Alarma en el gremio periodí­stico por asesinato del fotógrafo Rubén Espinosa

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Agencias
Mí‰XICO, D.F.- Las autoridades indicaron el domingo que todas las lí­neas de investigación se encuentran abiertas sobre el asesinato de un fotoperiodista que se habí­a refugiado en la Ciudad de México huyendo de las amenazas que recibió en el estado de Veracruz y que fue asesinado el viernes junto a cuatro mujeres.

Los investigadores siguen los protocolos de crí­menes contra periodistas y crí­menes contra la mujer, y también investigan la posibilidad de que el motivo haya sido el robo, de acuerdo al procurador de la Ciudad de México, Rodolfo Rí­os Garza, informa The Associated Press.

Sin embargo, grupos defensores de derechos humanos y de libertad de prensa, se alarmaron de inmediato ante los comentarios de Rí­os, seí±alando que la investigación principal deberí­a centrarse en el trabajo de Rubén Espinosa y las amenazas que ocasionaron que dejara el estado de Veracruz, en el que habí­a trabajado durante ocho aí±os, incluyendo colaboraciones con la reconocida revista Proceso, antes de refugiarse en la Ciudad de México.

Rí­os nunca reconoció que Espinosa buscara refugio en la Ciudad de México y argumentó que habí­a llegado a la capital del paí­s en busca de «oportunidades profesionales».

Al momento de lidiar con los asesinatos de periodistas, las autoridades mexicanas rápidamente desechan su profesión como motivo, incluso cuando el paí­s es el más peligroso de América Latina para ejercer el periodismo.

«Siento un desdén hacia la investigación por motivos periodí­sticos», lamentó Darí­o Ramí­rez, director de Artí­culo 19, un grupo dedicado a defender la libertad de prensa. «Aquí­ el tema es que él denunció que tení­a riesgo y un mes después fue asesinado. Son coincidencias que no se pueden descartar solo al decir que estuvo en el lugar y momento equivocados.

Acosado por aí±os

En la conferencia de prensa, los reporteros preguntaron si los hechos que provocaron la salida de Espinosa de Veracruz en junio pasado están bajo investigación y si se solicitará la declaración del gobernador de Veracruz, Javier Duarte.

Rí­os únicamente repitió que se mantienen abiertas todas las lí­neas de investigación, incluyendo su trabajo periodí­stico en Veracruz.

Espinosa dijo en entrevistas que habí­a sido acosado durante varios aí±os durante sus coberturas en Veracruz, incluyendo una vez en la que le pidieron que dejara de fotografiar una pancarta que criticaba a Duarte por el manejo del asesinato en abril de 2012 a la reportera de Proceso, Regina Martí­nez. Su papel como reportera de investigación que escribí­a sobre la corrupción gubernamental nunca fue considerado dentro de los motivos del crimen. En su lugar, las autoridades estatales seí±alaron que fue un robo que salió mal.

«Deja de tomar fotografí­as si no quieres terminar como Regina», narró Espinosa que le dijo un representante gubernamental que controlaba a la multitud.

Salió de la capital del estado, Xalapa, en junio pasado luego de que reportara que varios desconocido lo seguí­an, lo habí­an fotografiado y lo hostigaban fuera de su casa. Unos dí­as antes, habí­a colocado una placa en una plazuela de Xalapa que decí­a: Plaza Regina Martí­nez».

«Estamos diciéndolo fuerte y claro, queremos a Duarte en la cárcel y que no haya un solo periodista más asesinado en Veracruz», dijo Neftalí­ Granados, un estudiante veracruzano, durante una protesta en la Ciudad de México, a la que asistieron cientos de personas.

Veracruz ha sido un estado peligroso para los reporteros, y en la actual administración de Duarte, que inició en 2010, han muerto 11 periodistas. Otros dos, incluyendo a Espinosa, han muerto fuera de la entidad y otros tres se encuentran desaparecidos.

Seí±ales de violencia

Los cinco cuerpos fueron encontrados el viernes en el interior de un apartamento ubicado en la cuarta planta de un edificio de viviendas de clase media en la colonia Narvarte, cerca del centro de la ciudad. El edificio cuenta con una doble puerta de acceso. Ninguna de las dos puertas tení­a las cerraduras daí±adas y el edificio tiene una cámara de seguridad. En la misma calle hay otras cuatro cámaras de seguridad en negocios y viviendas y dos cámaras de vigilancia de la Secretarí­a de Seguridad.

El Procurador dijo que se han tomado 15 testimonios y que hay evidencias videográficas y genéticas que están siendo investigadas.

Una de ellas trabajaba como empleada en la casa que las demás compartí­an, otra era promotora cultural y otra era maquillista. Para los casos de las mujeres se aplican los protocolos de investigación para feminicidio.

Todos los cuerpos tienen signos de violencia «por el forcejeo previo antes de ser asesinados», dijo el procurador. La casa también fue saqueada.

En cumplimiento de la ley, Rí­os Garza no hizo públicas las identidades de las mujeres, pero sí­ dio sus edades: 18, 29, 32 y 40 aí±os. Espinosa recibió golpes fuertes en la cabeza antes de ser asesinado. Tanto él como las cuatro mujeres recibieron disparos en la cabeza con una pistola de calibre 9 milí­metros.

Según Ramí­rez, las mujeres también sufrieron abusos sexuales, y Espinosa habí­a conocido a una de ellas mientras trabajaba en Veracruz.

Ni para dónde ir

Ramí­rez seí±aló que Artí­culo 19 habí­a publicado una alerta sobre Espinosa el 15 de junio, luego de llegar a la Ciudad de México. Confirmó que Espinosa no buscó protección gubernamental o solicitó ayuda a la agencia del gobierno federal creada para proteger a periodistas y trabajadores de derechos humanos que han recibido amenazas. Dijo que Espinosa confiaba más en recibir protección de las agencias civiles como Artí­culo 19, y sus amigos.

Otros periodistas bajo protección de la agencia federal han mencionado muchos vací­os en la protección ofrecida, incluso que los botones de pánico que les proporcionan se conectan a un mensaje telefónico que dice que el número no está disponible.

El asesinato de Espinosa aumentó las preocupaciones entre los reporteros que consideran a la capital mexicana un refugio frente a la intimidación y la violencia

El crimen ha generado tensión entre los periodistas, que hasta ahora consideraban la capital mexicana como un refugio frente a la violencia e intimidaciones continuas dirigidas contra los comunicadores en otras partes del paí­s.

«El nivel de impunidad para mí­ es lo que permitió esto. Los periodistas desplazados en algún momento vinimos al DF como isla de protección. Ya no hay para dónde ir, para dónde correr», dijo un periodista que también ha abandonado el estado Veracruz y que solicitó mantenerse en el anonimato por motivos de seguridad.

Graciela Machuca

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