El valor de la transparencia a proposito de Hidroponia Maya

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Por Efraí­n Villanueva Arcos

noticaribe

«El lugar de la duda serí­a entonces el territorio de la reflexión, el campo de la crí­tica y la puerta que cierra el paso al dogma y a sus crí­menes». José Emilio Pacheco.

No es fácil generar empleos en las zonas rurales, y menos en las regiones indí­genas. La experiencia de cuarenta aí±os en el diseí±o, construcción y fracaso de innumerables proyectos productivos en la zona maya pueden dar cuenta de ello. Hace falta en realidad una arqueologí­a de los proyectos sepultados en ineficiencia, corrupción e incluso incomprensión para poder dimensionar la cantidad de recursos y esfuerzos que se han invertido en tratar de hacer productivo el campo quintanarroense.

Digamos que en muchos proyectos ha existido una noble intención de abrir oportunidades de empleo y de hacer producir alimentos y materias primas para el desarrollo de la entidad, pero algo ha faltado bien sea en la etapa de diseí±o de los proyectos o en la implementación de los mismos. Hay que reconocer también que otra serie de proyectos estuvieron sustentados solamente en el afán de apropiación ilegal de recursos públicos, a través de contratos o asignación de créditos a sabiendas que no tení­an viabilidad, ni ambiental (pues se oponí­an a las condiciones de ecosistemas del trópico húmedo) ni organizativa (por la ausencia de la visión gerencial y administrativa de los campesinos y ejidatarios quienes pasaban a ser «contratados» por los bancos y las agencias públicas).

Hacia el aí±o 2000, en el gobierno del Estado se tení­a listo ya un importante proyecto para fortalecer la generación de empleos en Felipe Carrillo Puerto, centro de la Zona Maya. Era un proyecto originalmente concebido por un grupo empresarial de San Luis Potosí­ (si mal no recuerdo) que solamente buscaba el respaldo y apoyo del Gobierno Estatal en gestiones, tierra y otros insumos, pero la inversión provení­a de recursos privados. Se trataba de lo que luego se conocerí­a como «Hidroponí­a Maya».

Para la ciudad de Felipe Carrillo Puerto, ciertamente este era un importante proyecto que incidí­a en tres puntos fundamentales: traer nuevas tecnologí­as de producción y comercialización (a través de técnicas de producción controlada en invernaderos), generar empleos y producir alimentos (hortalizas) de alta calidad, tanto para exportación como para consumirse en el demandante y exigente mercado turí­stico del norte. Todo arrancó con buenas expectativas pero el grupo de inversionistas empezó a enfrentar problemas financieros y de otro tipo, y fue entonces que el Gobierno del Estado tuvo que entrar a operar las cuarenta hectáreas de hortalizas del proyecto. «¨Recuerdo bien que al iniciar la XI Legislatura (en 2005) habí­a un ambiente de profundo cuestionamiento por la viabilidad de los invernaderos de Hidroponí­a Maya, lo que orilló a sostener reuniones de trabajo con los técnicos responsables de la Secretarí­a de Desarrollo Agropecuario, Rural e Indí­gena (SEDARI), que inclusive llevó a los coordinadores de las Comisiones Legislativas a programar una visita a Felipe Carrillo Puerto para constatar «in situ» el estado del proyecto.

Un buen grupo de diputados (muchos de ellos sumamente escépticos) se trasladó a Felipe Carrillo Puerto donde fuimos recibidos por los responsables del invernadero, y tuvimos la oportunidad de recorrer todo el complejo, conocer de los métodos y de las técnicas de producción en un ambiente controlado de humedad y nutrientes para las plantas, ver la etapa de cosecha, selección del producto y empaque del mismo para su traslado a los centros de consumo, e inclusive platicar con los empleados y técnicos para percibir su apropiación de los procesos productivos. Al final del recorrido, la opinión y percepción de los diputados cambió favorablemente para la empresa, e inclusive se recomendó que se mantenga el control y operación de la misma en manos del Estado, para de esa forma garantizar la fuente de empleo para la zona maya. Se veí­a una empresa que estaba ciertamente en sus inicios, pero que generaba nuevas tecnologí­as para una región que carece de suelos y que requerí­a modernizar sus esquemas de producción, al tiempo que demostraba un buen conocimiento de la comercialización para exportación, que ha sido uno de los elementos más endebles para los campesinos.

A siete aí±os de distancia de los hechos que acabo de relatar, leemos en las noticias que Hidroponí­a Maya regresa a manos privadas para su operación. Me parece que no debe asombrarnos que una empresa de este tamaí±o sea vendida o rentada para ser operada por grupos privados, máxime si tienen experiencia en la materia, inyectarán capital para renovar naves, instalaciones o tecnologí­as, y recontratarán la mano de obra ya capacitada por la empresa. Recordemos que de hecho, esa fue su concepción original. Lo que me parece que debe quedar claro es el proceso que llevó a la decisión de retirar la participación estatal de la empresa, o bien asumir un nuevo papel que puede ser el de supervisar o vigilar la buena marcha de la misma, sobre todo porque al calor de Hidroponí­a Maya se iniciaron varios de los llamados «Invernaderos Sociales» que hoy están operando en comunidades de los municipios de la Zona Maya generando empleos e ingreso para familias indí­genas y campesinas, y que han estado cobijados, tanto en provisión de tecnologí­as como en comercialización, por el gran invernadero de Felipe Carrillo Puerto. Por esta razón, transparentar la situación de la empresa es insoslayable para que no quede ninguna falsa impresión sobre un proyecto que trajo esperanzas y expectativas para el agro quintanarroense.

Correo-e: niarf4949@gmail.com

Graciela Machuca

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