Uso polí­tico y marginación de la población indí­gena en tiempos del coronavirus

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Necesariamente Incómoda

**Salud documentó que Benito Juárez (Cancún) es el municipio con más indí­genas muertos.
**Terrible escenario para indí­genas ve la ONU durante la pandemia de COVID-19.
**La Riviera Maya, la Costa Maya, El Mundo Maya, conceptos explotados que de nada les han servido a los indí­genas mayas, ahora que no tienen camas ni personal médico para ser atendidos del Covid 19, problemática invisible e ignoradas ante Comisiones de Derechos Humanos.

Graciela Machuca Martí­nez

El 9 de agosto de 2020 se conmemoró el Dí­a Internacional de los Pueblos Indí­genas, desde luego que en México, y en particular en Quintana Roo, la clase polí­tica no desaprovechó la oportunidad para sacar a relucir sus discursos bonitos y comprometidos con mujeres y hombres de los pueblos originarios, pero como la pandemia no lo permite esas ceremonias fueron virtuales, tienen el pretexto ideal para no ir a ensuciarse los zapatos a las polvorientas y marginadas comunidades indí­genas.
Ahora que la pandemia de la COVID-19 ha puesto en jaque a los sistemas de salud y económico del paí­s, volvió a salir a la luz pública la desigualdad de este paí­s, así­ como la vulnerabilidad de los pueblos indí­genas y una muestra inmediata la tenemos en la Zona Maya de Quintana Roo, donde la población indí­gena solo tiene un hospital general de la Secretarí­a de Salud en el municipio de Felpe Carrillo Puerto (mismo que se iniciara como clí­nica del IMSS y con parches y parches ha sido un hospital), el cual desde hace varias semanas ha estado al cien por ciento de su capacidad de las camas de terapia intensiva, mientras que el Hospital COVID que fue habilitado en Tulum la semana pasada estaba al 22 por ciento de su capacidad.
Aún se desconoce los criterios que utilizaron desde el gobierno federal y particularmente el Ejército Mexicano para abrir ese hospital temporal en Tulum y no en Felipe Carrillo Puerto, (entendemos que es el turismo el motor de este tipo de decisiones y como en la zona maya no hay turismo, pues la vida de los mayas ante la pandemia a nadie le interesa)que desde el punto de vista geográfico y logí­stico podrí­a atender a población de tres municipios.
Cuando desde la ciudadaní­a se le propone al gobierno que debe diseí±ar polí­ticas públicas incluyentes, equitativas y no discriminatorias, se refieren a tomar decisiones que al final de cuentas resuelvan las necesidades de toda la población, pero lo que está pasando en la Zona Maya en materia de salud, es algo que no se debe hacer durante un gobierno que dice estar comprometido con el bienestar del pueblo.
Esas actitudes discriminatorias, excluyentes, inequitativas de la clase polí­tica se reflejan en el hecho de que durante las últimas cinco décadas para nadie fue prioritario que en la Zona Maya se construyera otro hospital con atención de tercer nivel. La misma actitud se ve reflejada en el número de plazas y especialidades del único hospital que hay en la zona.
La población indí­gena, tanto la Maya, como la que proviene de otras partes del paí­s, requiere hechos y no discursos. De nada sirve festejar el Dí­a Internacional de los Pueblos Indí­genas, si no tienen acceso a servicios de salud suficientes y de calidad.
La Secretarí­a de Salud del gobierno federal, difundió el pasado 31 de julio un informe sobre el impacto de la COVID-19 en los pueblos indí­genas de México y los resultados nos muestran la marginación y olvido en que se encuentran.
El documento de la dependencia federal, sostiene que de acuerdo a un estudio realizado del 18 de mayo al 27 de julio, los contagios de COVID-19 en personas indí­genas aumentó seis veces más en dicho periodo, al pasar de 899 casos a 5,413. En esos 69 dí­as del análisis se observó que se registró un promedio de 78 casos diarios.
El crecimiento de los decesos, fue 387% al pasar de 157 a 766 en el mismo periodo. La letalidad en este grupo es de 14.1%, alrededor de tres puntos porcentuales más que la de la población en general, según la misma fuente.
Las cinco entidades con mayor número de decesos por COVID son Yucatán (125), Oaxaca (98), Estado de México (81), Puebla (59) y Ciudad de México (56); mientras que por municipio, Benito Juárez, en Quintana Roo, notificó más defunciones.
En cuanto a las edades a las que se presentaron las defunciones, la de mayor frecuencia es entre los 55 y 69 aí±os, por lo que respecta al sexo, en los hombres suceden más. De las comorbilidades, las de mayor prevalencia —al igual que la población en general— son hipertensión (39.7%), diabetes (38.8%) y obesidad (24.4%), de acuerdo al análisis del documento que hizo la periodista Ariadna Ortega de Expansión Polí­tica.
En el mismo informe, la Secretarí­a de Salud reconoce que los pueblos indí­genas son quienes tienen mayores í­ndices de marginación, así­ como la presencia de enfermedades crónicas no transmisibles y otras condiciones precarias de salud que favorecen la presencia más grave de este padecimiento.
”Aun cuando se ha tratado de proteger a esta población, los esfuerzos no han sido suficientes y las inequidades estructurales y culturales para el acceso a salud y la educación, aunado a una fuerte discriminación no ha permitido avanzar en su bienestar y el impacto de estos determinantes sociales se ven ahora reflejados con la actual pandemia de COVID19 donde se observa mayor letalidad en las regiones con mayor población indí­gena», se lee en el reporte.
Hay que recordar que en el municipio de Benito Juárez (Cancún) , en Quintana Roo, por el movimiento migratorio que ha generado el desarrollo turí­stico de Cancún, miles de personas originarias de otras partes del paí­s, se han asentado en la zona, por lo que la población indí­gena sigue en aumento.
De acuerdo a cifras del Censo de Población 2010, 196 mil 060 personas mayores de 5 aí±os que hablaban alguna lengua indí­gena en Quintana Roo, lo que representó 16% de la población de la entidad en aquel aí±o. Después del maya se habla Tzotzil, Chol y Kanjobal. De acuerdo a la Encuesta Intercensal de 2015, la población total de Quintana Roo ascendió a un millón 501 mil 502 habitantes, de los cuales, 750 mil 24 eran mujeres y 751 mil 538 hombres.
En breve, el INEGI nos actualizará esas cifras poblacionales, pero la realidad es que en Quintana Roo, unas 200 mil personas que pertenecen a pueblos indí­genas están excluidas del bienestar de otras. A estos números hay que agregar los grupos poblacionales que viven en situación de empobrecimiento, por las zonas en que viven alrededor de los centros turí­sticos y ante ello, no podemos cerrar los ojos.
El secretario General de la ONU, Antonio Guterres, con motivo del Dí­a Internacional de los Pueblos Indí­genas declaró que la COVID-19 ha afectado ”terriblemente a más de 476 millones de indí­genas en todo el mundo».
Rememora que a lo largo de la historia, los pueblos indí­genas han sido diezmados por enfermedades traí­das de otros lugares, frente a las que no tení­an inmunidad.
Por lo tanto, es fundamental que los paí­ses reúnan los recursos precisos para responder a las necesidades de esos pueblos, honrar sus contribuciones y respetar sus derechos inalienables.
Antes de la pandemia actual, los pueblos indí­genas ya hací­an frente a situaciones arraigadas de desigualdad, estigmatización y discriminación, sostuvo Guterres.
El acceso insuficiente a la atención de la salud, el agua limpia y el saneamiento los hace más vulnerables. Los pueblos indí­genas trabajan principalmente en oficios tradicionales y en economí­as de subsistencia o en el sector informal.
Todas esas esferas se han visto perjudicadas por la pandemia. Las mujeres indí­genas, que suelen ser las principales encargadas de alimentar y nutrir a sus familias, han sufrido efectos especialmente duros debido al cierre de los mercados de artesaní­a, productos agrí­colas y otros bienes.
También debemos aliviar urgentemente la difí­cil situación de los nií±os indí­genas que no tienen acceso a oportunidades de aprendizaje virtual. En todo el mundo, los pueblos indí­genas han estado a la vanguardia de la demanda de medidas ambientales y climáticas.
La falta de aplicación de las medidas de protección ambiental durante la crisis ha dado lugar a que mineros y madereros ilegales hayan usurpado extensiones crecientes de territorios de los pueblos indí­genas. Numerosos indí­genas han sido ví­ctimas de amenazas y violencia, y muchos han perdido la vida.
Frente a esas amenazas, los pueblos indí­genas han demostrado una resiliencia extraordinaria. Las comunidades indí­genas con autonomí­a para administrar sus tierras, territorios y recursos han mantenido la seguridad alimentaria y han asegurado la atención de la salud mediante los cultivos y la medicina tradicionales.
Leer las palabras o ver el video del secretario General de la ONU sobre pueblos indí­genas y Covid-19, sentimos el llamado a la reflexión sobré que estamos haciendo de manera inadecuada para atender la situación de los pueblos indí­genas en Quintana Roo y no solo durante la pandemia, sino antes, ¿cuál es el lugar que creemos que ocupan los indí­genas en la sociedad quintanarroense?

Graciela Machuca

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