al novio se le acusa de homicidio simple doloso, penado de 10 a 30 aí±os de prisión.

El caso de esta joven provocó una oleada de protestas y de indignación, la muerte de Lesvy le recordó a todo un paí­s que la violencia machista siempre encuentra un rincón por donde colarse, aunque se trate de uno de los lugares más emblemáticos y abiertos de México. Los estudiantes organizaron marchas hacia el lugar donde encontraron a la joven y los carteles rosas adornaron unas instalaciones que durante mucho tiempo fueron consideradas como un santuario, en comparación con lo que puede ocurrir fuera de esos territorios.

La cabina donde apareció el cadáver de la joven se encuentra en un patio rodeado de edificios de la facultad de Ingenierí­a de la UNAM. «Nadie pensó que era aquí­ mismo. Todos creí­amos que habí­a sido en un lugar aislado, no en el centro de la universidad», explicaba en una entrevista a este diario Ana Lucí­a Acuí±a, de 26 aí±os, estudiante de sociologí­a que ha marchado en la protesta para pedir justicia por Lesvy. «Yo trabajo aquí­ en frente y aún siento escalofrí­os», reconocí­a Brenda Yadira Hernández, de 31 aí±os, estudiante de posgrado sobre Sostenibilidad. Las dos miraban en silencio el lugar de los hechos, un aparato cotidiano transformado en el altar de la muerte.

Graciela Machuca

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