JULIO HERNANDEZ LOPEZ

El pasado viernes 13, a las 8 horas, el gobierno federal y los de Oaxaca y Guerrero ya estaban en condiciones de alertar a la población sobre los riesgos meteorológicos inminentes y de organizar oportunamente la protección civil. A esa hora, el Centro Nacional de Huracanes (National Hurricane Center, una agencia de Estados Unidos que es parte del Sistema Nacional Meteorológico de ese paí­s, con sede en Miami) reportaba los riesgos inherentes a la depresión tropical en curso, como puede comprobarse en el apartado ”Hazards affecting land» del boletí­n disponible en http://1.usa.gov/1fo0XMO .

En tal texto se establece la expectativa de que la depresión produjera registros de entre 10 y 15 pulgadas de lluvia sobre partes de Oaxaca y Guerrero, con posibilidades máximas de 20 pulgadas en algunas zonas aisladas. Esas lluvias, puntualizaba la reconocida autoridad en la materia, probablemente significarí­an amenazas a la vida, con rápidas inundaciones y avalanchas de lodo, especialmente en terrenos montaí±osos.

Ese mismo viernes, Los Pinos, la Secretarí­a de Gobernación y sus áreas relacionadas con la protección civil y los desastres naturales, y el gobierno de Oaxaca, estaban más interesados en el desenlace del ultimátum dado a los profesores de la CNTE para que desalojaran el Zócalo capitalino (o en la preparación de fiestas, tanto en Palacio Nacional como en Las Vegas). Sesenta y tres horas después del puntual reporte del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, Enrique Peí±a Nieto comenzó a poner en acción al gabinete federal, luego de cumplir con la ceremonia conmemorativa del Grito de Independencia (a esa hora, el mexiquense anunció que se ausentarí­a de una cena de gala y se llevó a sus secretarios a una primera reunión formal de evaluación y preparación de medidas a tomar). Setenta y ocho horas después, los recursos humanos (militares, marinos, policí­as federales y cuerpos de protección civil) y materiales más preparados y especializados para ayudar en esa crisis apenas comenzaban a replantearse, luego de cumplir con el desfile conmemorativo del inicio de la Independencia nacional, nuevas etapas, entre ellas la atención a los damnificados.

Rapidez ante una solicitud particular de ayuda mostró, en cambio, el gobernador del estado de México, Eruviel ívila, al facilitar el uso de un helicóptero oficial a la polémica conductora de un programa de espectáculos actuados, Laura Bozzo, larga e internacionalmente especializada en convertir las miserias y las desgracias humanas en carne televisiva de escarnio disfrazado de ”ayuda» presuntamente ”justiciera» y ”bien intencionada».

Colocada en el peor extremo de la de por sí­ poco defendible agenda de Televisa, gritona y populachera aunque clasistamente exhibidora sólo de los defectos y vergí¼enzas de los segmentos socioeconómicamente más débiles pero nunca de los poderosos con los que se alinea, filósofa de los interiores sórdidos que nunca reflexiona sobre las causas estructurales de esas miserias ni arenga en contra de ellas, y muy efectiva en la tarea de suplir con decibeles la falta de inteligencia y profundidad, Bozzo aprovechó ¡obviamente! la oportunidad de los damnificados mexicanos para montar su show.

Analizado ese espectáculo y sus costuras con hilos gubernamentales mexiquenses, Bozzo estalló con calculada iracundia contra la periodista Carmen Aristegui, quien habí­a abordado el tema en el noticiero matutino de MVS. La acusó de mentirosa (aunque no pudo negar que viajó en helicóptero gubernamental), aseguró que la ”experta en circos» era la periodista, citando como prueba el caso de Zongolica, donde una indí­gena murió en circunstancias que dieron pie al seí±alamiento de que habí­a sido violada por militares destacados en la zona, y la retó a ir a su programa o a ”cualquier lugar», aunque luego ”mejoró» la oferta, al convocarla a ir juntas a Coyuca de Bení­tez (donde escenificó su espectáculo más reciente, al que fue en nave aérea del gobierno mexiquense) para ver de entre ellas dos ”a quién reconoce el pueblo, a quién quiere la gente, quién es una esperanza para la gente» (en su agresividad sin lí­mites, la peruana —de turbia historia relacionada con los poderes más repudiados de su paí­s de origen— se jacta incluso de correr a un presidente municipal de un lugar donde ella estaba ”trabajando», y de poner a la gente en contra de ese polí­tico).

La nueva embestida desde Televisa contra Aristegui forma parte del revanchismo de sus directivos contra la periodista que ha dado tribuna a diversas crí­ticas y denuncias contra ese poder tan daí±ino como impune (y también constituye un distractor morboso en momentos cruciales). Gran diversión en esas alturas debe causar el uso de la reina de la telebasura, sin bozzal, para enfrentar el periodismo crí­tico. Bajo la advertencia de que contiene material grotesco, altisonante y daí±ino para la salud mental, el alegato de Bozzo puede revisarse en http://bit.ly/18XIMdn .

Agresividad también hubo en Veracruz, donde policí­as federales y estatales (algunos medios hablaron de la participación de marinos) desalojaron con calculada y ejemplar violencia a caí±eros que protestaban mediante la obstrucción del paso en la autopista rumbo a México, a la altura de Rancho Viejo. Las fuerzas federales llegaron con camiones blindados y vehí­culos con tumbaburros para derribar las barreras y protecciones que habí­an habilitado los campesinos en demanda de pago de subsidio y mejorí­a de los precios de su producto. La operación policiaca se produjo en la oscuridad, pues previamente se cortó el suministro de energí­a eléctrica en el lugar. Se utilizaron macanas y se dispararon gases lacrimógenos. A manifestantes que se habí­an refugiado en negocios cercanos o en sus vehí­culos particulares se les persiguió y golpeó (notas, en El buen tono, http://bit.ly/19Gxvcs y en Imagen del Golfo http://bit.ly/1fooWeI). Fue un golpe magistral: se los digo, caí±eros, para que me entiendan, profes y demás. ¡Hasta maí±ana, con Cárdenas y Zambrano listos para reunirse este 2 de octubre y afinar la consulta energética de 2015!

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Graciela Machuca

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