¿Qué se entiende por militarización en México?

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Carlos Barrachina Lisón
27 de julio 2021

A pesar de que México cuenta con la generación de profesionistas más preparada de la historia del paí­s, ni el presidente Andrés Manuel López Obrador, ni la sociedad mexicana confí­an en sus capacidades, y han ”congelado» a una administración pública que renuncian a transformar.
La corrupción, el autoritarismo tradicional, la falta de voluntad polí­tica real para luchar por vivir en una sociedad con una mayor calidad democrática, el desánimo de la gente, y un militarismo socialmente arraigado, se encuentran detrás de la idea de relegar a la administración pública a un segundo plano, y recurrir a las fuerzas armadas para desarrollar un sin número de funciones.
En el aí±o 2018 la sociedad estaba harta de la clase polí­tica tradicional, y ello era un terreno fértil para un mensaje que enfatizaba que ”la esperanza de México», pasaba por lo que se denominó una ”cuarta transformación» histórica del sistema polí­tico mexicano. El discurso no ha aterrizado en una realidad concreta porque ni la clase polí­tica, ni la propia sociedad tienen intención de cambiar la tradicional forma de conducir sus asuntos.
Andrés Manuel López Obrador utilizó el discurso, pero siempre supo que el principal enemigo de un polí­tico es el tiempo. La necesaria transformación de todo un sistema polí­tico es imposible lograrse en un sexenio, y el presidente optó por ser práctico, ponerse manos a la obra e impulsar sus proyectos emblemáticos al costo que fuera. Desde el principio seí±aló con claridad que el aeropuerto de Santa Lucia, el tren Maya, el que atraviesa de Salina Cruz a Coatzacoalcos, y la refinerí­a de Dos Bocas eran sus prioridades. Desconfiando de unos y otros, recurrió a las fuerzas armadas, como el brazo de la administración pública más confiable. La sociedad no se inconformó porque también tiene la concepción de que los militares son los funcionarios más honrados y eficientes del gobierno (lo que es una muestra clara de un militarismo socialmente arraigado).
A la administración de López Obrador le ha tocado vivir un momento histórico especialmente complicado. Nos encontramos contexto en el que el crimen organizado tiene en jaque no sólo a México, sino a toda su área de influencia en el Caribe y Centroamérica, y que ha llevado a que en todo América Latina la inseguridad se haya disparado en los últimos treinta aí±os.
Frente a ello MORENA heredó un paí­s en el que la clase polí­tica fracasó en reformar los aparatos de seguridad locales, a pesar de destinar millonarias cantidades de recursos, y de haber seí±alado que esa reforma era prioritaria. En ese contexto, el actual presidente, ha sido práctico y ha optado por postergar esa reforma, creando y consolidando la Guardia Nacional.
A ello se suman las consecuencias que se derivan de la explosión de la pandemia de la COVID-19, que está condicionando la gobernabilidad y la economí­a en todos los paí­ses del mundo; y afectando la esperanza de vida de muchí­simas personas.
AMLO está siendo práctico. Nunca pretendió transformar polí­ticamente el paí­s, sino completar una serie de proyectos que le permitieran ser recordado, y por ello las fuerzas armadas son el instrumento operador seleccionado.
Sí­ es cierto que abanderó la identificación de un claro problema nacional, y lo introdujo en la agenda, pero es consciente de que la gestión del mismo durará muchos aí±os. Los ciudadanos y los polí­ticos también son prácticos y piensan en lo inmediato. ¿Los votantes de MORENA han renunciado a privilegios, a despensas, a recibir beneficios inmediatos a cambio de su apoyo? No lo han hecho. La sociedad desconfí­a de la clase polí­tica, y prefiere recibir beneficios inmediatos, como los diferentes programas de transferencias de recursos, o lo que se entrega en las campaí±as. La idea de una transformación en la forma de hacer las cosas en polí­tica está muy lejos de ser comprendida y aceptada. En el fondo, todos gestionamos nuestro dí­a a dí­a y nuestros intereses inmediatos.
La sociedad civil organizada, y sectores académicos se están preocupando por la presencia militar cada vez más frecuente en diferentes actividades y han activado sus ”alarmas», seí±alando que nos encontramos en una situación de riesgo, porque se están ”militarizando» diferentes esferas de la sociedad. Especialmente preocupa la consolidación de la Guardia Nacional, en asuntos de seguridad pública, pero también inquieta el ver como aumentan las misiones que le son encomendadas a las fuerzas armadas. Preocupa la autonomí­a militar, y el que al final las fuerzas armadas se ”emborrachen» de poder y tengan la tentación de caer en actitudes pretorianas de abuso de poder polí­tico sobre la sociedad en general.
Por otra parte, oficiales de las fuerzas armadas, también empiezan a inquietarse por la actitud de estos grupos, porque tienen la sensación de sentirse atacados en su profesionalidad. Se interiorizan esas desconfianzas y crí­ticas como provenientes de ”enemigos» de las fuerzas armadas, y no se comprenden, porque la Secretaria de Defensa Nacional y la Secretarí­a de Marina están respondiendo, como pueden, a las solicitudes del poder polí­tico. Sí­ requieren para cumplir, recursos y más personal; pero ello es considerado normal, porque es la misma sociedad (a través de sus representantes), la que está demandando su intervención en la gestión de asuntos públicos que van más allá de la esfera militar en un contexto democrático.
El poder militar siempre ha sido más fuerte, cuando el poder polí­tico, y la administración pública han sido más débiles. La desconfianza de AMLO y de buena parte de sus votantes en la clase polí­tica tradicional y en la administración pública y su mentalidad militarista es lo que está detrás de esta ampliación de misiones de las fuerzas armadas. Ello es preocupante porque no sólo no se contribuye a transformar la forma de hacer las cosas en polí­tica, sino que debilita a la administración pública en diferentes sectores. No es culpa ni responsabilidad de las fuerzas armadas esta intervención más amplia de misiones en la vida pública. Ello es reflejo de una dejación de funciones de las autoridades polí­ticas, y de la renuncia a gestionar sectores claves de la gobernabilidad de nuestra convivencia democrática.
¿Son los militares más eficientes que otros profesionales de la sociedad? Los integrantes de las fuerzas armadas son ciudadanos y profesionales que comparten el mismo contexto social que el resto de la población. Es posible que su disciplina y su normativa interna hagan que de forma excepcional sean más eficientes en algún tipo de misiones, pero ello no es necesariamente cierto. La presencia de los militares en la gestión de la seguridad pública ya es tradicional en México y las cosas se han seguido complicando. Ojalá el intento de construir una Guardia Nacional profesional y eficiente sea un éxito en el mediano plazo, y que de esa plataforma se continúe a la reforma de las fuerzas de seguridad en entidades federativas y municipios; pero mientras ello no se logre, las cifras de homicidios y de otro tipo de delitos seguirán siendo muy elevadas.

Graciela Machuca

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