Pepe Mujica: ”Pueblo, gastarí­a dos vidas enteras en tus luchas»

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El mandatario José Mujica dio un sentido discurso tras el acto de arriado del Pabellón Nacional. Aquí­ sus palabras de despedida de la Presidencia.

Aquí­ el discurso:

”Muy en cuenta de mi estilo, porque no quiero aburrirte, he escrito algunas lí­neas para leerlas y empiezo seí±alándote que por ejemplo, podrí­a ponerme a contar de molinos de cables enterrados de cantidad de gente pobre que ha logrado un ingreso mejor, de la menor indigencia, pero no, no tiene sentido. Creo que es un dí­a y un tiempo de agradecerte, a ti pueblo, por el honor que me regalaste y contarte una pequeí±a historia similar a la de muchos otros.

Habí­a una vez un barrio, lejano, donde morí­an las chacras y nací­an los solares proletarios. Con vereditas de tierra y hoyitos para jugar al parcito. Con trojas de trompos, muchas veces caseros hechos de naranjo, y baleros y bochones y pelotas de trapo. Era un tiempo de escuelitas siempre atestadas, con muchos gurises remendados y zapatillas rancheras de aquella época y madres duras. ¡Qué cosa bárbara, siempre, siempre le daban la razón a la maestra!.

En ese tiempo, y en esa infancia, deambulaba mi huérfana nií±ez, en algunas tardes trillábamos arroyitos buscando tarariras… Al fin y al cabo desembocó la adolescencia, justo cuando se acallaban los caí±ones de la Segunda Guerra Mundial. Después vinieron los trabajos por la vida en una orfandad protegida por una madre fuerte y dura. Vinieron pocos dirí­a cualquiera, y en el medio de esas luchas por la vida, reminiscencias que llegaban a nuestra adolescencia.

Estaba presente en nuestras el dolor de la Espaí±a irredenta y admirada. Empezábamos a surgir y no nos dábamos cuenta que empezábamos a dejar de ser la Suiza de América, para ser definitivamente latinoamericanos.

Un tiempo de leerlo todo y de traquetear la vida, a veces por dos quilos de carnes a 17 centésimos porque una mano de obrero solidario del Frigorí­fico Nacional nos ayudaba. Tiempo de marchas, a veces con gotitas libertarias, que se daban en el quehacer estudiantil mientras crecí­a adentro de nosotros el anhelo por un mundo más justo, sin que lo mí­o y lo tuyo no nos separara.

En aquel entonces, Europa repuesta, nos lleva imponente al cambio luminoso y aquel paí­s de nuestra nií±ez, amortiguador, se irí­a quedando sin reparto, sin negociación y por ello nuestra democracia comenzó a enfermar porque nada habí­a para repartir. No nos dábamos cuenta pero caminábamos hacia la confrontación. Entre nostalgias y Maracaná no podí­amos verlo con claridad, pero comenzábamos a padecerlo dí­a a dí­a.

Mientras tanto el mundo el gigantesco mundo se sumí­a en una Guerra Frí­a, una lucha entre una plutocracia con banderas de democracia y una burocracia con banderas de socialismo. Fueron las pocas de estancamiento, de utopí­a militante. Nos terminamos jugando todo, como muchos otros. Sufrimos e hicimos sufrir y somos conscientes. Pagamos precios enormes, pero seguimos por milagro. Vivos, templados y aprendiendo con la adversidad. Habiendo repensado a toda la vida como una entrega y como valor para defender por encima de todas las cosas. Mucho mas humildes, sobrios y republicanos, porque nos quedo incrustado que nadie es más que nadie.

Sólidos, livianos de equipaje, para tener la mayor cantidad de tiempo libre y volcarlo socialmente a lo largo de nuestra existencia, por ser nuestra forma de felicidad posible. Al cabo de tanto trají­n, supimos que la lucha que se pierde es la que se abandona pero también querido pueblo, saber que no hay ningún final sino el camino mismo y que muchos otros arrimaran lo suyo y continuaran el camino de luchas.

Pasaron 5 aí±os. En una lucha entre el egoí­smo natural que llevamos adentro y que nos lo puso la naturaleza para defender nuestra vida y la vida de lo que nos rodea. Esa lucha, con la otra gran fuerza, la solidaridad. Sepamos la solidaridad es la defensa a largo plazo de la especie. El egoí­smo, la necesidad para defender nuestra vida y la de nuestros seres queridos.

Querido pueblo, gracias por tus abrazos. Gracias por tus crí­ticas, gracias por tu carií±o y sobre todo, gracias por tu hondo compaí±erismo cada una de las veces que me sentí­ sólo en el medio de la Presidencia. Si tuviera dos vidas, las gastarí­a enteras para ayudar tus luchas, porque es la forma mas grandiosa de querer la vida que he podido encontrar a lo largo de mis casi 80 aí±os.

No me voy, llegando. Me voy a ir con el último aliento y donde esté, estaré por ti, contigo. Porque es la forma superior de estar con la vida. Gracias querido pueblo».

Graciela Machuca

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