Violencia vicaria en Quintana Roo y la corrupción en el sistema judicial

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Necesariamente Incómoda

Graciela Machuca Martínez

Foto: agendayucatan.com

El estado de Quintana Roo sigue destacando a nivel nacional por los casos de mujeres tanto de nacionalidad mexicana como de otros países, víctimas de violencia vicaria, a pesar, que en los discursos institucionales se habla que se está combatiendo esta práctica con presupuestos multimillonarios, los cuales no se pueden reconocer en la realidad estatal.

Los desarrollos turísticos de la entidad atraen a personas de diferentes regiones del país, así como del extranjero, de las cuales, las mujeres, principalmente, terminan siendo víctimas de violencia vicaria, tanto por la cultura machista de los hombres y sus familias, además, porque se encuentran solas y alejadas de sus familias de origen.

En este espacio periodístico, hemos relatado diversos casos de violencia vicaria, en los que se encuentran involucradas personas servidoras públicas de la Fiscalía General del Estado, así como de los poderes judiciales estatal y federal, quienes se olvidan que tienen una obligación constitucional de juzgar con los más altos estándares internacionales en materia de derechos humanos y protección de las víctimas, así como respetar en todo momento el interés superior de la niñez.

Agentes del ministerio público, agentes de investigación, peritos, actuarios, así como jueces y magistrados, además, de otras personas al servicio de los sistemas judiciales han encontrado en sus fuentes de empleo una forma de violentar las leyes en perjuicio de niñas, niños y adolescentes, y de sus madres quienes quedan en estado de indefensión cuando el sistema de justicia solo beneficia a los padres que ejercen violencia vicaria.

Un caso que debe ser revisado de manera urgente por las autoridades judiciales estatales y federales es el de Eva Kryskova, originaria de República Checa, con residencia permanente en México desde hace 15 años.

Recuerda que desde noviembre 2021 vive una situación sumamente difícil en todos los aspectos. “Mi exmarido mexicano, Alejandro Suárez Labastida, me está tratando de quitar a nuestra hija Penélope Gala Suárez Kryskova y por varios razones, me debe dinero en pagarés, quiere ahorrarse la manutención y creo que lo más importante es su venganza por salir de él”. 

Conoció a Alejandro Suárez Labastida  en febrero 2010 y el día 5 de noviembre de 2012 “nació nuestra hija Penélope Gala Suárez Kryskova. Vivimos en unión libre hasta febrero 2017, cuando nos casamos”, el cual duró hasta diciembre 2019. “Lamentablemente viví mucha violencia psicológica con Alejandro, humillaciones y control de dinero, internación en clínica bajo de amenaza, que me quita mi niña. Me separé de él en enero del año 2019, pero hasta en diciembre 2019 nos pudimos divorciar por medio del Instituto Quintanarroense de la Mujer (IQM)”.

En el año 2020, durante la pandemia, Alejandro le propuso a Eva que viajara a Estados Unidos con unos familiares de él a trabajar en labores del campo para que reuniera dinero y él se quedaría con su hija durante tres meses. Eva dudó de la propuesta ante el riesgo que quisiera alejarla de la niña. Fue hasta el año de 2021 que se dio otra oportunidad de trabajo en California y la convenció que se fuera. 

Después de tres meses, Eva regresó a finales de 2021 y Alejandro le comunicó que solo podría ver a su hija los fines de semana y le informó que tenía una denuncia porque su exnovio había abusado sexualmente de la hija. Durante los dos primeros meses en su estancia en Estados Unidos la comunicación con la niña era cariñosa y amorosa, como siempre había sido, pero en el último mes las conversaciones se tornaron hostiles a tal grado que la niña ya no quería hablar con la mamá.

En diciembre de 2021 se encontraron en Acapulco y Penélope manifestó gran felicidad al reunirse con la mamá, lo que contradecía los dichos de Alejandro que la hija ya no la quería ver. Al final de las vacaciones Alejandro le dijo que se tenía que llevar a la niña a Cancún porque ya tenía los boletos comprados, a lo que ella no se negó para llevar la fiesta en paz, pero antes del viaje, Alejandro el dijo que si ella se olvidaba de los pagarés, él se olvidaba del caso de abuso sexual, porque ambos sabían que no había pasado nada.

Posteriormente, Alejandro le empezó a enviar mensajes diciéndole que ahora sí le quitaría a la niña, presentó una demanda reclamando la guarda y custodia de la hija y se inventó una historia que la mamá no había querido ver a Penélope por seis meses, pero a esos seis meses agregó los tres que se fue a Estados Unidos a Trabajar y luego otros dos meses que no le permitió verla. 

Durante enero de 2022 pudo ver a su hija cuando iba en el automóvil del papá y le gritó desde la ventanilla, por lo que al papá no le quedó otra que dejarla bajar, posteriormente la vio en algunas ocasiones, pero siempre bajo la amenaza de que tenía una orden del juez para que no la viera, por lo que Eva se encargó de investigar de que no había ninguna orden judicial al respecto, por lo que presentó una denuncia penal por sustracción de menor, así como una denuncia por violencia familiar, psicológica y de género, ante las constantes amenazas de que le quitaría a la niña, la cuales empezaron desde el nacimiento.

El caso se ha ido complicando judicialmente por las historias falsas con las que se iniciaron las denuncias penales para evitar que Eva vea a su hija y alejarla totalmente de ella. Con el paso del tiempo, Alejandro va consiguiendo que Penélope no quiera ver a la mamá, mientras que la corrupción judicial en Quintana Roo, en este caso, se expresa a lo máximo.

Graciela Machuca

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