“Un Médico de Cuerpos y Almas”

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Buen camino para el Dr. Pedro Luis Ataxca Leo

Necesariamente Incómoda

Graciela Machuca Martínez

Se llamó Pedro Luis Ataxca Leo, médico comprometido con su profesión, un ser humano excepcional, una de las mejores personas con las que me he encontrado en la vida. El 25 de agosto se fue de esta dimensión. 

El doctor Pedro Luis fue oriundo de Juan Díaz Covarrubias, en el estado de Veracruz.  

Hijo menor de 12 hermanos, a los nueve años de edad, a finales del mes de marzo 1967 quedó huérfano de padre, don Antonio Ataxca Pucheta, quien perdió la vida en un accidente ferrocarrilero, su madre Rafaela Leo Molina falleció el 8 de noviembre de 2004.

Dos meses después asesinaron a su hermano mayor, Víctor, a quien al salir de una cantina lo intentaron asaltar, se resistió y en su defensa perdió la vida.

Con el apoyo de sus hermanos y mas que esfuerzo mucho sacrificio, le echaron la mano sus hermanos mayores, albañiles y obreros del ingenio Cuatotolapam, que está en el pueblo, estudió la carrera de medicina en la Universidad Veracruzana, Campus Xalapa, de 1976 a 1980.

Lo conocí Trabajando en el Programa IMSS/COPLAMAR, aproximadamente, hace 37 años, aunque cada quien tenía sus funciones predeterminadas, nos unían los objetivos del programa y las acciones multidisciplinarias de la calidad de atención a la salud que brindaban las clínicas rurales a la población abierta  que nos marcaba el programa.

Como médico familiar  luego de finalizar el programa en el estado se quedó en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y en la Secretaria Estatal de Salud (SESA). Dar consulta fue su pasión, escuchar a sus pacientes fue una de sus virtudes, que no siempre se da entre el gremio médico. 

La historia de cada uno de sus pacientes, sus estados de ánimo, su salud emocional eran fundamental para poder dar un diagnóstico. La empatía fue otra de sus grandes virtudes.

Ahí nos conocimos como compañeros de trabajo y también como amigos, cuando terminó el programa y tomamos caminos diferentes, ocasionalmente nos vimos, siempre jovial, atento y respetuoso.

Con Pedro se podía hablar de todo, no siempre de recuerdos compartidos, siempre estuvo actualizado en diversos temas y no por que le importara la política, simplemente porque fue un ciudadano cabal e informado.

Así lo recuerdan médicos y enfermeras a quien supervisó en sus programas en las comunidades rurales, siempre afable, más que llamar la atención siempre enseñaba, me dice una enfermera que ahora ya es jubilada.

Pedro formó una familia solida al lado de su hoy viuda, Cecilia Mendoza, que junto a sus hijas, su sobrino/hijo, sus compañeros de trabajo y a sus amigos nos queda un gran recuerdo para llenar la profundidad que nos deja su ausencia, ante la fortaleza y el tiempo que sin duda reafirmará su legado del esposo, del padre y del amigo que fue.

Que su viaje sea lleno de luz!!!…

Graciela Machuca

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