Lorenzo Meyer: «Nuestra tragedia»

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Alberto Aziz Nassif

El reciente libro de Lorenzo Meyer tiene como tí­tulo Nuestra tragedia persistente, y como subtí­tulo La democracia autoritaria en México. A primera vista se podrí­a pensar en una contradicción, pero en realidad se trata de un concepto hí­brido para entender qué pasa en México hoy en dí­a. La tragedia nos lleva a la frase de Marx que dice: la historia se repite, la primera como tragedia y la segunda como farsa. Si no fuera tan grave la situación se podrí­a hablar de nuestra farsa permanente’. La idea de una tragedia que permanece en el tiempo conduce al autor a revisar de forma intensiva la historia reciente del paí­s, pero con una serie de referentes históricos y comparativos.

A lo largo de sus 485 páginas se plantean afirmaciones, dudas y preguntas, se establecen desafí­os y se hace un seguimiento de problemas que se desarrollan en siete capí­tulos, desde el plano conceptual, luego se pasa por el Estado, la clase polí­tica, los movimientos sociales, la educación, la guerra contra el narcotráfico, las relaciones internacionales, hasta llegar al petróleo.

Hay dos planteamientos que pueden guiar la lectura, uno que se encuentra al inicio, en donde se pregunta por la ubicación de la vida pública, para lo cual se usa la metáfora de un archipiélago en dos sentidos para explicar al paí­s: hay islas de autoritarismo y corrupción en un mar democrático, o por el contrario, hay pequeí±as islas democráticas en un mar de autoritarismo y corrupción. El otro planteamiento se hace en el epí­logo,en donde se establecen dos ciclos, el de la expectativa democrática y el de la frustración que vino después. La democracia en México ha tenido una corta y azarosa vida, por eso Lorenzo Meyer plantea el dilema entre ir a una consolidación o a un regreso del autoritarismo, en eso está no sólo el debate de hoy, sino el carácter de lo hí­brido de la democracia autoritaria.

Se revisan los proyectos nacionales que han habitado la idea del paí­s (desde los liberales del XIX, la Revolución, el cardenismo, el nacionalismo revolucionario, hasta llegar al neoliberalismo autoritario, como el de Salinas o el panista). Hay una crí­tica muy severa a las oposiciones, como responsables del regresodel PRI; por supuesto más al panismo que gobernó y se acomodó a los intereses dominantes. Los partidos polí­ticos son —en palabras del autor— completamente disfuncionales. De forma constante se hace una referencia paradójica a que el ”futuro de México es un tipo de vuelta al pasado, a la decadencia, sin haber experimentado el apogeo» (p. 87).

La crí­tica a la clase polí­tica es implacable, dice Lorenzo: ”Sin embargo, y ésa es laesencia de la tragedia que persiste en México, tras tantos aí±os de autoritarismo, con el peso enorme de los intereses creados, con la debilidad de los partidos de oposición y con una cultura cí­vica sin experiencia democrática, lalucha por sustituir a la élite burocrática, corrupta y parasitaria por otra creativa, responsable y comprometida conla modernización real, es una particularmente difí­cil y de resultado incierto» (p. 200).

Otro de los ángulos del análisis es el de los movimientos sociales, esos contrapoderes que forman la resistencia al proyecto oficial. Una pregunta que cada vez tiene más sentido responder si en el aí±o 2000 se tuvo un cambio de régimen o una simple alternancia de partidos en el poder. La publicitada democracia electoral necesita de dos condiciones, una competencia entre proyectos diferentes, sin vetos de poder, y una equidad real en la competencia para que haya resultados no cuestionados. Pero en 2006 y en 2012 no se cumplió con laequidad. Hay un debate sobre la oportunidad perdida de que la izquierda hubiera llegado al poder y así­ consolidar una democracia que se ha quedado estancada o como alguna vez dijo Porfirio Muí±oz Ledo, ”hemipléjica», porque sólo mira a la derecha.

La agenda que se analiza en el libro es la de las reformas en curso. El tema de la educación y los negativos efectos económicos; las consecuencias de la ”guerra» calderonista contra el narcotráfico que han metido a México en una terrible violencia; la diferencia irreconciliable entre izquierdas y derechas sobre el futuro del petróleo y el dilema actual entre cambiar o no la Constitución; la estructura oligárquica de los interesesque reproducen hoy en dí­a, dice Lorenzo, similitudes con la época colonial y el porfiriato.

En suma, se puede terminar con una cita que redondea la idea general del libro: ”En México, el cí­rculo de lo polí­tico pareciera haberse cerrado: lo antiguo no funciona, pero persiste porque lo nuevo ni siquiera tuvo la oportunidad de cuajar» (P.117). Recomiendo ampliamente su lectura.

El Universal

Graciela Machuca

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