Selma desde las biopics y desde Estados Unidos

0

/Nexos

Me ha sido difí­cil escribir este texto sobre Selma (2014), nominada a mejor pelí­cula en los í“scares este aí±o, por dos razones diferentes. En primer lugar, porque nunca he sido adepto a las llamadas biopics —pelí­culas sobre la biografí­a o un periodo de la biografí­a de una figura conocida—sobre todo las que, como esta, trabajan bajo una estructura narrativa tradicional. Siento que el resultado dramático y narrativo suele llevar consigo una dosis de artificialidad evidente que no me atrae como espectador. Por otra parte, y en sentido contrario, es muy difí­cil escribir desde Estados Unidos y no sentir una sensibilidad especial por la figura de Martin Luther King Jr. y la causa por la que luchó buena parte de su vida, especialmente a raí­z de los sucesos de Ferguson, Missouri, a fines del aí±os pasado. Si menciono esto es porque, en general y como diré abajo, mi opinión sobre Selma se mueve entre ambos costados.

Selma narra las protestas que tuvieron lugar en Alabama en 1965, un aí±o después de que la segregación racial fuera declarada ilegal en Estados Unidos. El problema era el siguiente: a pesar de que técnicamente las personas de raza afroamericana podí­an registrarse para votar, en la práctica esto no se cumplí­a nunca ya que, o se les poní­an todo tipo de impedimentos y obstáculos para lograrlo o, como vemos en la pelí­cula, simplemente se les negaba hacerlo. Así­, en una de las primeras escena de Selma, Martin Luther King visita al Presidente y le exige una ley que prohí­ba este tipo de discriminación. í‰ste se niega y entonces Luther King y su grupo (SCLC) eligen Selma, un pueblo en el corazón de uno de los estados con mayor racismo en Estados Unidos (Alabama), como lugar para ejercer su protesta no violenta hasta que Lyndon Johnson acepte pasar la ley.

Si algo logramos apreciar bien en Selma es la práctica polí­tica de Luther King y la SCLC. ”Negociamos, protestamos, resistimos» dice King un par de veces durante la pelí­cula y, a lo largo de ésta, vemos justamente la estrategia del movimiento, los múltiples esfuerzos y tácticas empleadas para lograr, por medio de la no violencia y la resistencia ante los embates policí­acos y las negativas legales, una negociación ininterrumpida a favor de su agenda polí­tica. También se alcanzan a vislumbrar algunos de los conflictos establecidos entre ellos y otros movimientos y figuras, como la de Malcolm X que aparece brevemente antes de ser asesinado.

Asimismo, creo que Selma logra mostrar, como decí­a Walter Benjamin hasta qué punto la protesta no violenta es también violenta en el sentido en el que irrumpe en una situación determinada y se rehusa a regresar a la normalidad hasta que no se cumplan ciertas condiciones. De ahí­ la importancia del ”resistimos» que Luther King repite a pesar de que las negativas del gobierno continúen y las consecuencias de la represión policí­aca aumenten, y que motiva al movimiento a seguir adelante, a organizar otra marcha, a entablar otra negociación y buscar otra ví­a legal por la cual lograr su cometido. Igual pero de manera opuesta, Selma muestra en varias escenas la otra violencia que la protesta despierta, la de la brutal represión policí­aca, la violencia ”legal» de la policí­a cuyo objetivo es preservar la ley, como dirí­a Benjamin. En este caso una ley que le prohibí­a a toda una raza el derecho al voto democrático.

Lo que no termina por cuajar del todo es la figura del presidente Lyndon Johnson ( tampoco ayuda la actuación de Tom Wilkinson, por cierto). Johnson se niega a crear una nueva ley a pesar de que se nos muestra que piensa que Luther King tiene razón, y sólo dice frases hechas como que King tiene un problema y él cien, o que quiere ser recordado como un buen Presidente, pero nunca vemos las razones por las que se niega, es decir, los otros poderes hegemónicos, polí­ticos, económicos e incluso circunstanciales (Vietnam apenas se menciona de paso) que lo jalaban hacia el lado contrario de lo que, según la narrativa de Selma, querí­a hacer y que incluso lo llevan a pedirle al FBI que ”desmantele» a la familia de King mandándole a su esposa Coretta (Carmen Ejogo) una grabación de las infidelidades de éste.

En esta misma lí­nea, el guión y la estructura de Selma me parecieron poco emocionantes, carentes de vida. Como otras pelí­culas de su género, Selma intenta hacer un balance entre lo público y lo privado, la figura y el hombre. Pero los diálogos en privado se sienten rí­gidos y solemnes, como si fueran declaraciones oficiales en vez de conversaciones personales y lo sucedido en casa parece que se introduce más con motivo de mostrar el intento del FBI por destruir a la familia Luther King, que de enseí±arnos un aspecto desconocido del hombre protagónico. Tampoco, aunque lo intente, me parece que la narrativa logre reproducir con emoción la tensión de aquellos meses, los conflictos entre facciones e individuos, el estado del pueblo durante su presencia ahí­. Lo vemos todo, como dije arriba, pero no provoca mucho. Así­, los momentos más emocionantes de la pelí­cula (y también cuando mejor actúa David Oyelowo) son precisamente los discursos de King —sobre todo el dictado tras el funeral de un joven abatido por la policí­a y el discurso final—, pero ya todos sabemos que esta era una de las grandes habilidades de la figura histórica, no un acierto de Selma.

Como pelí­cula, me parece que Selma se queda atrás de otras de las nominadas en su categorí­a este aí±o, pero su relevancia hoy en dí­a es incuestionable. Quizá esta sea la mayor virtud de Selma, su triste actualidad polí­tica, el contexto presente desde el cual se observa el pasado y se decide alumbrar a una figura como Martin Luther King Jr. Y no es sólo ”Glory», la (también nominada) canción de John Legend y Common, lo que conecta los hechos del presente con el movimiento por los derechos civiles de King. Para cualquiera que haya seguido lo sucedido en Ferguson y sus posteriores (no) secuelas legales, le resultará imposible no relacionar la brutalidad de la policí­a, la politiquerí­a de los polí­ticos, el racismo inscrito en la ley y, por encima de todo, la verdad de la causa defendida por Martin Luther King que vemos en la pelí­cula, con lo que vimos y discutimos los pasados meses a raí­z de Ferguson. ”Ninguna mentira puede vivir para siempre» dice King en el discurso final de Selma, y su confiada esperanza resuena con un eco muy fuerte en el presente.

Graciela Machuca

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *