La tentación del poder total

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LEOPOLDO MENDÍVIL LÓPEZ SECRETOS AL DESNUDO
elpuntocritico.com

 

Check en blanco para Claudia Sheinbaum. Exceso de Mandato (se llama “Trifecta” en los Estados Unidos): ocurre

cuando un mandatario obtiene el control de las dos alas del Congreso, y por lo tanto, la capacidad para cambiar las leyes a voluntad.

Tentación de Abusar del Poder (derivación de la Teoría de la Metamotivación y de la Conducta de los Primates de Abraham Maslow): capacidad de cualquier homínido de reconocer la oportunidad de abusar de otros.

Síndrome del Perro Glotón (derivación de la Psicología de la Ambición de Sigmund Freud): dícese de quien no tiene límites al comer, aunque su glotonería pueda dañar su salud.

Cuando recibes un cheque en blanco, la siguiente pregunta es: ¿ahora qué vas a hacer con él? ¿Abusarás de quien te lo entregó?

En este punto entran en acción todos los factores internos de la psicología humana, así como las influencias externas que intervienen en la toma de las decisiones: tus creencias, tus valores, tus sueños y principios… y por otra parte, las creencias y las ambiciones de las personas que te rodean.

El domingo 2 de junio de 2024 los mexicanos le dimos un check en blanco a Claudia Sheinbaum: no sólo votamos para que sea presidenta con la mayor preferencia electoral en la historia reciente de México (Salinas en 1988: 50.36%; Zedillo en 1994: 48.69 %; Fox en 2000: 42.52%; Calderón en 2006: 35.89%; Peña en 2012: 38.21%; AMLO en 2018: 53.19%;

El cheque en blanco es el hecho de que la ahora virtual Presidenta Electa tendrá a su disposición la mayoría calificada de las dos cámaras del Congreso – Senado y Diputados: aprox 88 asientos en el Senado (60 de Morena, 13 del PT y 15 del Verde ); y 380 en la Cámara de Diputados (251 de Morena, 77 del Verde y 52 del PT).

En los Estados Unidos, esta acumulación de poder, cuando sucede, se llama “Trifecta”, y se constituye cuando un presidente tiene dominadas a las dos cámaras del Poder Legislativo. Es considerada como una situación de alto peligro para la democracia –un momento en el que se pone en riesgo el “sueño americano”-, pues un presidente puede caer en la tentación de cambiar la Constitución y las leyes, y convertirse en un «tirano». «.

La última pesadilla, en la mente de un “gringo”, es que el presidente, embriagado por el poder que le confiere una “Trifecta”, se arroje al proyecto megalómano de modificar la Constitución misma para suprimir a los otros poderes –Legislativo y Judicial – y erguirse él mismo como déspota, libre de darle explicaciones a nadie.

Muchos gringos recuerdan el día en que eso le pasó a la Antigua Roma, cuando un sujeto populista llamado Julio César suprimió virtualmente al Senado para autodenominarse “El César” y acabó con la República Romana, que era democrática; y de este trance -que incluyó el asesinato del propio César- surgió la era de los emperadores ególatras y déspotas todopoderosos tipo Nerón y Calígula, a los que la única manera de pararlos era matándolos.

Para que semejante horror no ocurriera nunca en un país como los Estados Unidos -donde la democracia es considerada sagrada-, el propio Tomás Jefferson, autor de la Declaración de Independencia que se firmó el 4 de julio de 1776, incluyó en ella una cláusula que indica que el pueblo debe derrocar al gobierno si en algún punto del futuro se convierte en una tiranía:

“…si ocurriera una larga serie de abusos y usurpaciones, que invariablemente persiguiesen el mismo objetivo, de instaurar un despotismo absoluto, es su derecho [del Pueblo], es su deber, derrocar a ese gobierno y proporcionar [a la Nación] nuevos guardias para su seguridad futura”.

En pocas palabras: el pueblo estadounidense está llamado desde un principio a tomar las armas para tumbar a cualquier presidente si éste intentara suprimir la democracia.

El momento en que ese peligro es alto es cuando ocurren las “Trifectas” –palabra derivada de las carreras de caballos-, pues, al tener control sobre las dos cámaras del Poder Legislativo, un presidente puede literalmente cambiar las leyes que quiera. Y teóricamente nada se lo puede impedir.

La Trifecta es un reluciente cheque en blanco entregado por el “pueblo” a un presidente para, por ejemplo y teóricamente, declararse presidente vitalicio al estilo de Xi Jinping o Putin –en marzo de 2018 tres mil diputados chinos votaron para que Xi pueda ser presidente Forever.

O para hacer lo mismo que Benjamín Netanyahu está haciendo en Israel. Netanyahu llegó en 2022 con una especie de «Trifecta», al contar con el 59% del Knesset -congreso israelí.

Gracias a que su coalición parlamentaria le da ese poder, Netanyahu se engolosinó y en 2023 se lanzó contra el Poder Judicial (los jueces), el otro poder que se opone a sus planos.

Como los jueces eran los únicos que objetaban y bloqueaban los proyectos ambiciosos de Netayahu –incluidas sus guerras-, y como algunos de ellos lo buscaban por tres cargos de corrupción-, Netayahu, revestido de sus “amigotes” en el congreso, se aventuró en 2023 a “reformar el poder judicial”, para quitarles el poder a los jueces.

En los hechos, lo que quería era insertar dos aliados suyos para que inclinaran las decisiones a la hora de elegir a los magistrados de la Suprema Corte o Beit haMishpat haElyon.

Ello además de coartar las facultades de los jueces en las materias jurídicas llamadas “Leyes Básicas” y “Razonabilidad” – De esa forma los magistrados no se meterían más contra las iniciativas de Netanyahu.

La respuesta de la Suprema Corte de Israel, y del pueblo de Israel, y del presidente mismo de Israel –quien es superior jerárquico del Primer Ministro Netanyahu-, fue un rotundo *no*.

El presidente israelí Isaac Herzog ordenó que se parara la iniciativa de Netanyahu y dijo que amenazaba a la democracia.

En enero de 2023 millas de israelitas salieron a las calles de Tel Aviv y Haifa para protestar contra Netanyahu y su intento de “golpe de estado”; y estas manifestaciones multitudinarias no pararon hasta octubre, exigiendo incluso que el propio Netanyahu renunciara, lo cual lo perturbó, pues sin el fuero que le confiere su cargo, tendría que enfrentar la justicia – ya los jueced.

En ese momento ocurrió algo horrendo que distrajo la atención del mundo: el ataque de Hamás a Israel y la subsecuente guerra en Gaza, que colocó a Netanyahu en calidad de “Generalísimo”. Ahora nadie se acuerda de su intentona fracasada de reforma judicial.

Golpear al Poder Judicial es el siguiente paso cuando un mandatario que goza de una “Trifecta”, desea «conquistarlo todo» y quitar a los que le estorban – o convertirlos en peones.

Aquí en México tenemos el mejor ejemplo.

Ocurrió la última vez que un presidente mexicano tuvo una “Trifecta” -treinta años antes que Claudia Sheinbaum-. ¿Quién fue ese último presidente mexicano que tuvo en su puño una mayoría de diputados y senadores de su propio partido en las dos cámaras? (Y por tanto la “tentación del poder total” o el “cheque en blanco”)

Ernesto Zedillo.

En 1994, cuando el país venía saliendo del asesinato de Luis Donaldo Colosio y había estallado la rebelión de Marcos en Chiapas, y los “errores de diciembre” habían mandado la economía mexicana al caño, Ernesto Zedillo gozaba de haber ganado su mandato con una votación. de 48,69%, y además tenía en su control a 95 de los 128 senadores y 300 de los 500 diputados. Una trifecta casi perfecta.

Sólo le faltaban algunos diputados para tener la cámara baja a su merced, y los consiguieron negociando con el PAN.

Cuando tuvo listas las dos cámaras, procedió a su “Golpe Maestro”:

El “Golpe Maestro” de Zedillo -o su gran aportación a la justicia en México, según se quiera ver- fue el siguiente: sus senadores y diputados le aprobaron 27 cambios a la Constitución Mexicana para “Reformar al Poder Judicial”.

En los hechos, esa reforma consistía en – entre otras cosas- disminuir de 26 a 11 los ministros de a Suprema Corte, y de paso quitarles poder – ya no podrían ser vitalicios, y ahora iban a estar vigilados por algo llamado “Consejo de la Judicatura”.

El 1 de enero de 1995 Zedillo “jubiló” a los 26 ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación –ministros que habían sido nombrados por los expresidentes Miguel de la Madrid y Carlos Salinas-, y los reemplazó por 11 nuevos ministros que elegió. él mismo –entre los *nuevos* estaban Olga Sánchez Cordero y José Vicente Aguinaco Alemán.

¿Esto es “División de Poderes”? El Ejecutivo estaba «cortando el pasto del jardín ajeno».

El ministro Azuela Güitrón protestó en entrevista con Francisco Arroyo (ver El Universal): “la administración de justicia se ha trastocado por la injerencia del Ejecutivo”.

Zedillo dijo simplemente: “Esto es un paso de gran importancia en el perfeccionamiento de nuestra democracia”. Y a lo que sigue.

¿Quién más ha sucumbido ante la tentación de conquistar poder absoluto que ofrece la «Trifecta»?

Un gringo. Sucumbio a ella el presidente más poderoso que han tenido los Estados Unidos. (El más amado por unos y el más odiado por otros). ¿Adivinas cuál?

Son varios los presidentes “gringos” que han gozado del cheque en blanco del poder total, la “Trifecta”.

¿Abusaron del poder? ¿Sucumbieron ante el “arca abierta” donde “el justo peca”? ¿Se volvieron presas de la avaricia cuando el pueblo les dió el privilegio irresistible de disponer a su antojo de las dos cámaras del Legislativo para hacer con la Constitución y con las leyes lo que ellos quiseran?

¿Se convirtió en tiranos tipo Nerón o César?

Los presidentes “gringos” que han estado ante la tentación de la Trifecta son Lincoln –acabó asesinado-, Ulysses Grant, Andrew Garfield –acabó asesinado-, William McKinley –acabó asesinado-, Theodore Roosevelt, William Taft, Woodrow Wilson, Warren Harding – acabó muerto-. Franklin Roosevelt, Dwight Eisenhower, John Kennedy –acabó asesinado-, Lyndon Johnson, Jimmy Carter, Bill Clinton (por breve tiempo), George W. Bush, Obama (por breve tiempo), Trump y Biden (por breve tiempo ambos).

Como podemos ver, son muchos, y al parecer no se volvieron locos con el poder. La democracia estadounidense sigue existiendo. Pudieron o supieron resistir a las “Trifectas” sin intentar golpes de Estado ni destruir a los otros poderes.

Ninguno sucumbió a la tentación del «poder absoluto», ¿o sí?

Olvidamos mencionar al primer presidente, George Washington.

El primer presidente “gringo” ganó por abrumadora mayoría: 100% de los votos –a semejanza de nuestro José López Portillo : ) -; y tuvo una espectacular «Pre-Trifecta»: Washington contó con la lealtad del total de los 69 miembros del primer Colegio Electoral. ¡Tenía todo para haber vuelto un dictador si lo hubiera querido! Pero no lo hizo.

Washington no sucumbió ante la Tentación del Poder Total.

Cuando en 1796 iba a terminar su segundo período como presidente –lo religieron en 1792-, Washington declaró tajantemente: “Nadie puede ni debe reelegirse indefinidamente para presidente, o creará un peligro para la democracia y la libertad. Nadie debe caer jamás ante la tentación del poder absoluto”.

Así que el siguiente presidente fue John Adams, el cual sí trató de abusar del poder. Por su parte, desde 1783 Washington presidió una sociedad en honor al líder romano Quinctius Cincinnatus, un general que al verso frente a la tentación de aferrar el poder absoluto en Roma, la rechazó y entregó el poder al Senado Romano. La sociedad de Washington y sus cercanos se llamaron «The Cincinnati», o “Los hijos de Cincinnatus”.

Pero entonces, ¿quién fue el presidente gringo que se “agandalló” ante la gran tentación de la “Trifecta” y casi se vuelve “dictador”?

Fue el señor Franklin Delano Roosevelt.

Para muchos, FDR es el mejor presidente que han tenido los Estados Unidos, y fue, nada menos, el que venció a Adolfo Hitler y convirtió a los Estados Unidos en la gigantesca potencia mundial que es hoy.

Ganó con una aplastante victoria de 57,4% puntos y con las dos cámaras bajo el control de su partido (el Demócrata). Se reeligió en 1936 y obtuvo ese año el 60,8%. Pero en 1937 se ensoberbeció. Le ganó la ambición.

Se lanzó contra el Poder Judicial, al más puro estilo de Zedillo y Netanyahu -como siempre, con el argumento de «mejorar el sistema de impartición de justicia»-. Intentó someter a los jueces y convertirlos en peones virtuales.

En verdad, los jueces de la Suprema Corte le habían obstaculizado sus planes del “New Deal” –programa para ayudar a los afectados de la crisis financiera de 1930-. Los jueces consideraron que el New Deal era “populista” e incluso “comunista” – Una especie de mecanismo para la «compra de votos».

Así que Roosevelt, en vez de considerar a estos jueces como otra voz en el equilibrio de poderes de “América”, los vio como viles estorbos.

Optó por armarse con sus leales y obedientes congresistas de su Trifecta y lazó su «Court-Packing Plan» para penetrar y controlar al Poder Judicial.

Su propuesta fue la siguiente: que el presidente de los Estados Unidos –o sea él-, pudiera zambutir en la Corte a seis jueces jóvenes leales a él para que reemplazaran a los viejos -sus opositores-, y así crear una “Suprema Corte” más joven que le fuera leal al propio Roosevelt. Estos jóvenes serían sus aliados ahí dentro, sus alfiles.

Desde luego los jueces no mordieron el anzuelo.

Lo mandaron al “carajo”. Hasta que el vicepresidente John Nance Garner se opuso a Roosevelt, el cual quedó desconcertado.

Sin importarle lo que alguna vez dijera el patriarca George Washington sobre no elegirse más de dos veces, en 1940 Roosevelt se hizo elegir por tercera vez, «valiéndole madres».

Incluso en 1944, se hizo reelegir por cuarta vez, y esto aterró a los de la “élite americana”. Más de una vez lo quisieron matar -esto lo verás pronto en *Secreto Nazi* – y la guerra interna de América-.

Sin duda Franklin Delano Roosevelt fue un gran presidente, a pesar de estas innegables expresiones de su narcisismo y «mesianismo». Y fue un gran amigo de México.

Pero entonces, ¿Claudia Sheinbaum, quien en este momento ha recibido del pueblo de México el resplandeciente y jugoso check en blanco de controlar las dos cámaras del Poder Legislativo, caerá en la tentación del poder absoluto?

¿Hará cambiar la Constitución para amplificar desproporcionadamente sus poderes, hacia una dirección potencialmente tiránica? ¿Suprimirá o debilitará al Poder Judicial?

Antes de buscar la respuesta a esta pregunta en su propia biografía, debemos ver un caso más de abuso del poder político, quizás el más horrible que ha ocurrido en toda la historia de la humanidad.

El 30 de enero de 1933 Adolfo Hitler, de 43 años, llegó al poder en Alemania. Pero el Congreso –llamado “Reichstag”- no estaba bajo su completo control. Hitler no tenía una “Trifecta” ni nada que se le pareciera. Hitler sólo tenía 196 de los 584 asientos del Reichtag. Sus enemigos aún le podrían obstaculizar cualquiera de las decisiones que tomará como Canciller de Alemania.

Ello frustraría sus muy anhelados planes para concentrar el poder en lo que los nazis llamaban “Gleichschaltung” o “Proceso para la Acumulación del Poder”.

Hitler necesitaba tener por lo menos 293 diputados nazis sentados en ese recinto para que sus iniciativas como Canciller fueran aprobadas – inclusive la de disolver el Congreso mismo.

Una vez que Hitler contara con los diputados necesarios, podría alterar la Constitución e incluso desaparecerla, y convertirse en un absoluto tirano.

¿Cuál fue el paso a seguir?

Le urgía conseguir esos 97 asientos faltantes. Así que lo primero que hizo fue ordenar que se hiciera una nueva contienda electoral en Alemania, una nueva votación general urgente o “de emergencia”.

Se llamó: “Reichstagswahl am 5. März 1933”. Elección del 5 de marzo, y ocurrió sólo un mes después de que él llegó al cargo de Canciller.

Hitler ya tenía todo el aparato del gobierno alemán para hacer la propaganda para esa campaña electoral de emergencia. Sus agentes llenaron las calles con cientos de millas de pegostes que decían “¡Ja!”, o sea, “¡Sí!”. Se utilizaron por primera vez los rudimentos de propaganda por radio.

El pueblo mordió el anzuelo. Hitler obtuvo 92 de los curules que necesitaba. ¡Pero el tamaño del congreso había crecido a 648! ¡Ahora le faltaban 36 asientos!

Hitler estaba rabiando.

Con la mayoría que ahora tenía, de cualquier manera, hizo aprobar el acta llamada “Verordnung zur Abwehr heimtückischer Diskreditierung der nationalen Regierung” –Regla contra Traidores-. Esta norma hizo que cualquier comunista o socialista pudiese ser señalado como sospechoso de haber planeado el incendio del edificio del Congreso –incendio que misteriosamente ocurrió justo unos días antes, el 27 de febrero de 1933 – los detalles del complot pronto en *Secreto Nazi*.

El 23 de marzo hizo que sus diputados en el Reichstag –el Legislativo- aprobaran un acta que cambió la historia del mundo. Esa acta se llamó “Acta Habilitadora”.

Una vez que dicha acta fue aprobada por sus diputados –gracias a las trampas y trucos legislativos de Göering-, Hitler entró a la oficina del anciano general Paul von Hindenburg –ex héroe de guerra y ahora presidente de Alemania, y superior jerárquico de Hitler, quien además ya tenía un pie en la tumba.

Hitler le mostró el Acta firmada por 444 diputados (288 nazis y 143 de los partidos católicos y evangélicos seducidos por el gordo Göering) y lo convenció de que él también la firmaría.

Le dijo que el incendio del Reichstag era un “ataque terrorista”, y que de momento el poder en Alemania debía estar concentrado en el Canciller, es decir: en Hitler.

El anciano Hindenburg comenzó a chorrear su firma por el documento. Y la historia del mundo cambió.

Con ese decreto se acabó el poder del “Reichstag”, es decir, del Congreso. En ese instante Hitler obtuvo los “poderes absolutos”, por parte del mismísimo Congreso, y ya no se iba a necesitar nunca más al Congreso.

Y comenzó la tiranía, y los campos de concentración, y los arrestos, y la captura de empresarios, y las desapariciones de líderes católicos, y la construcción masiva de armamento, y la emisión descontrolada de dinero, y la expropiación y nacionalización de empresas aeronáuticas. , acereras, mineras. Incluso el Führer destituyó a líderes religiosos y los reemplazó por títulos controlados por él. Lo mismo con los organismos sindicales, musicales, científicos y culturales.

Todo por haber tenido una mayoría de su partido en el Congreso.

La tentación del poder absoluto.

Pero: ¿acaso todo ser humano es proclive a caer en esta tentación de acapararlo todo, de engolosinarse ante la oportunidad de volverse un «dios»?

¿Por qué algunos seres humanos sucumben ante tal tentación y otros se comportan como Cincinnatus y George Washington? ¿De qué depende?

Aquí es necesario inmersionarnos en teorías como la Metamotivación y la Conducta de Manada de los Primates de Abraham Maslow-; el Síndrome del Perro Glotón –derivado de la Psicología de la Ambición de Freud-, y el Exceso de Mandato.

Al fondo de todo este dilema está el misterio de cómo funciona el cerebro humano: qué partes del cerebro nos compelen hacia la obsesión posesiva narcisista acumulada del «Perro Glotón», y cuáles otras nos subliman hacia los niveles más altos de la compasión, el altruismo. y lucha por la libertad y la felicidad de toda la especie.

El doctor Rafael Solin-Pascual ha dicho que «las regiones del cerebro que se han encontrado […] difieren entre sujetos psicópatas y controles sanos […] son ​​aquellas relacionadas con las emociones: amígdala, corteza frontal, sistema límbico» .

Recientemente se ha descubierto que personas con actividad aumentada en la región del neocórtex llamada «Insula» son las que más probablemente actúan como George Washington o Cincinnato, motivados por «motivos superiores», «compasión», «bien común» y «altruismo», y suelen rechazar las tentaciones de abusar de los demás.

Ahora bien…

¿Cuál de todas estas reacciones será la que más probablemente ocurrirá en nuestra próxima presidenta, sólo por el hecho de que tendrá en su poder a las dos cámaras del Congreso?

Si analizamos el pasado, encontraremos que cuando ella fue jefa de gobierno de la Ciudad de México, hasta donde se sabe, no mostraron tendencias específicamente autocráticas.

Apenas hace horas, en su discurso en el Hotel Hilton, tan pronto se dio a conocer los primeros resultados oficiales de su victoria, dijo: “Somos demócratas y por convicción nunca haríamos un gobierno autoritario ni represor”, y «mi deber es y será siempre velar por cada una y cada uno de los mexicanos, sin distingos» – esta última frase fue interpretada por muchos como tenderle la mano a la oposición para «hacer las paces».

¿Cómo es su mente? ¿Es alguien con proclividad a avorazarse al estilo Zedillo o Roosevelt o John Adams o Calígula? Si buscamos en el pasado veremos que se trata de una mujer científica interesada en el medio ambiente, cuyos padres le imbuyeron el espíritu científico y el de la justicia social, y que toda su vida secha dedicada a la causa de la justicia social ya la defensa. de la libertad. Una persona así no cae en ambiciones megalómanas.

¿O sí?

Su madre ha desarrollado avances en la medicina respiratoria, y ha recibido premios por ello. Claudia Sheinbaum misma ha sido parte de un proyecto que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2007 –el proyecto “AR4” del IPCC-. ¿Alguien así podría engolosinarse al contar con una «Trifecta»? ¿Podría pasar por su mente la idea tentadora de convertirse en una dictadora?

El internet está lleno de documentos en los que una Claudia Sheinbaum más joven muestra sus ideales, que son la “libertad”, la “justicia social”, el “medio ambiente” y la “democracia”. Sería una catástrofe para la especie humana que alguien con esos ideales y principios acabaría haciendo lo mismo que Roosevelt o Zedillo o los otros más innombrables arriba mencionados cuando se encontraron frente a la Gran Tentación del poder absoluto.

Especialmente si consideramos que un ser humano con el apellido Sheinbaum, un día primero de septiembre de 1943, en una remota colonia en la ciudad de Vilna, Lituania, en el llamado ghetto de Vilna Polonia, en el gueto llamado Vilna, esperó en lo alto de un edificio convertido en ruinas, y observar desde lo alto a los tres mil soldados nazis de las SS acercándose por sobre los escombros de Vilna para arrancar lo que quedaba del gueto, para exterminar a los sobrevivientes.

En la torre el joven aferró su metralleta, y permaneció semioculto tras el pedazo de muro, en el quicio de lo que alguna vez fue una ventana.

Apuntó hacia abajo, hacia los nazis. Yechiel Sheinbaum, ingeniero eléctrico, creador del grupo de resistencia antinazi “Yechiel Kampgruppe” colocó el ojo en la mira, para iniciar los disparos.

Los invasores nazis, acompañados por capturados y reclutados estonios y lituanos, empezaron la penetración del Ghetto.

Los hombres de Sheinbaum se atrincheraron en el número 2 de la calle Strashun, circundando la torre donde está Sheinbaum. Su amiga Rozka Korczak permaneció abajo y Sheinbaum en la torre se alistó para disparar a los SS.

Cuando comenzaron las bombas, Korczak le gritó a Sheinbaum que bajara, que abandonaran la ubicación.

Sheinbaum comenzó a disparar. Fue en ese momento cuando una bala le entró a la cabeza.

Ante la tentación del poder absoluto, cuando existe la disyuntiva de respetar y promover la libertad y la democracia o socavar y destruir los otros poderes que garantizan el equilibrio contra la tiranía, se puede ser como Nixon o Nerón o Hitler, que quisieron acumular el poder. debido a instintos primitivos de sus cerebros «narcisistas»; o se puede mejor ser como Washington o como Yechiel el de Lituania, el ingeniero eléctrico Sheinbaum: y luchar por la libertad, y contra cualquier forma de autoritarimo.

Thomas Jefferson escribió: “Declaro mi hostilidad eterna contra cualquier forma de tiranía” –y sobre ello edificó el espíritu de los Estados Unidos.

Como siempre, la lucha es interna, y ocurrirá dentro de la mente misma de la persona que tomará las decisiones: la presidenta.

Por el bien de todos, ojalá prevalezcan y triunfen sus sueños y sus ideales de cuando comenzó su carrera, y no los instintos ambiciosos de quienes la rodéen.

Leopoldo Mendívil López – autor de Secreto Vaticano, Secreto 1910, Secreto Maximiliano, Secreto Pemex, Secreto Vaticano, Secreto Azteca, Secreto 1929 – y pronto – Secreto Nazi.

Graciela Machuca

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