ACENTOSJosé Luis Reyna La estrella que acompaí±ó por varios lustros a Elba Esther se apaga: un ocaso, entre otros, en el firmamento de la polí­tica nacional. Ninguna sociedad puede soportar a un personaje que usó y abusó tanto del poder como ella lo hizo: con propios y extraí±os. Supo, como pocos, poner y disponer, manipular y decidir, exigir sin reciprocar, mandar sin retribuir: todo era para ella y por ella. La maestra fue elegida por los ”astros»: Salinas fue su ángel de la guarda. La nombró presidenta vitalicia del sindicato más grande de América Latina. La concesión no fue gratuita porque le era útil para su proyecto de gobierno. Pero Elba trascendió: su sagacidad la convirtió en un factor real de poder en nuestro deteriorado escenario nacional; no cualquiera disfruta de ese rango ni tiene la habilidad para llegar a ese nivel.La maestra supo usar el poder que las circunstancias le otorgaron sin mesura alguna; sin exagerar: de manera despiadada. El mismo poder que adquirió con el tiempo la devora ahora porque pese a nuestra rupestre democracia, no hay cabida a seres de esa calaí±a: el PRI rompió con ella en el momento más adecuado: en la ví­spera de una campaí±a polí­tica nacional.Elba Esther es una maestra normalista que se convirtió en una de las piezas claves del funcionamiento de nuestro pobre sistema polí­tico. Aprendió del mercado polí­tico y de sus leyes: la oferta y la demanda sobre todo en tiempos electorales: en otros términos, se especializó en venderse al mejor postor o comprar la oferta de la que pudiera obtener más dividendos.Elba tiene una inteligencia por arriba del promedio. No tiene, sin embargo, escrúpulos. El objetivo es ella y su séquito, que incluye a su familia, en el mejor sentido mafioso; lo demás es secundario. El SNTE lo ha manejado como ella ha querido: es un emblema del caudillismo sindical de los viejos tiempos actuando el dí­a de hoy. Más de un millón de agremiados sufren el tutelaje y el acoso de un ser autoritario y, es probable, despiadado.Su rompimiento con el PRI y con el tristemente célebre Roberto Madrazo, en ví­speras de la elección de 2006, le permitió deslizarse sin disimulo y desparpajo a otros mercados polí­ticos. Expulsada del PRI encontró cobijo en el PAN, con el que hizo alianza. Este partido la recibió con los abrazos abiertos, no sólo por sus dotes polí­ticas, sino por sus capacidades manipuladoras: es innegable que sabe conducir a las masas. Tan es así­ que todaví­a se sostiene la tesis de que la ventaja de 0.56 por ciento de Calderón sobre López Obrador, en esa polémica elección, la maestra fue un factor clave del triunfo panista.La maestra se convirtió con el tiempo, respaldada por su inmueble sindical, en una mercancí­a que se ofrecí­a al mejor postor: el objetivo era obtener dividendos pecuniarios y polí­ticos. Sirva de prueba el apoyo que le brindó hace muy poco a Cocoa, la hermana del presidente Calderón, en su aventura por conquistar la gubernatura del estado de Michoacán: operación fallida. Esto no impidió que, a la par, construyera un acuerdo con el PRI para apoyar la candidatura de Peí±a Nieto en la próxima elección presidencial. Por supuesto que no se trataba de un gesto filantrópico. El ex presidente del PRI, el seí±or Moreira, concedió a la maestra y su partido (el Panal) 24 diputaciones federales y cuatro senadurí­as, incluyendo una para su hija que se convertirí­a en una representante popular del estado de Chiapas. Otra más se adjudicarí­a a su yerno, el ex subsecretario de la SEP, que contendrí­a para obtenerla para el estado de Sinaloa. Todo se vino abajo.Para nadie es un secreto que la seí±ora Gordillo es una pieza clave del poder nacional. Tampoco es un secreto que el PRI poco ha cambiado desde que perdió la Presidencia hace casi 12 aí±os; sus maí±as de antaí±o perduran y su plataforma polí­tica, pese a estar conformada por gente joven, sigue siendo tan aí±eja como lo fue en sus viejos tiempos. Sin embargo, alguna voz de alerta dentro de la dirigencia priista nacional oprimió un botón de emergencia en el momento adecuado: en ví­speras de la campaí±a presidencial. El Panal y su dueí±a, la seí±ora Gordillo, más que sumar, como lo afirmó hace poco Peí±a Nieto, podrí­an tener un efecto de resta significativa. Quien lo haya detectado así­, acertó. Sirva de evidencia el malestar de militantes priistas en Chiapas, Tabasco y Morelos. Habí­a sí­ntomas de insurrección.Mucho se discutió la razón de por qué el PRI se alió con la maestra y con ese otro partido, si así­ puede llamársele, que es el Verde. Las preferencias electorales, que ahora favorecen al PRI, se explican porque los gobiernos de la alternancia, las administraciones de Fox y Calderón, han resultado fallidas por ineficientes. Además, el PRD no puede superar su lucha fratricida que tanto daí±o le hace en su interior y en su proyección polí­tica ante la ciudadaní­a. Por lo mismo, el PRI no tení­a necesidad de aliarse con un engendro polí­tico como el Panal, el SNTE y su dueí±a: la maestra. Que se haya roto la alianza del PRI con la Gordillo puede abonar en las preferencias electorales para el viejo partido, aunque por ello no puede todaví­a cantarse victoria.En resumen: que el PRI haya roto sus relaciones, de la manera más cordial como se dijo en todos los medios, con Elba Esther y sus instituciones es una seí±al de que el viejo partido empezó a entender que ese tipo de aliados más que sumar, restan. Como colofón, el PRI pone en su lugar a la maestra: el rompimiento con ésta allana el camino para que la poderosa profesora empiece su ocaso polí­tico. La luz de doí±a Elba se apaga y, con ello, surgirá una luz en otro lugar.

Graciela Machuca

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