Discriminación contra mayahablantes en hotel de Tulum, solo una muestra de la cultura de la discriminación contra la población indí­gena en Quintana Roo

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Necesariamente Incómoda

**La cultura de la discriminación contra indí­genas mayas está arraigada en la sociedad maya y en las polí­ticas públicas.
**Pobreza, olvido, marginación y discriminación, caracterizan al pueblo maya vivo, del cual se nutre la actividad turí­stica.

Graciela Machuca Martí­nez

El caso de discriminación en agravio de personal del Hotel Copal en Tulum por hablar su lengua originaria, es el botón que permite ver las condiciones de pobreza, marginación y discriminación que vive la población indí­gena en Quintana Roo, no solamente la maya, sino integrantes de los diferentes pueblos originarios del paí­s que han llegado a la entidad en busca de un mejor nivel de vida, cuyo anhelo les salió contraproducente, porque a su identidad como indí­genas se les agregó otro factor de discriminación, ser migrantes.

Al personal de origen maya en el referido hotel de Tulum, por indicaciones de quienes administran el establecimiento se les prohí­be hablar en maya, a lo que se agrega las precarias condiciones laborales, por ejemplo, denunciaron que les dan alimentos descompuestos, además, de que sus jornadas laborales rebasan las 13 horas., todo permitido por los gobiernos en turno.
Desde luego que este hotel no es el único que comete estas irregularidades con su personal, ni tampoco es exclusivo de Tulum, pues los casos se repiten en Cancún, Isla Mujeres, Cozumel, Playa del Carmen, Mahahual y en la propia capital del estado, Chetumal.

A pesar que la actividad turí­stica intensiva en Quintana Roo lleva más de cuatro décadas la población indí­gena maya sigue viviendo en el abandono, cientos de integrantes de la clase polí­tica estatal y nacional han formado sus fortunas a través del discurso a favor de los indí­genas mayas de la entidad, pero estos siguen siendo objeto de abusos y discriminación.

Tulum representa geográfica y polí­ticamente el acceso a la zona maya, pero también la puerta de entrada al universo de la pobreza extrema, del olvido gubernamental. Históricamente estos pueblos crecieron y se fortalecieron por los productos que les dio la selva, como madera, miel, chicle, entre otros productos no maderables, pero ahora, que dichas producciones descendieron y/o se agotaron por la explotación corrupta, algunos viven a expensas de los programas asistencialistas, otros tienen que salir a trabajar a los centros turí­sticos a ofrecer su mano de obra no calificada, por lo que sus ingresos son mí­nimos.

Esa parte de la zona maya no puede vivir de la agricultura o de la ganaderí­a por la infertilidad de sus suelos, como ocurre en otras zonas, donde cuentan con tierras fértiles aptas para la actividad agropecuaria.

La población indí­gena en el paí­s, de acuerdo al Coneval, por sus condiciones de vulnerabilidad, son las que resienten más los vaivenes de la economí­a nacional y los descensos de los indicadores de nivel de vida.
El mismo organismo dio a conocer que entre 2018 y 2020, 19 entidades federativas presentaron un aumento en el porcentaje de la población en situación de pobreza. Las tres entidades con mayores incrementos fueron: Quintana Roo (de 30.2% a 47.5%), Baja California Sur (de 18.6% a 27.6%) y Tlaxcala (de 51.0% a 59.3%), con 17.3, 9.0 y 8.3 puntos porcentuales más, respectivamente.

Esta información del gobierno mexicano es de vital importancia al compararla con la realidad que vive el pueblo maya en Quintana Roo al recorrer los municipios y comunidades de la zona maya.

A pesar de la insistencia sobre la insuficiente e ineficiente atención a la salud del pueblo maya, nada se hace por construir un hospital que permita brindar una atención digna a los indí­genas mayas, en Felipe Carrillo Puerto, así­ como reactivar con equipo, personal y medicinas a los centros de salud que se encuentran abandonados, por falta de presupuesto, el cual se ofrece, solo en cada periodo de campaí±as electorales.

La infraestructura educativa es deficiente, son contados con los dedos de una mano las instituciones de educación superior para capacitar y formar a la población joven para que aprovechen los puestos de trabajo que genera la actividad turí­stica en la entidad, con lo que se obliga a las nuevas generaciones a seguir vendiendo su fuerza de trabajo no calificada y por ende a realizar los trabajos menos remunerados y expuestos a la explotación laboral que propicia la misma polí­tica gubernamental.

En la zona maya no se le da acceso a los indí­genas al derecho a la salud, al trabajo, a la educación, a la vivienda digna, a vivir en un ambiente sano, pues las deficiencias en los servicios de agua potable y drenaje, propicia graves condiciones de insalubridad.

En Quintana Roo se discrimina a la población maya, por ser mujer, por ser joven, por hablar su lengua materna, por no tener estudios, por ser pobres, por ser nií±as, por ser nií±os, por ser adolescentes, por ser adultos mayores.
La industria turí­stica de Quintana Roo vive de la cultura maya, vende el patrimonio natural y cultural del pueblo maya, pero prefiere referirse al maya muerto, al de los museos, al de la historia, mientras que a los mayas vivos solo los utilizan como humillante decoración en hoteles y restaurantes cuando bien les va.

Tanto el gobierno como empresas prefieren al pueblo maya que no come, que no exige respeto a su cultura, al maya que no pide hospitales, escuelas, centros de salud, fuentes de empleo o que no se libera de la esclavitud y explotación en que por décadas los tiene un tirano con el chicle.

Al pueblo maya originario de lo que hoy es Quintana Roo se le prohí­be entrar a sus propias playas, hay nií±as, nií±os y jóvenes que no conocen el mar, a pesar qué viven a solo 80 kilómetros de una playa, como las de Tulum.
El mismo Coneval dio a conocer que entre 2018 y 2020, que en materia de carencia por acceso a la seguridad social, a nivel nacional, se observa una disminución en el porcentaje de la población con carencia por acceso a la seguridad social al pasar de 53.5% a 52.0%.

En número de personas este cambio representa una disminución de 0.2 millones de personas que presentan esta carencia en 2020, al pasar de 66.2 a 66.0 millones de personas. Por entidad federativa, 23 de las 32 entidades federativas mostraron una disminución, siendo Oaxaca (78.3% a 73.0%), Nayarit (52.9% a 48.0%) y Tabasco (63.2% a 58.5%) las tres entidades que presentaron mayores disminuciones.

De manera contraria, Quintana Roo (44.0% a 48.3%), Nuevo León (28.3% a 31.9%) y Coahuila (25.7% a 28.2%) fueron las entidades que presentaron un mayor aumento durante este periodo.

En materia de Carencia por acceso a la alimentación nutritiva y de calidad, en 2020, 17 de las 32 entidades presentaron un aumento en este indicador, donde Quintana Roo (20.0% a 29.4%), Tlaxcala (24.3% a 32.9%) y Puebla (24.5% a 30.8%) presentaron los mayores incrementos; mientras que Tabasco (50.0% a 43.3%), Colima (23.0% a 17.7%) y Chihuahua (18.1% a 13.5%) fueron las entidades con mayores disminuciones.

Con estas cifras no podemos esperar que la población maya en Quintana Roo esté mejorando su nivel de vida y por ende se disminuya el grado de discriminación.

Ante los actos de discriminación de los directivos del Hotel Copal en Tulum, el presidente municipal, Marciano Dzul se pronunció en contra y solicitó respeto para la población maya, mientras que la Comisión Estatal de Derechos Humanos con tibieza canalizó el caso ante el CONAPRED sin decir que hará de su parte para que esta cultura discriminatoria en contra la población maya se erradique en toda la entidad, de igual forma deberí­an de pronunciarse los demás presidentes municipales, diputados y senadores y todos los representantes populares que han llegado al poder con el voto de los indí­genas, sin embargo no lo hacen por que muchos de ellos comparten la cultura de la discriminación y apoyan la explotación histórica a los indí­genas y prefieren mantenerlos en la vil marginación que siendo realizados, libres, plenos y autosuficientes.

Graciela Machuca

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