La historia de un reencuentro con Alma Rosa Rosas 

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Necesariamente Incómoda

Graciela Machuca Martínez 

¡Yo te conozco! Me dijo. ¡Yo también! Le respondí. Más de 30 años. A finales de los 90 nos conocimos, ella era funcionaria pública en Cancún y yo escribía. Para subsistir complementaba mis ingresos con la venta de huipiles que llevaba en la cajuela del carro desde la zona maya.

La recuerdo como líder firme, la esperaba porque siempre estaba atendiendo las demandas de colonos y demás ciudadanos.

Alguna ocasión la vi embarazada y otras veces conocí a sus niñas que parecían de la misma edad que las mías; por los quehaceres, que incluían los cuidados a los pequeños, dejamos de vernos por mucho tiempo.

Por 30 años o más nos dedicamos a crecer a nuestras familias, los colegios nos ocuparon hasta que cada quien inició su proceso de vida de acuerdo, sin duda, a lo que como madres les impulsamos desde nuestros saberes.

Nuestros retoños crecieron, después de que aparecieron las canas, nosotras rodeando a los 70 años, por circunstancias nos encontramos y nos reconocemos y nos saludamos con afecto, dejando pendiente no una, sino varias conversaciones para recordar a quienes fueron contemporáneas y contemporáneos de la época que ya se fue.

De ahí que cuando entrevisté a la diputada María José Osorio Rosas, supe la cepa original que la formó, el compromiso natural de un liderazgo fresco, de una generación que, nos guste, o no, nos ha relevado en el quehacer político en nuestro estado.

A decir, verdad siempre supe que Alma Rosa Rosas es madre de la diputada Osorio Rosas, de ahí que no me sorprendió durante la entrevista que me concedió, con tan fluido discurso, casi natural, como lo hace en el Congreso, en la máxima tribuna del estado, en las comisiones que participa y la que preside.

La juventud es un gran atributo, como de personas como María José, quienes nacieron y crecieron en liderazgos solidos de mujeres que han construido este Quintana Roo que hoy tenemos, con todos sus desafíos y grandes retos, lo que se hace desde los genuinos liderazgos queramos o no dan frutos y deben ser buenos frutos que valgan la pena apostar como ciudadanos, amén de los partidos políticos, el caso es la madera de que están hechos los hombres y mujeres de bien que necesita Quintana Roo.

Aunque no fijamos fecha de un próximo encuentro, Alma Rosas y la que escribe, sin lugar a dudas, se dará en un ambiente de nostalgia y también de satisfacción de lo que logramos con nuestras respectivas familias.

Graciela Machuca

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