Campeón de ajedrez fue encerrado por error

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El destino puso en jaque a Jesús Aldair Flores Guerrero, ex campeón panamericano y campeón de América del Norte de Ajedrez en la categorí­a sub-18. El representante de México en los torneos internacionales fue detenido y encarcelado por un robo que no cometió, en Iztapalapa.

Tengo 18 aí±os de edad, soy moreno, delgado, uso lentes de aumento, arracadas en ambas orejas y me gustan la música electrónica y los tenis. Mi pasatiempo favorito es salir a la calle para darle a la patineta. Mi nick en Facebook es Shusho Skate.

”Me gusta la carrera de ingenierí­a mecánica automotriz porque mi papá es fí­sico matemático y me acomodé bastante bien con las matemáticas y me encantan los autos.

Lo que me interesa son los autos eléctricos, tratar de modificar sus aperturas de engranaje y su tablero», aseguró el joven quien a pesar de su inteligencia tuvo problemas para aprobar las materias de Quí­mica, Ingenierí­a Quí­mica, Matemáticas y Estructura socio económica de México porque los profesores no tuvieron la flexibilidad de ajustar su calendario escolar a las fechas de los torneos de ajedrez. Por ello se fue a extraordinario en quí­mica e ingenierí­a quí­mica.

El 7 de junio cumplí­ 18 aí±os, no hice fiesta, pero 12 dí­as después estaba tras las rejas. Habí­a ido temprano al Bachilleres 10, de Pantitlán, para entregar dos trabajos de fin de curso.

En la tarde fui a la casa de una amiga que me prestó un libro de inglés, en Iztapalapa, en una colonia que no conocí­a muy bien. Se me hizo tarde y salí­ a las nueve y media de la noche, pregunté a varias personas dónde tomar una pesera que me llevara a Santa Martha Acatitla, donde está mi casa.

Caminé varias calles hasta que vi a un muchacho que pasó corriendo y soltó una bolsa de mano, como a cinco metros de mí­. Cruce la calle y di vuelta en la primer esquina para evitar algún problema, pero tres personas corrieron hacia mí­, traté de esquivarlos y me metieron el pie para tirarme.

Estaba escuchando música electrónica, a Calvin Harris, cuando me empezaron a patear. Yo les dije: no me quiten nada. Pensé que me iban a asaltar, pero sólo me estaban pegando.

Llevaba mi teléfono y una mochila donde llevaba una chamarra de competencia de la Asociación de Ajedrez del Estado de México, con la que representó al Estado en los torneos nacionales, unos tenis Nike con los que patinaba y el libro de inglés.

Se apareció una seí±ora que dijo que le habí­a robado, creo que después dijo que sí­ fui yo, pero en su declaración ante el Ministerio Público dijo que ya no estaba segura. El ratero era como de 1.60 de estatura, llevaba pantalón blanco y chamarra negra; yo tení­a un pantalón café y camisa de cuadros azules y mido 1, 69 mts.

En ese momento le llamaron a la patrulla, se tardó como tres minutos y los policí­as también me pegaron rodillazos en las piernas, me esculcaron y me quitaron el teléfono. Cuando me pegaba se me cayeron los lentes y los preventivos los pisaron para romperlos. Me subieron a la patrulla y me llevaron al MP.

El campeón de ajedrez fue esposado y no le informaron el motivo de su detención. Estuvo 48 horas en los separos y cuando los funcionarios ministeriales leyeron su declaración le dijeron: Eso no es verdad. Al cumplirse el término legal nadie le dijo a dónde lo llevaban.

—Te vamos a revisar, desví­stete y pon tu ropa ahí­. Abre las manos y voltéate. Ordenó un custodio del Reclusorio Oriente.

Pero habí­an roto mi ropa con las manos y cuando entré al Centro de Observación y Clasificación los reclusos me dicen: quí­tate esos tenis, eran unos Vans, y quizá por el miedo a que me hicieran algo me los quité y me dieron unos muy viejos. Los mí­os eran nuevos, me los compré hace tres meses.

Llegué ahí­ como a las 2 de la maí±ana, me asignaron mi celda y me encontré con personas como mi caso, que las acusaban de algo que no habí­an hecho, robo, falsas declaraciones, extorsiones y otras que decí­an que sí­, que habí­an asesinado, robado.

Era una celda como de dos metros por cuatro donde habí­a 23 personas. Ahí­ estuve los siguientes cinco dí­as.

Los que llevaban más tiempo eran como los jefes. Habí­a cuatro camas, dos arriba y dos abajo. En las de arriba se dormí­a uno en cada uno y en las de abajo dos en cada una, todos los demás estaban en el piso y los más dormí­an parados, éramos como seis. Yo dormí­ parado los cinco dí­as que estuve preso, bueno, la verdad no dormí­. Trataba de no pensar en nada, de relajarme y decí­a: todo va a salir bien.

Los reos me dijeron que cada semana se tení­a que pagar por gastos de televisión 70 pesos a la semana, agua 20 pesos y para no hacer la fajina (limpieza).

—¿Qué pasó barrio, tú qué hiciste? Cuando les conté me contestaron: tú le robaste.

—¿Le vas a meter al fifi? No sé qué es, contesté. Se rieron y me llevaron a la celda de a lado y me preguntaron: ¿qué vas a vender? Nada, no quiero problemas. Tení­an marihuana, chochos. Entonces, para no hacer la fajina tienes que pagar 3 mil pesos. Y me puse a limpiar porque en mi casa no tenemos dinero.

La fajina consiste en pararte a las cinco de la maí±ana y hacer limpieza en el patio, hincado sin que las rodillas toquen el piso, si tocaban el piso les pegaban. Limpiar cada pasillo de cada celda y algunas personas limpiaban los baí±os, los más afectados eran los seí±ores grandes y los seí±ores con sobrepeso porque casi no podí­an hacer el trabajo y les exigí­an más.

Me regresé y hablé con la doctora, le pedí­ que me cambiara de celda y me dijo que harí­a lo posible por cambiarme aunque resultó que habí­a celdas peores.

Un dí­a que me llamaron a juzgado conocí­ a un interno, El Sombra, me preguntó dónde estaba y qué habí­a hecho, me dijo que ya no iba a hacer la fajina, que tení­a contactos en mi celda y que merecí­a una segunda oportunidad.

Cuando regresé a mi celda me recibió El Miraviones, el encargado de las fajinas.

—Me dijeron por ahí­ que tienes contactos, puedes estar tranquilo, El Sombra es mi compa.

Un dí­a se vieron buena onda y acababa de hacer lo de la fajina y no me dio tiempo de comer. Me ofrecieron frijoles con espagueti que tení­an guardados. Desde que entré era mi primer comida, llevaba dos dí­as en el penal.

Lloré muchas veces sin que me vieran los reos para no demostrar debilidad.

Yo traté de comer lo menos posible del ”rancho» (alimentos del comedor), no querí­a enfermar, era insí­pida y serví­an en platos sucios con restos de la comida anterior. Limpiaba los platos con la mano para comer un poco mejor.

La mejor comida fue una torta de tamal que probé el quinto dí­a de reclusión. Un custodio me regaló la ”guajolota», pero me dijo que la comiera ahí­ porque en la celda me la iban a quitar.

El quinto dí­a los internos me ofrecieron un bote para sentarme, es como el siguiente escalón antes de dormir acostado.

A las 12 me llamó el juez. En el juicio se mostraron los videos del C4, no se veí­a muy bien pero se notó cuando me estaban pegando y que yo no llevaba la bolsa. Estaban los chicos con los que patino, mi familia, mi maestro de ajedrez, eran como 25 personas y me decí­an que iba a estar bien y llevaban pancartas. Yo trataba de contener las lágrimas.

El juez me exoneró por falta de pruebas, me dijo: no llores, te verás débil. Tienes buen chance, aprovecha este tiempo que vas a tener.

Su familia pidió dinero prestado, sus amigos le dieron lo que podí­an y algunas asociaciones de ajedrez de Alemania y Sudamérica mandaron dinero a su cuenta.

Salí­ del penal a las 2:30 horas del sábado 27 de junio y apenas tuve tiempo de ir a mi casa por una maleta con ropa para llegar al aeropuerto. El avión con destino a Colombia salió a las 5 de la maí±ana, iba al torneo panamericano representando a México para defender mi tí­tulo, pero el cansancio me venció.

Sé que soy un buen ajedrecista, si no es que el mejor de México, sé que tengo buenos amigos, que mi familia me apoya, y que podí­a hacer más. Quedé en noveno lugar de 40 competidores.

Su máximo sueí±o es representar a México en el Mundial, torneo a celebrarse en dos meses en el extranjero, pero no tiene recursos y su familia aún debe alrededor de 40 mil pesos que gastó en su defensa para sacarlo de la cárcel.

Hoy en dí­a, Jesús Aldair tiene el grado de maestro internacional de ajedrez y acaba de aceptar la oferta de beca de la UVM para estudiar una carrera con estancia pagada y apoyo para que continúe su trayectoria deportiva.

Salir de la cárcel fue la mejor partida, cuenta con la seguridad de alguien que sabe lo que quiere y sin resentimientos por aquella mala jugada a pesar de que fue injusta.

Ayuda para Aldair

Si deseas ayudar a Jesús Aldair Flores Guerrero, preso por un delito que no cometió, para que represente a México en la Olimpiada de Ajedrez y pague sus deudas, el número de cuenta es 5924 1360 8312 52 Banco Azteca, a nombre de su tí­o Luis Felipe Flores Hernández.

24-horas.mx

Graciela Machuca

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