¿Cómo definirse?
Florence Thomas
Estamos ante la posibilidad de reinventarnos, rechazando las definiciones tradicionales que buscan encerrarnos en una parálisis de la libertad que nos debería incitar a otras prácticas de resistencia.
Una mujer que no se define ni como mujer ni como hombre, ni como heterosexual ni como homosexual, una mujer que es filósofa o filósofo espaí±ol, una —o un— disidente total de las definiciones identitarias tradicionales me movió el piso en Cartagena durante el Hay Festival. Y me movió el piso porque rara vez había escuchado una mujer-hombre tan provocadora y al mismo tiempo dueí±a de un discurso tan elaborado y apasionado; ella-él, a fuerza de deconstruir todas nuestras viejas verdades relativas a la identidad, a la sexualidad, al cuerpo, a la construcción de saberes y a la diferencia sexual, me generó, a mis 70 aí±os, ganas de avanzar y escapar de la rutina de una cierta y a menudo confortable pereza intelectual, aun cuando ser feminista en Colombia no es precisamente nadar en un mar de tranquilidad.
Esta mujer —la sigo llamando mujer a pesar de su prevención ante ese concepto que ella define como una pura ficción política— se llama Beatriz Preciado, arquitecta, filósofa y, probablemente, una de las más importantes representantes contemporáneas de la teoría Queer. Durante una hora ella nos incitó a reinventar nuevas utopías y a reflexionar sobre los modos de subjetivación rechazando categóricamente someternos a viejas capturas identitarias o ficciones, tales como el concepto de hombre o de mujer, de feminidad o masculinidad, constructos histórico-políticos que tuvieron como finalidad principal la sumisión, la posesión o más exactamente la des-posesión de nosotros mismos y sobre todo de nosotras-mismas, la violación, la pornografía y, en fin, todas las formas de violencias imaginables.
Beatriz se refiere en ese sentido, y ante las escalofriantes cifras de feminicidios en el mundo entero, a una tanato-masculinidad. Ella nos encauza a rechazar el magistral pretexto de la biología que nos definió durante siglos como mujer-útero-reproductor, u hombre-pene- amo dominador y tantas veces asesino. Así mismo, nos exhorta a impugnar viejas explicaciones médico-jurídicas que permiten aún apelar a categorías históricamente situadas, tales como lo normal y lo patológico cuando queremos definir la heterosexualidad, la homosexualidad, la transexualidad, etc.
Y sí, hoy estamos ante la posibilidad de reinventarnos rechazando todas las definiciones tradicionales que buscan encerrarnos en una parálisis de la libertad que nos debería siempre incitar a nuevas narraciones, a otras prácticas de resistencia y disidencia política ante todas estas ficciones de nosotros mismos y de nosotras mismas, ficciones que terminaron por inscribirse en nuestros cuerpos.
Cuántas veces, sin haber leído nunca a Beatriz Preciado, tuve esta sensación de que mi heterosexualidad había sido generada por una radical imposición cultural de una opción sexual obligada en los tiempos de mi adolescencia. Y a los 14 aí±os, en una Francia de posguerra, no fui precisamente una disidente. Lo sería más tarde cuando empecé a sospechar que haber nacido mujer no podía seguir siendo casual. Es cuando en los aí±os 70 y 80 tuve la suerte de encontrarme, esta vez desde Colombia, con una práctica disidente como lo era el feminismo.
Y sí, Beatriz Preciado lo reconoció durante la charla: la tradición feminista y hoy los feminismos siguen siendo prácticas pacíficas de resistencia política que tienen un sentido hondamente ético por lo menos desde esa Colombia que tiene aún tanta dificultad para generar una conciencia crítica ante estos viejos, cansados e inmóviles conceptos de hombre y mujer, de masculinidad y feminidad que ya hicieron su tiempo. Sin mucha gloria.
Florence Thomas
Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad