Asesinatos compartidosjavchavez@hotmail.comperiodistasquintanaroo.comEl 21 de septiembre de 2006, en mi columna Alerta Roja publicada en El Quintanarroense escribí­ acerca del ultraje y asesinato de la nií±a Liliana Yaneli Cahuich Cen, empleada de la boutique Imelda, ubicada frente al Sistema Quintanarroense de Comunicación Social (SQCS).El destino quiso que la adolescente de 14 aí±os abordara un taxi para encontrarse con la muerte, un 29 de diciembre de 2004. El ”martillo» la secuestró, violó y asesinó, abandonando su cuerpo en la maleza, a un costado de la desviación hacia la zona libre de Belice.Algunos meses de 2005 permaneció activo al volante, hasta que fue capturado por otro delito y finalmente confesó el asesinato de la adolescente, revelando detalles conocidos tan sólo por la Procuradurí­a de Justicia del Estado.El criminal fue Jorge Alberto Rosales Pií±a, el mismo que estranguló y lanzó a una fosa séptica a dos jóvenes chetumaleí±as que se relacionaron con este enfermo.Todo mundo va a condenar al escalofriante homicida, reacción en verdad comprensible porque es instantánea e inevitable. Sin embargo, creo que es justo condenar a otros que le dieron a este ser la posibilidad de salir de nuevo a la calle a matar.Claro que este ser abominable tiene su parte de responsabilidad, pero hubo un Procurador de Justicia, un Juez Penal, un titular de Prevención y Readaptación Social y un Tribunal Colegiado del 27 Circuito en Cancún que permitieron que este sujeto abandonara la cárcel así­ como así­, como quien mata un perro en un arrebato.Y es que el seí±or estaba libre como si hubiese robado un racimo de plátanos, ya que en 2009 lo dejaron libre por obra de un amparo federal que tomó en cuenta fallas garrafales en la integración del expediente.No tengo el ánimo para investigar en estos momentos los nombres de quienes abrieron la reja al honorable seí±or Rosales Pií±a, pero ahí­ se deslizan los nombres de Procuradores como Carlos Humberto Pereira Vázquez y Celia Pérez Gordillo, cuyos subordinados metieron las cuatro patas.¿Cómo se les ocurre estos servidores públicos lanzar a la calle a un asesino sin que haya purgado su condena? Incluso, ¿por qué estas liberaciones las hacen en lo oscurito, sin que los familiares de las ví­ctimas se den por enterados?¿Y cómo se les ocurre lanzar a la calle a un homicida drogadicto sin dar un seguimiento a su comportamiento? Tal vez muchos vecinos no tení­an ni la menor idea de los antecedentes del honorable seí±or Rosales Pií±a.Ahora el Procurador de Justicia Gaspar Armando Garcí­a Torres con justa razón anticipa: ”vamos a pedir mí­nimo una sentencia de 30 a 40 aí±os». Sin embargo, el homicidio de la adolescente Liliana Yaneli ameritaba una condena de 80 aí±os, los mismos que el asesino le arrebató.Y no se sabe si el homicida acumuló otras ví­ctimas. Incluso, no debe descartarse la posibilidad de que quede libre de nuevo por una mala integración del expediente, aprovechada por su abogado defensor para tramitarle otro amparo exitoso.En los dominios de nuestra justicia a la mexicana nunca se sabe

Graciela Machuca

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