Marichuy Patricio: ”Estremezcamos juntos esta nación»

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La aspirante indí­gena a la presidencia de México recaba firmas en la UNAM, una de sus cúpulas más importantes de apoyo polí­tico

Mí“NICA CRUZ | EL PAíS

Marí­a de Jesús Patricio y otras representantes del Consejo Indí­gena de Gobierno, en la UNAM.

Frente al edificio de Ingenerí­a de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) encontraron el cuerpo de una estudiante estrangulada por el cable de un teléfono público una maí±ana de mayo de 2017. Siete meses después, Marí­a de Jesús Patricio, mejor conocida como Marichuy, lleva una caravana de decenas de mujeres al lugar. ”No fue suicidio, fue feminicidio», gritan las voces femeninas este martes en protesta por una de las conclusiones a las que llegó la Fiscalí­a de la Ciudad de México sobre el caso. Patricio no se une a los coros, avanza en silencio por el circuito principal de la Ciudad Universitaria.

Es un patrón en los eventos de la aspirante a la presidencia de México, la primera mujer indí­gena en buscar el máximo cargo público del paí­s: mientras los que la rodean cantan consignas y hablan sobre los problemas que apremian a la sociedad mexicana, la médica tradicional mira y escucha en silencio, para después dar un discurso breve a sus simpatizantes. ”Nuestra lucha no es por el poder o por votos electorales, buscamos algo más grande», dice ante cientos de personas en la explanada de Rectorí­a de Ciudad Universitaria. ”Buscamos la conciencia colectiva de abajo. […] Estremezcamos juntos esta nación».

Sus palabras aluden a los discursos del subcomandante Marcos, durante la contienda electoral de 2006, cuando el vocero del zapatismo se autodenominaba el Delegado Zero. Un candidato no oficial que promoví­a la transformación de México ”desde abajo y a la izquierda», frase que ha repetido Patricio en su discurso de esta tarde. No es coincidencia, la mujer nahua de 53 aí±os es una de las fundadoras del Congreso Nacional Indí­gena, creado en los noventa, a la par del movimiento zapatista, del que también ella es militante.

La indí­gena de Tuxpan (Jalisco, en el occidente de México) comenzó en el activismo a través de la práctica de medicina tradicional. Con el apoyo de la Universidad de Guadalajara, abrió la clí­nica Calli Tecolhuacateca Tochan en 1992 y desde entonces ha defendido el uso de este tipo de tratamientos heredados de las antiguas civilizaciones mesoamericanas. ”Se ha restringido el uso de estos conocimientos para beneficiar a las grandes farmacéuticas» aseguró en una entrevista en la radio el pasado agosto.

De la defensa de la medicina tradicional pasó a la polí­tica como vocera de Consejo Indí­gena de Gobierno, órgano formado por más de 800 miembros de comunidades indí­genas de varias regiones. En algunas entrevistas, Patricio ha dicho que no se ve a sí­ misma como una candidata presidencial sino como un miembro más del Consejo que ”obedece su mandato». En una entrevista aclaró: ”El Consejo (en su totalidad) no puede ser elegido como presidente, entonces me eligieron a mí­ como su representante».

Fue este organismo el que convocó este martes a cientos de personas en la UNAM para recabar 866.593 firmas, necesarias para que el nombre de Patricio se imprima en las boletas electorales de la elección presidencial de julio de 2018. Conforme se acerca la fecha lí­mite, el 12 de febrero, sus posibilidades de lograr el objetivo se desvanecen. En la maí±ana del 28 de noviembre, Patricio habí­a recabado únicamente 64.298 firmas, 7% de las requeridas y 400.000 menos que uno de sus contrincantes: Jaime Rodrí­guez Calderón, gobernador de Nuevo León.

Llegar a la meta de firmas no es la prioridad de algunos de sus simpatizantes. ”Si esto no se logra por lo menos ya nos conocemos, los que hemos permanecido callados en otras elecciones», comenta Katian Tijerina, estudiante de la Universidad Autónoma Metropolitana, de 23 aí±os. Los estudiantes universitarios son uno de los cí­rculos de apoyo más potentes para Patricio y el Consejo Indí­gena de Gobierno. ”Marichuy conoce a los pueblos oprimidos de México, es parte de ellos, ella entiende por lo que pasan», dice de forma pausada Erick Arroyo, alumno de Medicina de la UNAM, de 22 aí±os. ”Yo, que soy un residente común y corriente de la Ciudad de México no conozco ese mundo, estoy desconectado de él, ya no digas los polí­ticos».

Desde su nombramiento como aspirante presidencial, Patricio no ha especificado sus propuestas gubernamentales y sociales. Ella ha denominado su movimiento como ”iniciativa organizativa», la cual busca promover la asociación de comunidades, en especial de mujeres para participar en las decisiones polí­ticas. ”Es el tiempo de impulsar y construir desde el pensamiento y acción colectiva de los pueblos originarios y la lucha de las mujeres rebeldes que se organizan el nuevo mundo que nos está reclamando la historia», dice Patricio en su discurso en la UNAM, respondido con un Goya, la legendaria porra universitaria.

La tarima desde donde habla la aspirante indí­gena está rodeada de carpas en las que se recaban firmas a través de una app diseí±ada por el Instituto Nacional Electoral para ese proceso. El software no solo ha sido criticado por presentar fallas, sino porque es difí­cil su acceso para quienes habitan en los lugares más remotos de México, donde se concentran muchos de sus simpatizantes.

El resto de sus seguidores se encuentra en la explanada de Rectorí­a. Son en su mayorí­a estudiantes de lentes de armazón grueso y sudaderas con gorro. Uno de ellos es Arroyo que imagina así­ un México con Patricio y el Consejo Indí­gena de Gobierno: ”Primero serí­a un caos, porque serí­a completamente diferente a lo que hemos visto hasta ahora, pero solo así­ podrí­amos tener algo distinto, algo mejor».

Graciela Machuca

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