”¿En dónde están los rebeldes?»; Toledo, el Quijote de las causas perdidas
«¿Qué vamos a hacer con este país que se cae a pedazos? ¿Cómo levantar el país? ¿A quién recurrir? ¿En dónde están los líderes, en dónde están los rebeldes?», se cuestiona el maestro Francisco Toledo al echar una mirada de la situación de México en el último aí±o.
Rodeado de libros en medio de una de las salas del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), el icónico juchiteco de 75 aí±os que ha emprendido varias luchas por causas «perdidísimas» -como él las define- confiesa ”que ya no sé cómo mover a la gente».
«Estoy harto de las entrevistas y no poder cambiar un poco nuestra situación», lamenta el pintor con el rostro envuelto en un gesto que delata su ánimo apesadumbrado que contrasta un tono de voz fuerte, poderoso, decidido como pocas veces.
Hace unos aí±os luchó contra McDonald’s. El gran emporio mundial del fastfood sufrió un doloroso tropiezo gracias al activismo de Toledo que impidió que se abriera una sucursal de hamburguesa en el Centro Histórico, justo en el corazón de Oaxaca. Ese mismo Toledo, aunque con el cabello más cenizo y con el ánimo trastocado por la tragedia, echó a volar papalotes al viento para pedir justicia por los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. El Chico Toledo que se sumergió en una desesperada batalla contra del maíz transgénico, organizando inusuales protestas con tamalizas y haciendo tortillas. El Toledo que tomó el estandarte de la defensa del Cerro del Fortín como su más reciente empresa’. Ese Francisco López Toledo de las mil batallas perdidas pero luchadas se sincera, y dice que a su edad ya no tiene tanta energía para seguir pelando.
«No sé qué hay que hacer para mover a los demás. En Pro-Oax hemos criticado y criticado y criticado y es poco lo que se puede hacer. Ojalá surgiera gente mucho más combativa de lo que uno fue», suelta el artista que regresa al silencio con una mueca muy similar a una sonrisa, como si en ella pusiera algo de esperanza.
Se rasca su enmaraí±ada melena y luego de exhalar profundo como preámbulo, Toledo expresa que en México hay una atmósfera muy triste, muy desesperante.
«SIEMPRE HAY ESPERANZA PARA SEGUIR»
Dentro de uno de sus hijos’, el IAGO, el cual guarda gran parte de la biblioteca personas de Francisco Toledo, el artista presume un nuevo cartel en contra del maíz transgénico. Es la imagen del «Nií±o Dios» que sostiene una mazorca de maíz entre sus manos.
Aunque el activista dice que en la lucha en contra de la siembra del maíz transgénico no le ha dejado ninguna satisfacción, consideró que siempre está con la esperanza que se puede hacer algo más. Ilusión que se sustenta en la nada ante la más reciente decisión de la federación que aprobó la siembra de ese tipo de maíz en México.
«No es una lucha que yo emprendí y no sé en qué momento Pro-Oax entra. Ahora se echa abajo el amparo para frenar el ingreso de los transgénicos y eso nos da muy mala espina, pero todavía se puede apelar. Vamos a seguir con las demandas», advierte el hombre de ojos cansados y mirada absorta.
«Los malos son muy coherentes y siempre son malos y nuca ceden», así se refiere el activista a las autoridades federales.
El pintor encoge los hombros, frunce el ceí±o, se rasca la cabeza, gira la mirada de un lado a otro, se pasa la mano sobre el rostro, exhibe todas sus manías antes de decir que «este gobierno se ha distinguido por su falta de sensibilidad, inteligencia para ver que esto va hacer un gran daí±o para las especies nativas».
Da un golpe sobre la mesa con el puí±o izquierdo, Toledo muestra su hartazgo de la forma de operar de las autoridades federales, más aún cuando en el caso de maíz y el Centro de Convenciones, en que las respuestas no han sido favorables para la ciudadanía.
«Hay las mismas respuestas, los jueces que dan respuesta a tus demandas por presiones económicas, políticas, yo qué sé. El Estado manda y hay que obedecer, parece ser que esa es la tónica, no sé cómo decir la forma de actuar de éstos gobiernos autoritarios y que uno no puede discutir, opinar y que uno tiene que comerse el maíz a como se lo manda las grandes empresas transnacionales. Estamos en un México que no es independiente».
FALTA REBELDíA EN LAS TRIBUNAS
Sin cortapisas, el originario de Juchitán seí±ala que mientras la política se trate de hacer arreglos en lo oscuro a beneficio de cada grupo las cosas no cambiarán.
«No hay rebeldía entre los diputados, no son independientes, no pueden hablar, no dicen nada que los comprometa porque deben cuidar una carrera, entonces, con nuestros representantes no contamos», ni siquiera considera como una opción a los candidatos independientes de partidos políticos.
LLAMADO DE ESPERANZA
«Ojalá esto haga cambiar, porque México es creyente», anhela el pintor antes de leer la encíclica que el Papa Francisco envió hace unos días al mundo respecto a los alimentos transgénicos.
Entre sus manos sostiene un iPhone que le acaban de pasar, se acomoda frente al display para leer el texto en el que el Papa expresa su preocupación por ese tipo de productos, tanto de sus efectos en la salud como en el impacto en el medio ambiente y la economía de los agricultores tradiciones.
Pro-Oax, agrega Toledo, enviará una felicitación a los chefs que hace unos días manifestaron su rechazo por el maíz transgénicos.
Su familia, sus raíces zapotecas, pensar en sus nietas, en sus parientes cuando era nií±o y vivía en Juchitán, son los motivos por los que el artista plástico permanece en su lucha en contra de esa semilla.
NO SOY EL MíXIMO ARTISTA
«No, no, no, no soy el máximo artista. Esas son cosas que se dicen nada más para que los oaxaqueí±os crean que tienen al artista más importante de México y se congratulen por eso, pero no me considero así. Hay más importantes por ahí», dice Toledo sin falsa modestia y con tono molesto.
De pronto, dice «¡Ya!», un monosílabo, una sola interjección con el pintor da por terminada la entrevista. Se levanta de la mesa, pide que le quiten el micrófono, está a punto de ”huir» cuando otra periodista se lo impide, porque hoy, en Oaxaca, la voz de Toledo se ha vuelto imprescindible.
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