por Sara Lovera

Desde los tiempos de Izcoátl, que muere en 1440, según fuentes de la historia nacional, los aztecas demandan doncellas nobles de las ciudades que dominaban para que amenizaran sus fiestas y solemnidades, se dirí­a para sus ceremonias polí­tico-religiosas.

Así­ nos cuenta Enriqueta Tuí±ón en el primer volumen de El álbum de la mujer editado en 1991 por el Instituto Nacional de Antropologí­a y aí±ade que en los pueblos dominados «las mujeres dejaron de ser piezas clave del gran tablero polí­tico y se transformaron en objetos de lujo palaciego».

Este apartado de su libro denominado Participación de las Mujeres en la Sociedad Prehispánica, también seí±ala que las mujeres eran una pieza de intercambio para mantener la paz, como eso, «floreros y adornos» pero sujetas al control directo de los seí±ores. Guardadas para el placer de quienes mandan.

El relato de Tuí±ón, una historiadora feminista sustantiva, es tan actual que parece que estamos leyendo, no la historia prehispánica, sino la crónica de hechos del domingo pasado en el que apareció una edecán con los pechos al aire, sin duda simpática, vestida de blanco como las sacerdotisas de la historia que nos relata Tuí±ón. Ahí­, como algo para distraer, de imagen refulgente en la escena ceremonial del primer debate entre quienes aspiran a la presidencia de la República.

Esta noticia fue a dar, como única sobre dicho debate, al New York Times del lunes siguiente y ha generado toda clase de comentarios en las redes sociales, fotografí­as en la red e historia de Julia Orayen, modelo profesional cuyo éxito principal ha sido aparecer en la revista Playboy hace algunos aí±os. Entrevistada por la televisión y la radio, dijo que ella escogió su ropa, ese vestido blanco con un escote prolongado en el pecho.

Increí­ble resulta que las cuatro personas que ostentan las candidaturas, donde pensamos cualquiera será quien dirija los destinos del paí­s, admitieron sin chistar la aparición de esta mujer sexuada y bella, que funcionó como ornamento en ese escenario y mostró hasta que grado se mantiene el lugar de las mujeres en el pensamiento de los hombres, especialmente los organizadores del debate: adorno, exaltando de las mujeres lo que califican y viven como belleza, no su cabeza.

Increí­ble en pleno siglo XXI. La reacción del feminismo organizado, como en aquéllos tiempos donde protestaban en las calles por los concursos de miss universo no se hizo esperar, como tampoco opiniones diversas que van desde Héctor de Mauleón, subdirector de la revista Nexos -de intelectuales- quien piensa que todo es natural y que sólo las personas santurronas se asustan del cuerpo. Y, por su parte, el jefe de redacción de la revista Letras Libres -de cultura y profunda- Ricardo Cayuela Gally, opinó que se hizo evidente el atraso y el machismo mexicano.

Lo grave es que modernizadores como son los que hacen Nexos, ni cuenta se dan, y les ha pasado de noche la historia reciente de México y el mundo sobre la condición femenina. Ni hablar.

Y qué ridí­cula resultó la reacción del Instituto Federal Electoral, encargado de la producción del debate, pidiendo disculpas por esta «inconveniencia», que revela cuán poco hemos avanzado en lo que se llama cultura de género, avance de las mujeres, polí­ticas de transversalidad y en pocas palabras en respeto y consideración de la valí­a femenina. ¿No es el colmo de la misoginia inconsciente? la exhibición de un cierto IFE… rústico y primario… escribió una brillante periodista en las redes sociales. Y ese trasfondo vergonzante: «los debates son entre hombres… y los ven los hombres, como si se tratara de anuncios de cerveza».

Por eso tal vez, organizaciones feministas, civiles, académicas, mujeres y ciudadaní­a en general han declarado que sancionan al IFE por el uso sexista de la imagen de la mujer durante el debate presidencial y piden reparación del daí±o para las mexicanas. El hecho se ha vivido, sin duda, como un contra sentido profundo de las llamadas polí­ticas para el avance de las mujeres y ha evidenciado hasta dónde puede repetirse un deseo, el de la igualdad entre los géneros, sin contenido alguno.

El IFE ¿se han dado cuenta? tiene un conjunto de spots publicitarios promoviendo el voto, donde pone a hombres y mujeres en igualdad, equitativamente, llamando a cumplir y hacer cumplir sus derechos ciudadanos en esta contienda. Todos los spots incluyen a un hombre y a una mujer, incluso existe uno que directamente seí±ala la importancia de ejercer y respetar los derechos femeninos, sin embargo, la pifia del domingo, es fenomenal. Ha quitado caretas, mentiras, demagogias.

Lo que duele es la cantidad de recursos invertidos por instituciones de promoción de los derechos de las mujeres, que evidentemente ni tienen poder ni influencia, y nada más simulan polí­ticas gubernamentales del todo ineficaces y demagógicas.

Por ejemplo, deseable serí­a un gobierno comprometido realmente con la democracia y la igualdad entre hombres y mujeres, capaz de ir al fondo y promover acciones profundas y reales para el avance de las mujeres.

Lo del IFE es dramático, fue ahí­ donde se convalidó que los partidos polí­ticos durante varios aí±os no cumplieran con la ley, ni en el caso de las cuotas femeninas de participación polí­tica y les dejó hacer y pasar. Igual permitió que las élites de los partidos polí­ticos no dispongan de recursos para el liderazgo de las mujeres, a pesar de que es mandato etiquetar el dos por ciento de sus prerrogativas de ley. Por ejemplo, 21 millones de pesos para uno de los grandes partidos. Se quedaban con el dinero, ahora lo administra el IFE, como se dice, la iglesia en manos de Lutero.

Los comentarios de los dirigentes, sobre lo sucedido el domingo, son débiles. Ahora los grupos de mujeres, como sucede siempre, protestarán, pedirán que se cumpla la ley, que se repare el daí±o, como dice la Constitución y ya le están recordando a los sujetos del poder que la Constitución incluyó en su contenido los derechos humanos, los acuerdos internacionales que obligan a evitar la discriminación y la violencia contra las mujeres.

En un paí­s de impunidad, donde no existe la justicia para las mujeres, y tampoco para los hombres, sustentado en una polí­tica de Estado violenta; en un paí­s donde no hay reacción a la ilegalidad o irregularidad de organismos públicos y privados, sociales o civiles; en donde el desprecio a la vida se expresa en 50 millones de pobres, en el que todo se vende, se manipula, se usa, casi nada podemos esperar. Lo importante es que no nos silencien, lo básico es defender nuestra libertad de expresión y el derecho constitucional a protestar, según dice el artí­culo noveno. No todo está perdido.

”No puedo creer lo de la edecán que contrataron para el debate… ya sé que es patético y ofensivo, pero me dio un ataque de risa…¿No es el colmo de la misoginia inconsciente? la exhibición de un cierto IFE… rústico y primario…en el que ni siquiera han aprendido el mí­nimo indispensable de «lo polí­ticamente correcto» …Y ese trasfondo vergonzante: «los debates son entre hombres…y los ven los hombres (como los anuncios de cerveza) y a los hombres lo que les interesa…son los escotes»…Pero ¿Qué idea tienen esos seí±ores de las mujeres y los hombres mexicanos? ¿Se inspirarí­an en Brozo? ¿Los asesoró la Tecate?»

Graciela Machuca

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