En nombre del nombre propio

Sara Lovera López es periodista. Lo ha sido en los últimos 40 aí±os, pero decir que es periodista serí­a simplificar una trayectoria que marcó un hito en el periodismo nacional e internacional.

Para documentar la hazaí±a informativa de esta periodista, es conveniente imaginar el mundo de los medios impresos y electrónicos de hace 40 aí±os. Su caracterí­stica era sin duda, la de una redacción llena de hombres. Con un pensamiento único, no sólo aquel que las feministas nombramos como un mundo estructurado desde el patriarcado, sino que la estructura de la información, lo verdaderamente importante, que en muchas redacciones sigue siéndolo, era aquello que aqueja o interesa a los hombres del poder: guerras, polí­tica, información de la presidencia, de los aparatos de justicia, militares, los lí­deres de los partidos, los congresos y sus debates.

Hablar de las mujeres estaba bien resguardado en las planas de sociales, en el mejor de los casos, o simplemente no aparecí­a.

Quien tenga menos de 20 aí±os en el ejercicio periodí­stico, y haya vivido en una redacción lo que vivimos a diario quienes estamos todaví­a en una de ellas, sabrá que lo que la periodista Lovera hizo, no es un tema menor, ni fue un camino sencillo. Tampoco sigue siéndolo. Las mujeres, no podemos nunca cantar victoria y sentarnos en nuestros reales a ver pasar la abundancia, siempre hay que asegurarnos que no haya quien quiera que retrocedamos el camino andado.

Pero Sara Lovera se forjó un nombre por doble ví­a en los medios de comunicación comerciales, lo cual tampoco fue ni es una labor sencilla para las periodistas.

No sólo fue buena periodista reporteando los temas tradicionales en los medios, hay reportajes memorables, como el de Toro Gargallo, que deberí­an servir como ejemplo del buen trabajo de investigación y reporteo para cualquier periodista que quiere destacar en un mundo cooptado por la inmediatez de las informaciones ví­a twitter y en tiempo real.

También fue una periodista, que como pocos reporteros, dominaba su fuente. Dominar una fuente, no es sólo hacer una entrevista banquetera, dominar una fuente significa construir un camino de conocimiento, un camino de credibilidad, de honestidad y de confianza, con tirios y troyanos. Eso mismo hizo la Lovera en la fuente obrera mexicana, que dicho sea de paso, estaba dominada por hombres, y lí­deres sindicales corruptos, en medio de un gobierno que mantení­a el control corporativo de los sindicatos, pero también de los medios de comunicación.

Forjarse un nombre, pues, es un trabajo de largo camino, que en el caso de Sara Lovera, no comenzó con el tema de las mujeres.

Documentar la condición social de las mujeres fue su pasión. Su militancia. Militancia que ejerció teniendo como respaldo un extraordinario desempeí±o profesional; pero la Lovera tení­a un nombre propio. Un lugar en el mundo del periodismo, no sólo de género, como ahora se le llama, sino un nombre en el mundo del periodismo de los otros, el que dominan los hombres.

En el periodismo de género, pero que cuando ella comenzó, sólo era un periodismo que volteó a ver a las mujeres que por derecho tení­an que ocupar un espacio en los informativos, sin duda Sara Lovera es pionera, y no hay otra, de finales del siglo 20 a la fecha. El resto llegamos detrás.

Pero fue pionera, no porque documentó la condición social de las mujeres, sino porque no se quedó en la redacción a ser la única, lo cual hubiera sido lo más sencillo. Salió de la redacción y convenció a otras, quizá porque le viene por genética, pero ayuda sin duda, su incasable parloteo.

Así­ que comenzó por convencer a sus jefes para publicar una nota, luego otra, hasta que se hizo un nombre al interior del medio, lo cual no es sencillo tampoco.

Luego convenció a otras y crearon CIMAC. Convenció a otras más para buscar financiamiento y dar talleres, peinó el Paí­s, uno y otro estado. Luego convenció a otras más y se crearon redes en otros Paí­ses, luego convenció a otras más y se crearon las redes de redes.

Pero una puede ir por el mundo echando rollos y si no hay mucho que te sostenga, si no se tiene un nombre propio, si no se ha forjado una trayectoria, los periodistas te ven con escepticismo. Porque las y los periodistas por principio somos desconfiados de aquel o aquella que quiere vendernos una idea.

Las y los periodistas no somos compradores netos de ideas ajenas. Somos suspicaces. Nos gusta dudar. Nos gusta preguntar. Nos gusta investigar qué quiere el otro o la otra. Siempre sospechamos de quien viene a ”vendernos» una idea.

La idea de Sara cuajó en miles y miles de periodistas, en las redacciones de los medios impresos, en los informativos electrónicos, no sólo porque ella tiene una habilidad enorme para hablar sin parar, así­ como conocimiento construido, documentado, sino porque tení­a un nombre propio. Su nombre.

Construir un nombre en el periodismo, que quizá es una de las cunas de las vanidades más grandes del planeta, no es una tarea sencilla, se construye a contracorriente del poder, a contracorriente de las ideas preestablecidas, a contracorriente de los jefes o a pesar de ellos, se construye haciendo buen periodismo, teniendo credibilidad, profesionalismo, ética, honestidad con una misma.

Construir un nombre en el periodismo fue lo que hizo Sara Lovera y fue su nombre con el que fundó CIMAC, fue con su nombre que llegó a cada Estado de la Republica a convencer a las y los periodistas, fue con su nombre que se fue a otros paí­ses a crear otras redes, fue con su nombre que peleó porque las mujeres tuvieran un lugar en los informativos, en los medios impresos, en los medios radiales y hasta en la televisión. Sí­, fue por su nombre, es Sara Lovera.

Por eso quienes firmamos esta carta apoyamos el derecho que tiene a reclamar que la organización que fundó y a la cual decidió renunciar, sin importar las razones, no use su nombre.

Que CIMAC no use su nombre, el de Sara Lovera, para sacar provecho, para buscar financiamiento, para presumir a su socia, para no quedarse huérfana, para lo que sea que lo haya usado o lo use, que no use su nombre.

No sólo eso, sino que también tiene derecho a que CIMAC y sus actuales directivas aclaren que Sara Lovera ya no forma parte de la institución, porque la gente lo da por hecho, y el silencio es cómplice y tan ilegal, como si se utilizara el nombre de Sara Lovera en los casos descritos en el párrafo anterior.

Tiene derecho además, a seí±alar una ilegalidad. Tiene derecho a demandar, después de tres aí±os y cinco meses de prudencia, que le devuelvan su nombre, que no lo usen más, porque es su nombre y no quiere tener ninguna relación con CIMAC.

Y nosotras apoyamos ese derecho, el derecho que cada mujer tiene a tener no sólo nombre propio, sino a usar nuestro nombre de acuerdo con nuestros propios intereses y convicciones. México 7 de mayo 2012

A T E N T A M E N T E Sonia del Valle Lavin, México, DF Juana Marí­a Nava Castillo, Nuevo León Soledad Jarquí­n Edgar, Oaxaca Graciela Machuca Martí­nez, Quintana Roo Patricia Núí±ez Román, Sinaloa Dora Villalobos Mendoza, Chihuahua Ana Luisa Pacheco Gracia, Sonora Frida Hartz Rocha, DFArgelia Herrera Gutierrez, Tabasco Candelaria Rodrí­guez Sosa, ChiapasLaura Castro Medina, Veracruz Candelaria Garcia Rocha, Durango Marta Eugenia Dávila Garcia, Guerrero Dunia Rodrí­guez Garcia, DFRazhy Gonzalez Rodriguez

Graciela Machuca

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *