Un viaje entre Yucatán y Campeche 

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Graciela Machuca Martínez 

Foto: ingenieriaferroviaria.com.ar

Martes de Semana Santa. Un día después que se diera a conocer por los cuatro puntos cardinales de México y el mundo, el descarrilamiento del llamado Tren Maya en la estación de Tixcocob, mi hija, mi nieto y yo nos dispusimos a abordarlo en la estación de Teya, en Mérida, Yucatán. Llegó a las 11 de la mañana. 

Pagamos tarifa básica y nos tocó viajar en el cuarto vagón (compramos a ultima hora y ya no encontramos la promoción de locales y descuento para la tercera edad) . Tiene asientos cómodos. En el asiento de atrás, al mío, viajaba una pareja de adultos mayores quienes como media hora estuvieron discutiendo sobre el alambrado de las orillas del tren, nunca se pusieron de acuerdo, hasta que la mujer abandonó el tema de tan necio opositor. 

Yo, por supuesto, estaba de acuerdo con ella, no por que tuviera la razón, así nada más, sino porque en verdad la tenía. No me imaginaba haber vivido 40 años manteniendo esos debates. Luego sacaron su teléfono móvil y pusieron videos entre ellos, no olvidare “El Pipiripau” a todo volumen, y luego de diez veces que lo vieron y “escuchamos”, mi hija se acercó y les pidió, de buena forma, que le bajaran a su volumen, el hombre que seguramente ya no escucha ni ve bien se indignó y apagó su aparato.  ¡Vaya alivio! (el tren no cuente con algún mensaje de utilizar audífonos y/o silencio) 

La velocidad del tren no alcanzaba más de los 40/60 km por hora. En una de las paradas, una mujer, acompañada de una niña, como de unos cinco años, no alcanzó a bajar, pues no son anunciadas las estaciones.  

Esta confusión se incrementa porque el diseño del nombre de las estaciones está en un fondo blanco y las letras con un color beige muy pálido, ya no supe de qué forma tenía para regresar a su destino, pues las paradas están en medio de la nada y esperar la otra corrida le llevaría muchas horas. 

Más adelante, en otra estación, hicimos como 40 minutos, hasta que pasó el tren que nos cruzaba y que venía a Cancún, seguimos por una hora más, los demás pasajeros, todos con acento y apariencia local o por lo menos mexicanos, con excepción de tres chicas rubias con sus mochilas propias del turismo europeo. 

Todo parecía ir bien, hasta que empecé a sentir calor y falta de aire acondicionado, pero ya vamos a llegar, me dijo mi hija, efectivamente llegamos a nuestro destino, que fue la estación de San Francisco de Campeche, ahí, por medio del altavoz, les indicaron a todos los pasajeros que se tenían que bajar porque iban a reparar el aire acondicionado de ese vagón. 

Cuando nos bajamos y quisimos continuar nuestro viaje a la ciudad, nos enteramos qué no hay transporte, a excepción de un camioncito que pronto se llenó y muchas personas tuvieron que irse paradas. El aire acondicionado fue insuficiente durante los 40 minutos que tardamos en llegar al centro de la ciudad de Campeche.

Ya en las instalaciones del hotel buscamos como ir a la zona arqueológica de Edzná, el costo del viaje con guía no precisamente fue una ganga, regresamos a comer a un lugar con platillos muy sabrosos y de precio muy cómodo, diferente a la comida del primer día que se promociona.

Caminar por las calles del histórico Campeche y llegar hasta su malecón es una delicia, comer una marquesita, mi nieto de 12 años encontró patinetas y bicicletas, rápido hizo amigos y se la pasó muy bien.

Ya de regreso, nuestro tren, ya en clase premier, llegó puntual, no vi turistas más que mexicanos de diferentes partes, varias personas sacaron su celular para tomar fotos al tren llegando a la estación, aplaudieron varias mujeres y felices abordaron.

Nos ofrecieron un refresco de lata y un pedazo de pizza embolsada, esa es la diferencia entre la tarifa básica y la premier amen del precio.

  En el vagón de Clase Premier hay una mesa para 4 personas, no puede uno estirar los pies por falta de espacio, luego de 2 horas con 20 minutos llegamos a la estación de Teya, donde se aborda un vehículo que lo lleva a uno al centro dónde está el proyecto “La Plancha”.

Regresamos bien, pero sí gastamos 5 veces más y en tiempo fueron dos veces mas con los traslados y las esperas que si hubiéramos ido en nuestro propio vehículo, pero mi hija, que vino de vacaciones, quería conocer “el Tren Maya”, que no tiene nada que ver con los trenes no tripulados, sin conductor que aborda continuamente en ciudades europeas, pero me dice que no deja de ser el Tren Maya, un gran proyecto para los mexicanos.

P.D.

Las conversaciones con personas que viven en Campeche fueron varias, tanto en el tren como en la ciudad de Campeche y en nuestros recorridos aledaños. No teníamos que preguntarles sobre las acciones de la gobernadora Layda Sansores, no hubo una sola persona que me hablara bien del gobierno morenista, la mayoría se explayaron para manifestar su inconformidad, las menos, optaron por guardar silencio a la hora que les pregunté por la forma de gobernar de esta mujer morenista.

Graciela Machuca

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