SavianoCH

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En algún lugar de Nueva York, Roberto Saviano come pasta mientras habla sobre las diversas identidades con las que estuvo en Estados Unidos cuando investigaba acerca de la cocaí­na y las mafias del mundo para poder escribir su libro más reciente, CeroCeroCero. En algún momento saca su cartera y me muestra una credencial en la que aparece su foto y el nombre estadounidense con el que se identifica estos dí­as. Gracias a su primer libro, Gomorra, Saviano llegó a los treinta y cuatro aí±os de edad convertido en una celebridad del mundo cultural y viviendo el dí­a a dí­a con vértigo, debido a las amenazas que recibió por parte de la Camorra italiana.
El dí­a anterior a nuestro encuentro dio media decena de entrevistas a diversos periodistas mexicanos, pero no se siente cansado. Por el contrario, habla con entusiasmo sobre la posibilidad de viajar a México pronto, quizá de forma clandestina, claro, si sus guardianes permanentes se lo permiten. Desde que establecimos comunicación por escrito, un aí±o atrás, Saviano sueí±a con esa posibilidad. En especial le interesa ir a Tamaulipas.

Al cabo de un par de horas abandonamos el restaurante con rumbo a un pequeí±o estudio aprobado por su equipo de seguridad para que pasemos el resto del dí­a. Ahí­ nos esperan el fotógrafo Javier Sirvent y el documentalista Bernardo Ruiz. También está el reportero Raymundo Pérez Arellano, de quien le he hablado mucho a Saviano.

La idea es reunirnos y tratar de arrojar algo. El periodista italiano dice que está preparado para pasar el dí­a completo en ese pequeí±o territorio en el que resonarán historias mafiosas y literarias, así­ como preguntas sobre el riesgo a la hora de escribir y la mutación turbonarcocapitalista en los inicios del siglo XXI.

Una vez resguardados de los últimos y frí­os coletazos del duro invierno de Nueva York, la entrevista da inicio.

EL NARCOTRíFICO VERSIí“N 2.0
Diego Enrique Osorno (DEO):
Vamos a empezar por algo de lo que hoy se habla. Recién fue detenido Joaquí­n Guzmán Loera, uno de los lí­deres del Cártel de Sinaloa, y es interesante reflexionar sobre esto. Me parece que a partir de tu libro Gomorra de una manera muy audaz rompes esa narrativa que habí­a predominado acerca del mundo de la mafia, en el que las estructuras jerárquicas siempre eran verticales y en las cuales habí­a un capo todopoderoso. Pero con Gomorra encontramos la modernidad del narco. Vemos que los cárteles son empresas muy horizontales en las que laboran hombres de negocios armados. Soy de los que creen que El Padrino —esa figura de Mario Puzo— ya murió. Pablo Escobar ya murió también. Estamos ante el fin de esa figura y tal vez el ChapoGuzmán ya estaba caduco en ese sentido, y por eso fue detenido. Este sistema ya no permite más capos todopoderosos. ¿Cómo entender, desde tu mirada, el mundo de la mafia ahora que ha caí­do otro nuevo capo?, ¿está implementándose el modelo que relatas en Gomorra en el resto del mundo mafioso?

Roberto Saviano (RS): Pues sí­, captaste la esencia de mi manera de contar estos poderes. Ya no existe una pirámide: existen organizaciones criminales horizontales, debido sobre todo a la globalización del business. Un capo es frágil, peligroso. En el momento en que lo apresan o lo matan todo se viene abajo. Al contrario, cuando hay una estructura horizontal es mucho más difí­cil identificar su punto débil. Te pongo un ejemplo: las organizaciones criminales italianas, como la Ndrangheta calabresa, eligen en su momento un capo ”bastón», al cual se le otorga una vara del poder. Pero no se trata de un capo en general, se trata de un hombre de responsabilidad con la facultad de dirimir las contraposiciones, siempre y cuando haya contraposiciones. Sólo en este caso él puede intervenir, mientras no detente poder total sobre la organización entera.

Yo creo que la captura del Chapo decreta de alguna forma el fin del viejo narcotráfico y el principio de un narcotráfico 2.0, es decir, horizontal, en red, con capos, sí­, pero varios y más bien entendidos como responsables de un segmento, y no como presidentes de un cártel… 

DEO: Sí­, eso parece, que habrá más sociedades empresariales, capos intermedios bien organizados…

Cuando tú haces Gomorra das una lección muy interesante sobre la posibilidad de narrar agujeros negros del mundo. Habí­a muchas historias en Nápoles, historias alrededor de la Nápoles del negocio de la mafia, pero no se conocí­an a detalle estos sucesos hasta que un dí­a un joven y desconocido escritor de ahí­ publica —además con buena prosa— un libro en el que se relata todo esto, y finalmente Italia conoce a través de Gomorra los detalles de algo que todos sabí­an sólo a grandes rasgos.

No puedo dejar de relacionar ese momento en el que sale tu libro, en 2004, con lo que ocurre en México hoy en dí­a, donde hay un lugar que se llama Tamaulipas, en el que se oye que pasan diversas atrocidades. Donde hay masacres en pueblos, hay tráfico de droga que pasa por Laredo, Texas, y vienen hasta el este de EUA, pero no ha habido aún un escritor nativo que use el periodismo literario y cuente todo lo grave que ahí­ sucede. Me refiero a alguien de mero adentro de Tamaulipas. Alguien que haya nacido y crecido en estos pueblos y ciudades y haya tenido las herramientas filosóficas y literarias, además de la valentí­a, para poder contar todo esto, tal y como tú lo hiciste en Nápoles.

Me gustarí­a conocer cómo fue ese proceso en tu caso. ¿Cómo se crea la figura del cronista que rompe la inercia del agujero negro?, ¿cómo relatar los agujeros negros del mundo?

RS: Creo que puede ayudar empezar con la elección que hace un escritor: el método es el del periodista pero el fin es totalmente literario. Yo pensaba en utilizar un estilo narrativo basado en hechos reales. Es una forma de decirle al lector: ¡esta historia te concierne! No es algo lejano. No quiero producir sólo curiosidad o morbo, ¡quiero que esta historia te pertenezca! Y, entonces, mi meta era escribir historias verdaderas, con datos reales, pero en forma de novela. En espaí±ol creo que se llama relato real y non-fiction novel en inglés. Truman Capote dijo algo parecido: que el afluente de la narrativa y el afluente del ensayismo habrí­an pronto coincidido en la misma madre (o dormido en la misma cama, river bed). Yo siempre quise hacer esto: tomar historias reales y ponerlas en un contexto narrativo. Los ingleses hablan de la justa distancia. Yo no. Yo busco la justa cercaní­a. Creo que por todo el mundo está creciendo un nuevo género literario. Tú en México eres un representante, como Suketu Mehta en India, autor del libro Maximum City. Se trata de un estilo literario que atraviesa el mundo con el fin de desvelar los mecanismos de las cosas. Ya no solamente noticias, exclusivas, encuestas y reportajes, sino una verdadera narración. Esto se da, en mi opinión, cuando uno mezcla varios elementos. Las interceptaciones telefónicas llegan a ser los diálogos en las manos del escritor, la instrucción judicial es la historia, la sensación del autor, su vida, su biografí­a, su rabia, su conmoción —hasta el error, cuando uno no entiende o se equivoca con una intuición—, eso también llega a ser un elemento de la narración. Esta combinación de historias y métodos, que rompe las distancias, creo que representa la forma de contar el mundo en esta época. Hay un dicho en Cataluí±a: ”Cuando viene la inundación, lo primero que falta es el agua». Lo mismo pasa con la información. Hoy estamos totalmente inundados por las noticias y a pesar de esto no tenemos una información potable que nos deje entender. Yo pienso que la literatura non-fiction puede subvertir todo esto y contar el mundo.

Graciela Machuca

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