Semanas atrás fui tachado, una vez más, de «violento» por problematizar sobre este tipo de enfoques y contenidos noticiosos. Tal reproche dice que no tengo el derecho de mencionar por su nombre a medios o colegas periodistas que en su ejercicio transgreden la ética profesional y, en casos, la legalidad, porque, a final de cuentas, «hacen su chamba» y «es su negocio».
En esas estaba, cuando a principios de la semana anterior vi circular profusamente en las calles la portada anterior, del tabloide El Metro [abril 7, 2015], que me dejó perplejo: para referirse a un hecho de violencia atroz e inaceptable contra una persona ví­ctima de homicidio, el editor y el medio recurrieron no solo al uso indebido de su imagen, sino al albur: «Se la dejan caer» —por supuesto, el difuminado de los rostros es mí­o.

El Metro es un impreso cotidiano de Grupo Reforma. No hay foro o espacio donde al ser consultado acerca de qué medio noticioso o qué periodismo en México recomendarí­a, no repita que, para mí­, uno de los medios más serios, profesionales, bien hechos y, por todo eso, recomendables, es el diario Reforma.

Refrendo hace aí±os esta convicción leyéndolo en su versión digital cada maí±ana y pagando con asiduidad por el correspondiente acceso en lí­nea.

En general, me interesa y sirve por su rica y congruente agenda; su espléndido diseí±o y su navegabilidad; su cuidado editorial y concisión. Y por eso no puedo dejar de preguntarme cómo un corporativo mediático que produce Reforma produce El Metro. Cierto, cierto: «es su negocio», «hacen su chamba».

Pero en esto las respuestas no son tan simples: Reforma practica y reivindica cada dí­a las libertades de prensa y expresión crí­tica; ejerce el acceso a la información pública y fiscaliza el ejercicio del poder público, dirí­a que obsesivamente, y da espacio a muchas de las mentes y plumas más interesantes, lúcidas y comprometidas.

Pero El Metro, instrumentalizado por poderes de todo tipo, cada dí­a afecta de manera sistemática —como en la portada en cuestión— la dignidad y reputación de ciudadanos, banaliza la violencia, explota los temores sociales e inhibe la comprensión colectiva de los conflictos, la justicia y la violencia.

¿El universo de periodistas, intelectuales y artistas que nutre cada dí­a Reforma no se hace preguntas sobre El Metro? Tal vez callar es posible, ¿pero es posible no darse cuenta? Minuto a minuto, los mejores valores democráticos reivindicados desde su diario «serio», los denigra Grupo Reforma desde su diario «popular». Sméagol y Gollum.

¡Ay! Perdón si soy violento.

@mlaraklahr

Graciela Machuca

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *