Fracaso de un proyecto político y económico en Guerrero; una advertencia para Quintana Roo 

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Necesariamente Incómoda

Graciela Machuca Martínez 

La experiencia que tiene Quintana Roo para afrontar los desastres naturales provocados por huracanes, se debe sistematizar para aprovechar sus buenas prácticas, pero también aprender de la experiencia en otras partes del país y del extranjero, principalmente del Caribe, porque, aunque un sistema ciclónico se puede presentar de un momento a otro en esta temporada, si tiene un proceso de evolución de varios días a diferencia de los sismos que solo se advierten en segundos,  de esta forma con los huracanes aún se está a tiempo de tomar medidas preventivas  acordes a la temporada y a la intensidad y dirección que tome el fenómeno, y no esperarse a las lamentaciones.

Estas experiencias de Quintana Roo  fueron narradas durante 25 años a través de la Agencia Detrás de la Noticia, del periodista Ricardo Rocha QEPD, mismas que han quedado plasmadas en la memoria colectiva  por sus buenas prácticas, pero también por esos vínculos con el dolor humano y el desastre provocado por diversos fenómenos naturales. 

En materia de protección civil se trabaja con el principio de que es imposible querer hacer frente a las fuerzas de la naturaleza, pero si existen las tecnologías en los distintos niveles de Protección Civil de los gobiernos y las políticas públicas apropiadas para mitigar los daños y no exponer a la población a circunstancias de desastre e indolencia gubernamental como está ocurriendo en Guerrero, después del paso del Huracán Otis.

En Quintana Roo, tanto las instituciones como la población tienen experiencia de cómo minimizar los riesgos y los daños ante un huracán, con campañas preventivas desde que inicia la temporada para todas las etapas de los fenómenos que alertan a la población a tomar medidas de protección, pero si esa experiencia no va acompañada de actualización de protocolos de protección civil, así como de políticas públicas diseñadas para cada una de las regiones de la entidad, las consecuencias serán desastrosas y esto es lo que lamentablemente sucedió en Guerrero. 

Las instituciones de Quintana Roo, a su iniciativa privada, a la sociedad civil organizada, así como a la población en general, no pueden darse el lujo que un desastre natural las tomen desprevenidas, como ocurrió en Guerrero, donde autoridades meteorológicas de Estados Unidos advirtieron 21 horas de la catástrofe que se venía, el Servicio Meteorológico Nacional durante los últimos tres días al impacto a tierra estuvo monitoreando el fenómeno e informando a las autoridades del curso y de los riesgos, pero a pesar de ello, no hicieron nada. 

Aunque Guerrero y Quintana Roo tienen gobiernos emanados del mismo partido político, se deben demostrar las diferencias con acciones gubernamentales, porque el compromiso no solo es con la población residente en la entidad, sino con millones de personas que llegan a la entidad como turistas, quienes pagan impuestos y derechos, además, de los servicios, para que se les brinde seguridad.

De acuerdo a la información que se ha ido dando a conocer durante las últimas horas y ante la magnitud del desastre queda claro que las instancias responsables de los tres niveles de gobierno, bajo la coordinación del Sistema Nacional de Protección Civil, que depende de la Secretaría de Gobernación del gobierno federal, no hicieron nada, ahora son responsables por omisión de la muerte de personas y de los daños materiales que ascienden a más de 15 mil millones de dólares, según  estimaciones previas.

Tanto la autoridad federal en materia de protección civil que tuvo que actuar en Guerrero, así como la gobernadora Evilyn Salgado, como la presidenta municipal de Acapulco, Avelina López Rodríguez, todas de MORENA, no movieron un dedo para coordinar a la población en general para tomar medidas preventivas y mitigar las consecuencias del huracán, al menos evitar la pérdida de vidas humanas.

Conforme pasan los días, y las imágenes de la catástrofe se van difundiendo por el mundo, se evidencia que la estructura de Protección Civil creada por ley para atender al estado de Guerrero estaba dormida, incluso, a tres días del impacto, se observa el caos en la habilitación emergente de los servicios públicos como agua potable, energía eléctrica y apertura de las vialidades.

Ante la falta de previsión para atender los requerimientos de alimentación, techo y vestido después de este fenómeno, la opción de miles de personas fue la rapiña, de esta manera el gobierno descargó su responsabilidad en el patrimonio de otros particulares que también resultaron damnificados.

A pesar de las horas e incluso días que tuvo el gobierno para organizar la evacuación y activar los refugios, no lo hizo, tanto la gobernadora, como la presidenta municipal, ante su inexperiencia en la administración pública se quedaron cruzadas de brazos en la comodidad de sus mansiones y refugios personales.

Incluso, aparecieron públicamente hasta dos días después cuando las fue a visitar el presidente de la república.

Días previos al impacto del huracán, Guerrero estaba sumido en el desgobierno por los asesinatos en serie de parte de grupos armados en contra de policías, agentes de la fiscalía y autoridades municipales, circunstancias para las cuales, la gobernadora tampoco tuvo una explicación.

Luego del huracán terminarán de colapsar las instituciones del Estado ante la crisis económica y social que se avecina, una oportunidad idónea para que el crimen organizado continúe conformando su base social aprovechando la pobreza extrema de gran parte de la población rural de esa entidad.

La violencia generada en Guerrero durante los últimos años detuvo el crecimiento de Acapulco como desarrollo turístico nacional e internacional que alcanzó en el pasado, circunstancia que se agudizó desde que Félix Salgado Macedonio y su familia se apoderaron del control político y económico, no solo de Acapulco, sino de todo Guerrero. El Huracán Otis y el desgobierno actual son los encargados del golpe final.

La reconstrucción de la zona hotelera de Acapulco llevará meses y años; las empresas aseguradoras retrasarán los pagos de las pólizas con lo que la reconstrucción, al menos, durante los próximos siete meses será materia prima para las imágenes electorales.

La actividad turística de Acapulco tendrá que empezar de cero, lo que implica una gran responsabilidad para Quintana Roo, porque debe contar con las estrategias eficientes para captar ese flujo turístico y atenderlo con la calidad necesaria para evitar que se aleje de los destinos mexicanos.

Siempre recuerdo la frase que a decir verdad desconozco su autoría con la que cerraba mis reportes de lo que pasaba en las temporadas de huracanes en Quintana Roo, en la que me permitió por 25 años el periodista Ricardo Rocha Reynaga QEPD acompañarle profesionalmente.

“Dios perdona siempre, los humanos algunas veces, pero la naturaleza jamás”.

Graciela Machuca

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