Perú: La insoportable sordera del Perú oficial

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”Nada reseí±able», es la anotación que el rey Luis XVI de Francia escribió en su diario personal el 19 de julio de 1789, mismo en que el hastiado pueblo parisino tomaba a sangre y fuego la fortaleza prisión de la Bastilla, dando inicio al proceso polí­tico que cuatro aí±os después terminarí­a cortando la cabeza del confiado rey. Un caso histórico emblemático de ceguera polí­tica recalcitrante que permite graficar muy bien la situación actual del Perú.

Según cifras oficiales, en el aí±o que recién cierra se ha detenido y/o encarcelado por razones de conflictos sociales a poco más de 12.000 personas, un número aún mayor de procesados judicialmente, 20 muertos y casi un centenar de heridos, una innegable espiral creciente respecto de los gobiernos anteriores. Más del 60% de estos conflictos son socio-ambientales, principalmente mineros. Las concesiones mineras han crecido paralelas a los conflictos, y la perspectiva no puede ser más agorera en un paí­s cuya clase dirigente ha optado ciegamente por mantenerse como primario exportador y abandonar todo proyecto industrializador.

A ellos se suman crecientes conflictos gremiales que reflejan no sólo la precariedad del empleo, los derechos laborales y la abrumadora redistribución de la riqueza del paí­s a favor de los grandes negocios y en contra de los salarios, sino la crí­tica situación de los sistemas públicos de salud, educación y vivienda. Números rojos en la cuenta de la realidad que explican que según cifras oficiales actualmente más de 200 mil peruanos emigran del paí­s cada aí±o y 1 de cada dos jóvenes tiene la expectativa de hacerlo por mejor trabajo o estudios.

Por si fuera poco, a este cóctel explosivo se agrega la irresponsabilidad criminal de la clase dirigente que, junto al autoritarismo y la represión, responde a los conflictos con la ya monótona fórmula de que no hay recursos y que se debe esperar a que algún dí­a le llegue un cupo en los propagandizados pero famélicos programas sociales para los más extremamente pobres. Todo ello en el mismo momento en que se le enrostra permanentemente a la población la buena nueva de un gran crecimiento económico que así­ las cosas termina resultando una burla para las mayorí­as del paí­s.

Ahora, el Congreso de la República trae una nueva guinda a la torta de la feroz ceguera del Perú oficial. Es la institución más desprestigiada según todas las encuestas públicas (con más del 70% de desaprobación), pero haciendo uso de las facultades que le otorga la vigente constitución de Fujimori, se aumenta sus ya enormes y ofensivas remuneraciones y gollerí­as, alimentando una indignación que ni los monopolios de prensa han podido desoir.

En un caso del mundo al revés, sólo la pequeí±a bancada de los congresistas ”disidentes» que rompieron con el actual gobierno, entre ellos la joven Verónika Mendoza y el (¿no es una ironí­a?) sancionado por la comisión de ”ética», Javier Diez Canseco, se opuso con toda vehemencia al incendiario auto aumento.

Mientras tanto, el presidente Humala, cuyo eslogan de campaí±a fue ”honestidad para hacer la diferencia», y que sigue siendo presidente del partido nacionalista, cuya bancada en el Congreso se sumó a la derecha para aprobar esta vergonzosa medida, inauguraba la carrera automovilí­stica del rally Dakkar en Lima, seí±alando autocomplaciente que ”pone al Perú a los ojos del mundo». En 1789, el rey francés, cuando escribió su ahora célebre frase, vení­a de una jornada de caza.

Las empresas encuestadoras y los monopolios mediáticos muestran abrumadoras cifras de aprobación del gobierno y nadie en las alturas parece querer escuchar los gritos del silencio, de lo que, porfiadamente, ferozmente, no se dice, ni se quiere ver, ni escuchar.

Nada que reseí±ar.

Graciela Machuca

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