Tráfico de influencias e impunidad se asoman en el caso de Hendricks Rubio; se requiere investigación a fondo por el bien del movimiento feminista

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Necesariamente Incómoda 

**”Quienes están detrás de esta campaña de desprestigio, incurren en faltas por las que deberán responder. La denuncia por la agresión de la que fui objeto está ante la autoridad competente y toca a esta investigar, judicializar la carpeta y aplicar la pena que se dicte #NiUnaMás”, dice Hendricks Rubio en su cuenta de Twitter. 

Graciela Machuca Martínez 

En una severa crisis personal y política se encuentra la excandidata del Partido Revolucionario Institucional (PRI), a la gubernatura de Quintana Roo, Leslie Angelina Hendricks Rubio, al lesionar de gravedad de una mordida a su esposo, quien tuvo que pasar diez horas en un quirófano en donde le intentaron reconstruir el labio inferior debido a que de la agresión se le desprendió.

El hermetismo con que se ha manejado el asunto deja entrever y se presume el tráfico de influencias que se está ejerciendo en este momento, para que la víctima termine siendo el victimario. De allí la urgente necesidad de que las autoridades competentes investiguen de acuerdo a los protocolos establecidos para este tipo de casos, porque en Quintana Roo, con el poder político y económico todo se puede.

Este asunto de violencia entre cónyuges pudo haberse tratado como toda violencia de género que se da en la entidad, pero como la presunta agresora es una connotada política con mucho futuro por delante, pues está buscando, a cómo de lugar el cobijo de la impunidad, aderezada con opacidad y secretismo, que solo se quiere tratar en los altos niveles en los que se toman las decisiones políticas en Quintana Roo.

La violencia doméstica existe en la entidad y nadie lo ignora, por ello, cuando salen involucradas personas líderes sociales y políticos, quienes se suponen que conducen a sus seguidores con el ejemplo, las autoridades deben actuar conforme a la ley como una manera de incidir en el comportamiento social, ser líderesa, representante popular, querer gobernar un estado, es sinónimo de autoridad moral, de cumplir con el estado de derecho, estar informada y actuar en consecuencia, pero al parecer esta mujer política, solo quería ser gobernadora de Quintana Roo, pero solo por tradición.

Desde luego que los detalles de la agresión los conocerán las personas involucradas, en este caso la víctima y la presunta victimaria, quienes tendrán que alegar ante el Ministerio Público lo que a sus derechos convenga, por lo que ahora estamos ante un delito que se tipifica como lesiones graves y se supone que se debe actuar de oficio.

Así como de manera frecuente publico información sobre mujeres violentadas y exijo que se haga justicia a través de que las instituciones cumplan con su obligación, en este caso se deben realizar las investigaciones respectivas y judicializar el caso, dejarlo en la impunidad sería una mala lectura para la sociedad sobre la administración estatal que empieza, me dirán que cada institución tiene sus facultades, pero no seamos ingenuas y reconozcamos que el poder político y económico es el que gobierna en la entidad.

Hemos pugnado por una sociedad igualitaria, en la que se aplique de manera transversal el principio de equidad y recordemos que el mujerismo no es lo mismo que el feminismo, un movimiento social, político y jurídico que se desenvuelve a partir de análisis críticos y no de fanatismos o encubrimientos.

Dentro de la violencia doméstica en Quintana Roo también se da la violencia de mujeres contra hombres y las instancias correspondientes lo tienen documentado, a pesar que por cuestiones culturales, llamémosle machismo o patriarcado los casos denunciados son mínimos.

Las razones que Hendricks Rubio tuvo para agredir a su pareja de esta manera pueden ser muchas y eso debe alegar ante el Ministerio Público, sin embargo, estos hechos deben ser investigada a fondo, porque no se trata de una mujer en condiciones de vulnerabilidad, ella es una mujer informada, empoderada política y económicamente, desde que nació a vivido en el privilegio de la información, de una formación familiar, es licencia en Derecho, con una maestría también en Derecho, exdiputada local, excandidata a una diputación federal y a la gubernatura de Quintana Roo.

Cuando se habla de equidad no podemos poner en el mismo plano a una mujer que carece de todos estos privilegios y que por sus circunstancias no puede evitar una agresión y tuvo que actuar en defensa propia.

Lo preocupante de este caso es que por el tráfico de influencias se recurra a la impunidad, a la revictimización.

Ahora se difunde que la víctima tiene adicción a la cocaína, pero Hendricks Rubio no tuvo el sentido común necesario para pedir una orden de restricción para que su pareja no se le acercara si es que ahora considera que representaba un peligro para su integridad física y para su vida, porque solo en defensa propia tendría una justificación, pero recordemos que la defensa propia no es absoluta, tiene sus reglas para poder invocarla, en caso que la defensa la tenga como su carta fuerte.

En la escena tenemos a una esposa victimaria con poder político y económico y del otro lado a un esposo víctima evidente porque pasó diez horas en un quirófano para que intentaran los médicos revertir el desprendimiento del labio inferior a consecuencia de una mordida, pero además, salen como personajes principales el tráfico de influencias y la revictimización y asoma la cabeza la impunidad y la sustracción a la justicia.

EXCANDIDATA DEL PRI AL GOBERNO DE QUINTANA ROO AFIRMA PÚBLICAMENTE QUE ELLA ES LA VÍCTIMA DE VIOLENCIA FAMILIAR

Por medio de sus redes sociales Hendricks Rubio dio a conocer este miércoles primero de febrero que la víctima de violencia familiar fue ella y no su esposo Miguel Marzuca.

El mensaje dice: “Quienes están detrás de esta campaña de desprestigio, incurren en faltas por las que deberán responder. La denuncia por la agresión de la que fui objeto está ante la autoridad competente y toca a esta investigar, judicializar la carpeta y aplicar la pena que se dicte #NiUnaMás”,

Desde luego que asumo, como defensora de los derechos de las mujeres, que la excandidata a gobernadora, actuó en defensa propia, lo cual tendrá que demostrar ente el Ministerio Público, por ello coincido con las líneas generales del análisis que hace la colega periodista Soledad Jarquín Edgar, que a continuación reproduciré, pero mi cuestionamiento va en el sentido de buscar sustraerse de la acción de la justicia usando el poder político y económico, tratase de una mujer o un hombre.

EQUIPARAR VIOLENCIA MACHISTA Y VIOLENCIA DE MUJERES ES DENOSTRAR LA LUCHA CENTENARIA DEL FEMINISMO: SOLEDAD JARQUÍN

Uno. Una agresión cometida contra un hombre por parte de su pareja desata todo tipo de demonios, porque en el fondo lo que se quiere y requieren muchas personas es denostar la lucha centenaria del feminismo contra la violencia machista y pretenden señalar que las mujeres somos tan o más violentas que ellos.

La explicación no es simple en tanto la ginopía opere, es decir, mientras permanezcamos ciegos o ciegas a las razones de género y pretendamos creer que se trata de actos semejantes.

La violencia machista mata a las mujeres por el hecho de ser mujeres. Lo que llevó a la tipificación de un delito autónomo llamado feminicidio y a la creación de leyes como la General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia o la Ley de Igualdad entre hombres y mujeres y otras más que se crean a partir de la demostración feminista y académica que plantea que la violencia contra las mujeres tiene componentes de género.

Dos. Lo fundamental es ver que la proporción es infinitamente distante entre asesinatos de mujeres por ser mujeres a manos de los hombres y los asesinatos de hombres por parte de mujeres. En México, 21 mujeres pierden la vida a manos de un hombre, la mitad de ellas tienen componentes de género. Es decir, por el hecho de nacer mujer, hay misoginia en ese aberrante hecho que no es otra cosa que odio. Los otros asesinatos son dolosos o culposos, pero no por ello menos graves. Esta que es la violencia extrema contra las mujeres afecta el entorno familiar, social y comunitario.

Tres. Las cifras oficiales de la violencia feminicida son la muestra clara de cómo y por qué opera el machismo, lo que confirma que los responsables de esa violencia son los hombres, conocidos o desconocidos.

Cuatro. 70.1 por ciento de mujeres de más de 15 años han experimentado al menos una situación de violencia psicológica, física, sexual, económica, patrimonial y/o discriminación, datos más recientes de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021. Misma que es elaborada por el INEGI.

Y cuando hablamos de violencia psicológica estamos refiriéndonos a todo tipo de maltrato verbal o de silencio, menosprecio y acusaciones sobre la condición física, relaciones o actitudes de una persona que dañan su estado de ánimo. Muchas veces esta violencia es detonante del suicidio.

La violencia sexual es muy amplia, pero está directamente relacionada con el incesto, es decir, relaciones sexuales entre padres e hijas, abuelos con sus nietas, abusos por parte de primos mayores o adolescentes, y hasta los hermanos. Una que se silencia generalmente, basados en la creencia del amor filial o para evitar la destrucción de la familia. Pero también sucede en el ámbito fuera del hogar, el comunitario, escolar y laboral. Y le pasa a mujeres de todas las edades y en todas las situaciones.

La violencia económica y patrimonial es aquella, donde se quita a las mujeres sus propiedades o pertenencias más importantes bajo engaños o con otros actos de violencia, se trata de crear inmovilidad.

La violencia física va desde una bofetada hasta golpes mortales que terminan en tentativas de feminicidio o con secuelas incapacitantes por el resto de sus vidas o abortos, por citar algunos más, además de la huella indeleble que marca su existencia.
Hoy se habla de violencia vicaria. Es decir, la que todos los días ejercen señores sobre sus ex parejas que con el uso o contubernio de las instituciones, les quitan a sus hijas e hijos para provocar daño, son una venganza contra esa mujer que denunció, seguramente, otras violencias con sus parejas, algunas de ellas que rayaron en lo inaudito.

Se imaginan todos esos actos de violencia juntos en contra de las mujeres. Insisto siete de cada 10 mujeres mayores de 15 años la ha experimentado al menos una vez en su vida y los perpetradores o victimarios son hombres.

Cinco. El escándalo mediático que sacude a muchas buenas conciencias en Quintana Roo en estos momentos, busca desde mi perspectiva denostar un movimiento social y por otro lado pretende sentar sus reales en la creencia, reitero, de que somos muy violentas las mujeres. Solo les recuerdo que las relaciones entre hombres y mujeres está basado en desigualdades tremendas bajo el argumento de la supuesta y arcaica superioridad de los hombres sobre las mujeres.

Seis. Algo muy importante que es necesario no dejar de ver es que las mujeres como los hombres coexistimos en el mismo planeta, por tanto, somos parecidos por formación y aprendizaje, solo que las mujeres desde la subordinación que sigue existiendo, lamentablemente para la sociedad. Es decir, sí podemos ser violentas también, se admite ese supuesto, como el caso que ocupa a los medios en este momento, sin embargo, reitero no en la misma proporción. Lo histórico, permanente, sistemático ha sido la violencia machista sobre las mujeres.

Siete. Coincido en reprobar todo tipo de acto de violencia. Si la ex candidata del Partido Revolucionario Institucional (PRI), a la gubernatura de Quintana Roo, Leslie Angelina Hendricks Rubio, quien presuntamente lesionó a su pareja, por lo que tuvo que ser sometido a una cirugía para reconstruir el labio inferior, resultado de la agresión, son las autoridades quienes tienen que intervenir.

Ocho. El presunto tráfico de influencias por ser el personaje que es, podría afectar no solo al resultado, sino a todo un sistema de justicia y por supuesto a la jefa del ejecutivo. El poder político o económico no debe ser obstáculo para la justicia ni en este caso ni en los otros.

Nueve. No más violencia ni impunidad vendría bien en Quintana Roo.

Diez. Es decir, nos toca juzgar desde los hechos y comprobar si tenemos duda. Eso hacemos como periodista. Y como activista por los derechos humanos de las mujeres insisto. No hay punto de comparación. Lo que se tiene que hacer es investigar y quien resulte responsable de los hechos tendrá que asumir las consecuencias de sus actos. Hasta aquí el texto de Soledad Jarquín Edgar.

Graciela Machuca

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