Cancún: un sueí±o que diversificó la economí­a del paí­s

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POR ESTO

A lo lejos sólo se veí­a selva. Algunas brechas y un par de caminos. En aquellos tiempos del Caribe mexicano no habí­a confrontaciones polí­ticas, empresarios de apellidos todo alrededor. Nada parecido a un paraí­so, sin embargo, así­ empiezan las grandes historias rimbombantes y tampoco intereses enraizados, sueí±os encumbrados y mucho menos historias de éxito. Sólo paz y tranquilidad.
En realidad todo se constituí­a con base a sudor y esfuerzo, pues a finales de los aí±os sesenta la palabra turismo únicamente existí­a en un par de documentos oficiales del entonces Banco de México.
Esos papeles ni siquiera llevaban el nombre que ahora ostenta el mayor logro económico del paí­s en tan poco tiempo. De hecho, en realidad los escritos nada más mencionaban la urgencia de fomentar una nueva actividad económica para contrarrestar algunos de los efectos de una estrategia de crecimiento económica fallida, basada en la industrialización a través de la sustitución de importaciones.
Esa era la visión financiera que tení­a el paí­s en 1968 cuando se mencionó por primera vez la posibilidad de explorar una nueva alternativa, un nuevo mecanismo económico que diera oportunidad de mejora sustancial.
Aquella mención primera se dio en medio de los contrastes que viví­a el paí­s, recuerda uno de los principales exponentes del turismo en Quintana Roo, Arturo Escaip Mansur, quien recuerda a detalle la oportunidad que se originó de la necesidad y que se convirtió en todo un éxito económico en medio de la selva y el mar Caribe.
Así­, en un escritorio burocrático nació Cancún, que no tendrí­a su nombre como tal sino hasta aí±os más tarde, cuando el análisis del contexto que dio surgimiento al Cancún que ahora se conoce y no al que era al principio.
Y es que cada historia tiene un principio que no debe olvidarse. Un pasado que marca para siempre a un lugar que, en sí­ntesis, surgió de una oportunidad que a su vez, significó oportunidades para miles de personas que en la actualidad y a pesar del contexto social que vive la ciudad, siguen dentro de ese sueí±o de bonanza que, irremediablemente, ha perdido su paz y tranquilidad.

Un lugar llamado Cancún

Dentro del conjunto de la administración pública mexicana, fueron los oficiales de instituciones como el Banco de México, quienes buscaban alguna estrategia que diera solución al déficit en la balanza de pagos a la vez que se promoviera el desarrollo regional.
Fue entonces que surgió el turismo como concepto económico y de acuerdo con Arturo Escaip Mansur hacia finales de la década de los 60s empezó a pensarse dentro del Banco de México la posibilidad de crear polos de desarrollo turí­stico que contribuyeran a la captación de divisas y a estimular el desenvolvimiento económico de zonas atrasadas o aisladas del paí­s.
”Cuando se pensó en turismo no se pensó en Cancún como tal. íšnicamente se querí­a una alternativa económica distinta a las que se tení­an en esos tiempos. Nunca se llegó pensar siquiera en éxito, en algo extraordinario. Sinceramente lo único que se querí­a era un respiro económico el cual se transformó en un gran tanque de oxí­geno para el paí­s y en tampoco tiempo», relata una de las voces autorizadas del turismo en la entidad.
Para entender este contexto histórico de Cancún, hay que ir a 1968 cuando en su discurso de informe de gobierno, Gustavo Dí­az Ordaz anunciaba la creación de destinos turí­sticos.
El entonces presidente sostuvo aquella fecha lo siguiente: ”En breve se implementará un importante programa integral turí­stico como medio para fortalecer el desarrollo regional. Su objetivo es no sólo atraer divisas sino emplear los recursos de las propias regiones para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes».
El desarrollo del proyecto Cancún también obedeció a circunstancias locales que fueron decisivas para entender por qué se escogió la Pení­nsula de Yucatán como el espacio para ensayar una polí­tica pública a favor del turismo a partir de la construcción de los Centros Integralmente Planeados.
En los aí±os sesenta del siglo pasado, las principales actividades productivas del entonces territorio y hoy dí­a estado de Quintana Roo se encontraban en una situación crí­tica.
La falta de un plan racional de explotación forestal habí­a llevado al descenso de la producción maderera, en tanto que la reducción de la demanda externa del chicle provocó la baja en su producción.
Esta última, que habí­a alcanzado un auge en la década de los cuarenta, luego empezó a descender. Un documento del Banco de Comercio de 1969 registró un volumen de producción de tan sólo 600 toneladas en ese aí±o.
La precaria situación del campo quintanarroense era aún más grave si se toma en cuenta que la producción de henequén, base importante de la economí­a de la región, se vio severamente afectada con la conclusión de la guerra de Corea (1950-1953).
Además, debe considerarse un dato por demás significativo: estimaciones de las autoridades mexicanas ubicaban el rendimiento por hectárea del cultivo de maí­z en Quintana Roo como el más bajo a nivel nacional.
Así­ pues, se tení­a un escenario dominado por el desempleo agrí­cola como consecuencia de la caí­da de la producción maderera, del chicle y del henequén. Las condiciones eran crí­ticas y el turismo emergió como un salvavidas.
Así­ comenzó la historia de Cancún, en medio de una crisis que fue factor decisivo para el proyecto denominado Centro Integralmente Planeado, que estableció el gobierno federal en el sureste del paí­s.
Desde la perspectiva gubernamental, con la construcción de un polo turí­stico en la costa de Quintana Roo se cumplirí­an los propósitos que se habí­a planteado el Infratur (Fondo de Promoción de Infraestructura Turí­stica), que en ese entonces era el fideicomiso del Banco de México encargado de delinear y llevar a la práctica el núcleo de la nueva polí­tica turí­stica.
Para entonces comenzaron a llegar trabajadores desde el norte del paí­s cuyo pago serí­a el quedarse con tierras y no con un salario. Los trabajos de construcción para establecer los cimientos fueron los más difí­ciles.
Las condiciones para edificar ni siquiera estaban dadas. Aunado el factor clima generaba desproporción entre los pocos habitantes que jamás se imaginaron que sus manos creaban un paraí­so.
Nadie se los dijo en aquel momento. Muy pocos visionarios vieron el futuro a mediano a largo plazo.
Por eso el origen de Cancún a veces es disfrazado. Se cuentan historias de gente que logró el éxito en tampoco tiempo, de construcciones que maravillaron en aquellos tiempos.
Sin embargo, existen otras historias que también reflejan la actualidad que se vive ahora. Gente que entregó sudor y lágrimas para colocar piedras de hoteles y pavimento de las calles.
”Si nos gusta leer constantemente que Cancún generó historias de éxito, pero no todas fueron así­. Existen historias que nunca se contaron, como cuántas personas no lograron ver el fruto de su trabajo por ejemplo. U otras como aquellos que construyeron y al final únicamente sirvieron a un propósito netamente económico. Estas historias hay que honrarlas, porque existen muchos desconocidos que dieron vida a Cancún. A ellos también hay que agradecerles», expresó el entrevistado.

El inicio de todo

En 1970 empezaron los trabajos de construcción de Cancún, y con el paso de los aí±os se convertirí­a en el sí­mbolo de una nueva polí­tica pública en el sector turismo. En unas cuantas décadas, una franja costera prácticamente deshabitada se transformarí­a en un destino favorito en el gusto de millones de turistas nacionales y extranjeros, así­ como en un polo de atracción de inmigrantes en busca de una oportunidad de trabajo en la pujante industria turí­stica.
Cancún, cuyo aeropuerto internacional fue inaugurado en 1973, llegarí­a después a posicionarse como la segunda terminal aérea más importante del paí­s.
En términos de infraestructura de alojamiento, Cancún rebasó las expectativas que se habí­an formulado. De acuerdo con la solicitud de crédito presentada al BID en 1969, para 1980 habrí­a 3000 de hotel, aunque ya en 1984 el número de habitaciones sumaba 6106. En la actualidad son más de 30 mil cuartos de hotel.
Por ello, no es exagerado afirmar que Cancún ha sido el motor del crecimiento económico del mismo estado. Entre 1970 y 1985, los primeros 15 aí±os de vida de este Centro Integralmente Planeado, el PIB de Quintana Roo creció casi el triple (2.8 veces) que el PIB nacional; tan sólo la rama económica especí­fica de restaurantes y hoteles creció de 86000 pesos en 1970 a 90430 000 pesos en 1985, seis veces y media el crecimiento de esta rama a nivel nacional.
Fue el inicio de todo y el dinamismo de Cancún de inmediato hizo evidente la gradual diferenciación en la geografí­a estatal entre una zona norte, cuya prosperidad contrasta con el rezago de otras localidades de las regiones centro y sur.

Graciela Machuca

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