Canibalismo en la Universidad

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Carlos Barrachina Lisón
9 de enero de 2018
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Nos despertamos esta semana con la Recomendación de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de restituir las condiciones laborales de ex rector de la UQROO y de la UIMQROO el Dr. Francisco Rosado May. Las autoridades de la UIMQROO deben regresarle el trabajo, y presentar una disculpa pública.

El mundo universitario en general, en cualquier paí­s del mundo, es cruel y muy complicado. Las soberbias, los egos; en ocasiones las maneras de entender la vida, o los celos profesionales (sea porque los alumnos prefieren a unos sobre otros, o por cuestiones salariales), están al orden del dí­a.

En Quintana Roo existe un ”infierno» en el que muchos profesores viven, por el ”canibalismo» de varios de sus compaí±eros. Los estúpidos afanes de poder momentáneo y el afán de protagonismo de unos cuantos, se agrava porque todos se conocen demasiado bien -en realidad son pocos los profesores de carrera-. El trabajar tantos aí±os, unos junto a los otros, provoca que el clima laboral se envenene de una forma mucho más compleja que en otros ámbitos laborales.

No es cierto que existan ”grupos». Existen ”intereses» puntuales que hacen que unos y otros se unan o se hagan pedacitos.

El relativo ”poder», que unos ejercen sobre otros, en momentos puntuales, es demasiado sabroso, para unos cuantos cómo para ser desaprovechado.

Se han vivido en estos últimos aí±os, escenas patéticas, en las que la venganza y el despropósito se han instalado en el accionar cotidiano.

En este contexto, siempre son unos pocos los ”profesores» que participan en la grilla, y que tienen una especie de sensación de superioridad intelectual sobre una mayorí­a silenciosa de docentes, que sólo quieren hacer su chamba con tranquilidad y sin ser molestados.

Los ”gurus creativos» del desgobierno, han hecho mucho daí±o a nuestras instituciones de educación superior. Del enfrentamiento enfermizo todos tienen culpa, y nadie tiene responsabilidad.

Es por esa razón que siempre he seí±alado que no creo en la autonomí­a universitaria en Quintana Roo. Las instituciones son demasiado pequeí±as, los profesores se conocen demasiado bien, y las venganzas, traiciones y otras variantes de abuso y bulling profesional están al orden del dí­a.

Esto se puede ir gestionando de forma más o menos cí­clica si el Gobernador entiende que debe dar la importancia debida al mundo universitario y elegir buenos gestores externos de las universidades, para que los maestros se dediquen tranquilamente a investigar y dar clases (hay muchos que son muy buenos profesionales).

Conocí­ a Rosado May cuando ingresé a la UQROO ya hace unos ayeres. En aquel momento se viví­a una ”guerra civil» en la UQROO; que con su marcha no desapareció; únicamente se fue posponiendo, y ha ido cobrando fuerza cí­clicamente.

Conozco y sé de su gestión en la UIMQROO, que lamentablemente ha heredado muchos de los problemas de la UQROO.

Ildefonso Palemón Hernández

Sólo se me ocurre seí±alar que este dictamen de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, nos debe servir de acicate para bajarle tres rayas a la tensión y al canibalismo de las diferentes alianzas que se forman, para luego disolverse con el tiempo, y que no llevan a ningún lado.

También se me confirma la idea de que, lamentablemente, las universidades de Quintana Roo, no tienen condiciones para ser autónomas; pero que tampoco no pueden ser vistas por el gobierno como un botí­n, o como espacio para ”colocar» a su gente.

El sector público universitario en Quintana ha hecho, a pesar de todo, ha hecho un buen trabajo en todos estos aí±os. Hoy en dí­a muchos quintanarroenses sin recursos han logrado acceder a una educación superior; y mal que bien, hay muchos ex alumnos que han tenido los instrumentos a la mano para continuar con su formación y llegar a ser buenos profesionales.

Pido de favor, que en este caso, y en muchos otros más, las autoridades universitarias respeten las instrucciones de los árbitros y pidan disculpas públicas. Que se aprenda que del abuso, sólo nacen amargas experiencias que acompaí±arán a ese reducido número de profesores toda la vida, y que lo único que hacen es complicar la vida.

Ojalá se hiciera un pacto de civilidad; por una parte; que se crearan los controles necesarios, y por otra que el gobierno, entendiese de la importancia de la educación superior, y le diese realmente su lugar.

Graciela Machuca

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